Cornelius Tamphels, es el encargado de investigar cada nuevo brote y su misión es descubrir porque, cuando y dónde tendrá lugar el siguiente.
Si quieres participar te recomiendo que consultes la página oficial. www.survivalzombie.es dónde encontrarás, todas las fechas y lugares de las siguentes infecciones.
Lo que acababa de descubrir era algo sin precedentes.
Para ser fieles a la verdad Pablo era ese tipo de soldados que prefieren tener un objetivo claro a 200 metros de distancia y con viento favorable a sentarse delante de una pantallita a picar teclas. Pese a encontrarse en un estado de forma envidiable para su edad, hacia mucho tiempo que no sentía ese subidón de adrenalina recorrer sus venas. Le hubiera gustado seguir en activo pero después del accidente le habían dado por muerto, y tras enterarse de lo que le había ocurrido a parte de su unidad solo tres días después tal vez fuera lo mejor.
Desde entonces se escondía, había sido entrenado para ello toda su vida, y podría decirse que era uno de los mejores, pero al fin y al cabo era un hombre de acción y eso es algo que no se puede abandonar con facilidad y menos después de sentirse traicionado. Fue entonces cuando decidió empezar su búsqueda particular y el mejor lugar para hacerlo era donde todo había empezado, el laboratorio 4.
Según su hoja de destino era un lugar tranquilo en el que los soldados que conseguían llegar a la edad de jubilación podían conseguir un complemento a su pensión. Un puñado de científicos en medio de un descampado en un remoto lugar de Castilla la Mancha. Lo único que tenían que hacer era evitar que los curiosos se acercaran demasiado a las instalaciones. Nada complicado, trabajo para novatos se decía, pero el complemento era tentador y el pisito en la playa, en primera linea, fue lo que le ayudó a decidirse. Sin embargo su olfato de perro viejo le decía que algo no cuadraba. No había ningún novato en todas las instalaciones, todos soldados con experiencia, poca curiosidad y bien entrenados. Dos perímetros de seguridad, muros de hormigón, torretas de vigilancia, alambre de espino. Nadie en su sano juicio se acercaría demasiado a estas instalaciones. Ahí había algo más que simples científicos jugando con el quimicefa de la escuela. Y luego estaban los seats familiares entrando y saliendo, eso si era realmente extraño. Lo único que les habían dicho es que se trataba de un programa de rehabilitación bio-química para soldados heridos. No más explicaciones, no más preguntas.
Hasta que llegó ese tipo como salido de la nada. A más de 500 metros del perímetro ya saltaron las primeras alarmas. En menos de un minuto una patrulla con armas semiautomáticas estaban interrogando al sospechoso, fue la primera vez que Pablo habló con él.
La segunda vez fue un poco más contundente, gancho a la barbilla y ko. Él solo no podría sacar adelante esa investigación, era un trabajo que le venía grande, prefería la acción y dejar todo el papeleo a alguien más capacitado y Cornelius parecía la persona indicada. A fin de cuentas era uno de los pocos tipos que había visto acercarse lo suficiente al perímetro del laboratorio 4 y nadie llegaba allí por accidente.
El otro componente del equipo era su vecino del quinto. Tendría entre 17 y 23 años y se pasaba los sábados, y todos los otros días de la semana, encerrado en su habitación dándole a las teclas. Estaba en deuda con Pablo desde que le salvo el culo de un grupo de pandilleros que pretendían convertirlo en antorcha humana solo para echarse unas risas. Dos minutos más tarde y en lugar de conocerle por el Camarero se le conocería como el Chamuscado.
Sin embargo el muy cabrón sabía lo que se hacía cuando tenía un teclado delante. En realidad no era tan bueno como para colarse en sistemas de alta seguridad, pero tenía una habilidad especial para aprovecharse del trabajo de los demás. Cuando la mayoría de hackers estaba intentando encontrar un fallo para acceder a un sistema, él se dedicaba a encontrar algo que cambiar por ese acceso. Digamos que, con un poco de ingeniería social y buena mano para los trueques, había conseguido acceder a más sistemas que muchos de los hackers más reconocidos del país. Siempre tenía algo que ofrecerles a cambio de esa información. Es cierto que alguno había tenido que currarse, pero con sus habilidades nunca habría conseguido entrar en los servidores de la NSA.
Al parecer alguien con más talento, tiempo y recursos pensó que en lugar de dedicarse a hackear cada sistema una y otra vez era mejor hackear a la NSA y obtener el premio gordo, acceso a miles de millones de terabytes de información de casi cualquier sistema del mundo. Más rápido. Más efectivo.
Al parecer este tipo era un fan de los cómics y poco después de que nuestro vecino del quinto consiguiera acceso casi ilimitado a toda la información digital del mundo ese otro tipo amigo de un amigo de un conocido recibió el #1 de action comics de junio de 1938. Esa era la verdadera habilidad de eC.
Y la información que tenía ahora en pantalla justificaba la presencia de Pablo en la habitación. Fechas y lugares, Cabanillas del Campo, Archena, Sestao, Olias del Rey, Mondéjar, Alameda de la Sagra…junio, julio, mayo, hojas de ruta, mapas, y una lista con cientos de nombres. Les llevaría tiempo analizar toda esa información.
EC, necesito confirmar todos estos datos- dijo Pablo con tono apremiante- y localiza la ubicación de este número de móvil 654 32 10 xx
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