Impresiones de una norteña por tierras del sur en la Feria de San Justo.
Me decían que las cosas eran muy diferentes en el sur, al otro lado de la cordillera, pero, la verdad, algunas cosas son iguales. El clima es el mismo y los sacros resuelven sus problemas a ostias, igual que en casa. Nosotros decimos que quien tiene acero tiene pan, pero para los sacros, quien tiene acero, además, tiene la razón.
El sitio donde fuimos era un monasterio. Es como un castillo gigantesco donde los sacerdotes del dios Sacro le rezan y viven, pero no hacen tareas de campo como nuestros aurrekus. Se encierran en sus casas de piedra gigantes y se ponen a rezar esperando que las cosas se arreglen solas por ahí fuera.
No exagero cuando digo que aquello era como cinco castillos juntos y tenían por dentro piedra tallada y pinturas enormes y tapices. Eché de menos una sala común con un buen fuego en el centro, eso sí.
El monasterio pertenecía a San Justo en realidad, una deidad local, y los que lo gobernaban eran la orden de los Gabrielitas… Un lío, vamos. Y además se reunían los reyes sacros, la princesa deserí y un rey carolingio para hacer cosas de reyes. Ya sabéis, discutir, declararse guerras… También había un grupo de artistas increíbles. Hacían trucos, adivinaban cosas, cantaban… Creo que eran lo mejor de aquella reunión.
Yo había ido llamada por el aurreku Llorenti. Oficialmente íbamos a escoltar al hermano del rey de Monteferro. Era un tipo bastante tratable, al que le sentaba el kilt muy bien, pero la vida en Monteferro lo había ablandado. Pero, en realidad, nuestro aurreku acudía por invitación del jefe de la orden de San Gabriel a acabar con una maldición de Lupus Home.
El jefe de la orden de San Gabriel me cayó bien. No íbamos a coincidir nunca en una discusión, pero cuidaba de su gente y recurrió a nuestro aurreku para resolver problemas. A pesar de su pose, no era tan cerrado como muchos sacros que conocí, que no eran más tontos porque no practicaban.
Sobre los sacros… Los sacros son muy nerviosos y altivos. Se exhiben en un cercado, peleando, pero cuando tienen que enfrentarse a cosas reales, se esconden.
Mientras ellos jugaban a exhibirse en el cercado nosotros acabamos con la maldición del Lupus Home. En aquel momento me pregunté por qué la orden de San Gabriel nos pedía ayuda a nosotros en lugar de resolverlo ellos, pero luego lo entendí.
Entre otras cosas, cometieron una impertinencia con las fatas que habitaban en tierras del convento y una legión de hombres armados temblaba ante ellas y las insultaba. Increíble. Creo que mi madre me habría arreado un collejón de tal calibre que se me habrían caído los ojos de las cuencas si llego a faltarles al respeto a las damas del bosque.
Los hombres sacros son como niños malcriados y creo que es debido a que las mujeres sacras no existen. Lo explico. Las mujeres sacras son trofeos. Son entregadas en matrimonio, como una vaca para parir terneros. No hablan en las reuniones, no se enfrentan a sus hombres, no les meten en vereda y sin una mujer que te dome y enseñe educación eres como un becerro desbocado.
Conversé con una sacra, muy maja, interesada por las «leyendas» sobre una diosa que peleaba para defender su tierra. ¿Diosa? ¿Leyenda? No hace falta ser una diosa para hacerlo. Cualquier mujer de Tierras Brumas que se precie sabe pelear y defender sus tierras. Y si no me creía solo tenía que mirar las cicatrices que llevo en el cuerpo desde los doce años gracias a una incursión de Torreleón.
Pero lo más importante, cualquier mujer de mi tierra sabe enfrentarse a sus hombres y meterlos en vereda. No te puedes considerar una verdadera mujer hasta que has hecho recular a un hombre con la fuerza de tus palabras. Pero las sacras han aceptado que no existen.
Por un momento tuve la sensación de que iban a rebelarse. La esposa de uno de los reyes alzó la voz diciendo que las mujeres deberían resolverlo, y pensé que tenía razón, pero ninguna se puso en pie junto a ella.
Una de la mujeres que me impresionó fue la princesa de los deseríes. La vi enfrentarse a un rey para salvarle la vida. Esa mujer, tenía el espíritu de las mujeres de Tierras Brumas. Estaba en territorio enemigo, rodeada por reyes y soldados que la llamaban infiel, y eso era motivo según el sumo sacerdote como para acabar con ella. Pero ella, honrando a su enemigo, se enfrentaba como una leona a lo que hiciese falta.
Yo querría como reina a esa mujer, no a ninguno de los patéticos niños malcriados que fueron a discutir allí. Bueno, tengo que reconocer que uno de los reyes me cayó bastante bien. Pero ninguno de ellos tenía lo que hay que tener como para hacer lo que tenían que hacer: moler a pedradas al sacerdote del dios sacro y tirarlo al río.
En cuanto empezó la reunión entre los reyes sacros el sacerdote mayor que había allí, dijo que el sumo sacerdote del dios (que vive muy lejos, en una tierra de cuyo nombre no logro acordarme) había dicho que el que era rey ya no era el rey y que el nuevo rey tendría que liderar una guerra contra los infieles.
Yo esperaba que lo apalizasen allí mismo y lo tirasen al río, vamos, lo que habría ocurrido en mi tierra si llega alguien a decidir por nosotros. Pero no, los únicos que protestaron fueron los que habían dejado de ser los reyes… Curioso. Qué extraño hechizo les lanzan sus sacerdotes como para adueñarse de sus tierras y sus voluntades sin protestar.
Me preguntaron dos veces si éramos caníbales. Pero, ¿de donde han sacado esa idea tan repugnante? No he conocido a ningún caníbal en tierras brumas, pero son muy grandes y hay muchos valles escondidos, así que, vete a saber…
Conocí también a varios jechen.
Los jechen son inteligentes. Vi una creación jechen impresionante!! Era una roca con brazos y piernas que caminaba. Unas joyas planas como las piedras del río brillaban en su pecho y las hechiceras jechen lo controlaban con la voz. Era increíble! Combatía, pero también bailaba!! Creo que a nuestro aurreku no le gustaba, no entiendo por qué no. Era genial. Esas mujeres debían ser unas grandísimas hechiceras y maestras de su arte. Ojalá hubiese tenido la oportunidad de conocerlas mejor. Obviamente, el sacerdote del dios sacro gritaba que era brujería escandalizado. Claro que es brujería, idiota, ¿qué otra cosa podría ser? Pero, ¿por qué se escandalizaba tanto?
Lo que más me sorprendió es que nuestro aurreku le salvó la vida a un rey y cuando lo hizo, el sumo sacerdote del dios sacro estuvo gritando que era algo malo. No recuerdo como lo llamó. ¿Le parecía mal que salvásemos la vida a uno de sus reyes? No acabo de entender a los sacros.
Deva
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