4- Al salir del Hospital.
Paso cinco días de martirio en el hospital antes de que me den el alta. Baliel ha venido a verme cada uno de los días y poco a poco he ido entendiendo lo que es Babel.
Al parecer, un grupo de científicos ha descubierto la forma de incrementar la creación de Almas Blancas en la Tierra. Por lo que deduzco, Babel no es más que un amplificador de la energía que irradian los cristales eternos, y tanto Baliel como yo trabajamos en el centro de control de esa torre. Lo que todavía no sé es que pudo pasar para terminar yo en esta habitación.
Termino de guardar las cosas que Baliel me ha ido trayendo. Cierro la maleta y me da por mirar por la ventana. Aquel Ángel de la Muerte no ha vuelto a aparecer. Alguien pica a la puerta, y sin esperar a que dé permiso entra sin mas. Es la primera vez que veo a un Serafín tan de cerca.
Su triple par de alas le delatan ─son los únicos que tienen tres alas para protegerse de la luz que irradia Dios─, eso y su porte majestuoso y altivo. Nada más verle mi corazón se encoge.
─Usted es Nael, ¿no? ─su voz es igual de imponente que su físico. Parece poder partir la tierra con cada palabra. Debe ser abrumador ver a un ejército entero de Serafines batallando contra los demonios.
De mi boca no salen palabras y me limito a asentir con la cabeza.
─Soy Raziel, capitán de la Orden de las alas de plata. Como comprenderá, dada la importancia de Babel, el altercado sucedido en sus inmediaciones ha de ser minuciosamente estudiado.
─Pero ya le he dicho a los médicos que no recuerdo nada. De hecho, no recuerdo gran parte de mi vida. No creo que le sirva de ayuda.
─Eso lo decidiré yo ─está claro que no escogen a los Serafines por su delicadeza─. Se han detectado movimientos de ángeles renegados cerca de Babel ─su voz es dura─ y cualquier minúsculo detalle, incluso el que usted piensa que puede ser irrelevante, podría ser crucial para la investigación ─su semblante se vuelve más serio, si es posible, y me mira inquisitivamente─. Ahora, cuénteme todo lo que recuerde del incidente.
Lo miro sin saber dónde meterme. Juraría que ya le había dicho que no recordaba nada…
─Verá… ─quiero decirle lo que me pasa pero temo su reacción─ Los médicos me han dicho que tengo amnesia temporal transitoria y no es que no recuerde nada de lo que pasó en ese sitio llamado Babel, sino que los recuerdos de mi vida entera parecen estar algo nublados…
El silencio se hace un hueco en la habitación. Él me sigue mirando casi sin pestañear. De repente se levanta bruscamente. Extiende un brazo hacia mi cabeza y me agarra con cierta fuerza. No me hace daño, pero tengo miedo. El brazalete que tiene en la muñeca se pone a girar por si solo. Le miro a la cara y está moviendo los labios pero no emite sonido alguno. La pulsera cambia su color dorado a un tono más violáceo, volviéndose morado, casi negro.
─Lo que me temía…
Me suelta rápidamente y extiende sus manos hacia delante. Bajo sus dedos empiezan a aparecer botones y más botones, creando de la nada una especie de teclado que se sostiene flotando en el aire. Se pone a teclear frenéticamente sin darme ningún tipo de explicación. Se quita la pulsera y la deja sobre una plataforma de cristal que también ha aparecido como el teclado y presiona con ímpetu una última tecla. La superficie brilla y en cuestión de segundos ya no hay nada, ni teclado, ni brazalete ni plataforma.
─¿Se puede saber qué ha hecho?
─Enviar los resultados de su escaneo a la central.
─¿Qué? ─lo miro con cara de querer más explicaciones, pero parece no entender el lenguaje no verbal y se dirige a la puerta.
Los Serafines, al ser los ángeles más cercanos al jefe, y al protegernos a todos los demás de las incursiones de los renegados, siempre se suelen mover con esa chulería y altivez que caracteriza el comportamiento de Raziel. Pero a mi no me gusta que me traten así y antes de que se marche, le agarro de la muñeca, donde ya vuelve a tener una nueva pulsera.
─¿Se va a ir así? ¿Sin más? ¿Envía información mía a vete tú a saber donde y no me da explicaciones?
─Le he dicho a dónde la he enviado ─con un fuerte movimiento consigue que le suelte y me mira con la misma cara impasible─. Y yo de usted andaría con ojo tanto de tratar así a un Serafín, como de las personas que le rodean ─no entiendo lo que quiere decir con esto último y arqueo una ceja─. La amnesia se la ha provocado un renegado, seguramente el mismo que le atacó. ¿Por qué un renegado le borraría la memoria a un ángel y no lo ha matado? La amnesia que tiene, le ha librado de que averigüe si es usted un renegado o no, pero soy paciente, tarde o temprano su conjuro se desvanecerá y sabremos dónde se esconden sus cómplices…
Lo miro y arqueo una ceja. ¿Me está acusando de ser un renegado? ¿Un ángel caído? ¡Nunca! Aunque bien mirado, no recuerdo como era yo antes del accidente. ¿Y si realmente soy un renegado? Pero algo en mi interior me dice que no.
Cuando el Serafín está en la puerta, se gira una última vez.
─Le estaremos vigilando, señor Nael. Le estaremos vigilando…
Y cierra con un fuerte portazo.
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