Ene 112016
 
 11 enero, 2016  Publicado por a las 11:11 Sin comentarios »

12- Almas Blancas.

Poco a poco voy recobrando el sentido. Estoy como cuando salí del hospital, con todo el cuerpo adolorido. Noto algo que impide que me mueva y al abrir los ojos descubro que estoy atado. Forcejeo para intentar soltarme, pero las cuerdas están bien atadas. Miro a mi alrededor. Me encuentro en una sala ovalada, con las paredes de cristal, en un lugar que parece estar en las alturas. Estoy rodeado de una extraña maquinaria que me es familiar, por lo que deduzco que estoy en la sala de control de Babel. Yo estoy justo en el centro, atado a una columna de cristal de color violáceo que emite una tenue pero incesante luz mortecina. No hay ni rastro de Baliel.

A los pocos segundos se abre una puerta del suelo y aparece. Tiene muy mal aspecto. Su piel está más oscura incluso el color dorado de sus rizos se ha vuelto algo más verdoso, sus ojos están bordeados por unas profundas ojeras y tiene los labios secos y agrietados.
Relatos de Fantasía - Babel
─Bueno, supongo que esto termina aquí, Nael ─tiene la voz ronca y al mirarme puedo ver como sus ojos azules se han vuelto rojos como la sangre.
─Bal… eres… eres un renegado.
─Y tú muy observador ─termina de salir por la trampilla. Trae consigo un cesto cargado de cristales eternos, que son como la columna a la que estoy atado, pero de tamaño mucho menor.
Se acerca al cuadro de mandos y empieza a apretar botones a diestro y siniestro.

─Pero… ¿Por qué? ¿Por qué haces esto, Bal?
Me está dando la espalda y se gira para mirarme.
─¿No es obvio? Si tú mismo estabas hasta las plumas de todo este lugar, Nael. Tú mismo decías que nuestra existencia debía de servir para algo más que para vigilar humanos, luchar contra los demonios y mantener el orden en este sitio…

─¿Y aliandote con los demonios crees que va a cambiar? ¿Es que no sabes que no puedes confiar en ellos?
─¿En quién puedes confiar? ¿Puedes decírmelo tú? ─Baliel abre una portezuela y vacía dentro el contenido del canasto. La cierra y sigue apretando botones─ Pero tranquilo, Nael, todo está preparado para que en cuanto salga el sol en Paraíso sea el día en el que todo cambie.
No sé que pretende, pero algo me dice que tengo que conseguir tiempo. Seguro que Ariel ha ido a avisar a los Serafines y en breve tendremos aquí un destacamento para pararle los pies a este chiflado.

─¿A qué te refieres? ¿Qué es lo que pretendes hacer?
Baliel se da la vuelta y se lleva las manos a la espalda para estirarse. Sus huesos crujen de una forma muy desagradable. Extiende las alas y veo que muchas de sus plumas se están cayendo.
─Claro, el desmemoriado… No sabe para que sirve el lugar donde estamos…
─¡Claro que lo sé! ¡Tú mismo me lo contaste! Quieren crear más almas blancas en la Tierra.
─Afirmativo. ¿Y para que sirven las almas blancas?
Prefiero que sea él el que me lo cuente. Así al menos podre ralentizarlo.
─Para crear a los guerreros definitivos, Nael… Aquellos ángeles que tendrán la fuerza para acabar con mil demonios.
Lo miro sin entender que hay de malo en ello.

─¿Es que no lo entiendes?¿No sabes acaso lo que significaría eso en la Tierra? ¡Por el amor de quien quieras! ¿Tan ciego estás? ─con un gesto de dolor abre los brazos en cruz y sus alas terminan de desplumarse. Una membrana extraña está creciendo entre sus huesos─ Solo tienes que mirar el mundo en el que vivimos. Todo blanco, sin emociones, siempre siguiendo el mismo patrón de conducta, todo bien organizado… Se acabaría el libre albedrío que goza la humanidad y empezarían a acatar el único patrón de conducta posible: el que marquen desde aquí.
Sus palabras tienen cierto sentido, pero no puedo dejar que me convenza.
─¿Y eso te ha llevado a traicionarme? ¡Eramos amigos! ─intento jugar la carta del chantaje emocional.
Baliel se ríe a carcajadas y veo que aparecen unos colmillos entre sus dientes.
─¡Si ni te acuerdas de mi!
─Pero eso es algo transitorio, algo que tu mismo me has causado no sé por qué motivo.
─¿Yo? No me hagas reír.
─Fuiste tú el que me atacaste la otra vez. No sé qué descubriría aquí, pero seguro que borraste mi recuerdo para evitar que se lo contase al cuerpo de Serafines.
Y entonces escucho un golpe sordo en el techo del centro de mandos. Tanto Baliel ─cada vez más parecido a un demonio─ como yo, miramos hacia arriba, de donde se abre una nueva trampilla y descienden Ariel y Raziel.
El Serafín abre sus alas de par en par cuando ve la presencia del demonio y saca inmediatamente su espada, apuntando con ella a Baliel.
─¡Demonio!
Ariel viene corriendo a desatarme, pero al tocar las cuerdas se quema las manos.
─¿Qué es esto?

Raziel se da la vuelta y ahora nos mira a nosotros y se pone a reír como un poseso. Su piel empieza a oscurecerse y sus alas se oscurecen. Ahora nos apunta a nosotros y tanto Ariel como yo lo miramos totalmente sorprendidos.
¡Un renegado en el cuerpo de Serafines!

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Ene 042016
 
 4 enero, 2016  Publicado por a las 11:51 Sin comentarios »

11 – Mañana.

─Yo… era humano… ─no entiendo lo que significa aquello y miro a los ojos de Ariel para que me de respuestas, aunque en mi mente empiezan a dibujarse más escenas haciéndome recordar mi pasado.
─Sí, eras humano y yo… el ángel custodio de tu madre.
Aquello si que me pilla por sorpresa.
─¿El ángel custodio de mi madre? ¡Pero si eres un ángel de la muerte!
Ariel agacha la mirada.
Relatos de Fantasía - Disparo
─Ese fue mi castigo por segar tu alma ─entre los dos se hace el silencio─. No me correspondía a mi subirte a Paraíso, pero era la única forma de hacer que Serrah dejase de sufrir… Dios me castigó, por extralimitarme en mis quehaceres y me otorgó este aura de melancolía que siempre me envuelve, obligándome a volverme un ángel de la muerte, en lugar del ángel custodio que era.
─¿Y se suponía que debía estar postrado en la cama muriéndome de dolor físico? ─empiezo a estar enfadado con el jefe. ¿Cómo podía permitir que su propia creación padeciese como estaban padeciendo los miembros de su familia? ─¿Y mi madre? ¿Tenía que vivir en esa eterna tortura?
Noto algo en mi interior que antes no había sentido. Rabia, y los ángeles se supone que no sentimos rabia ¿Y si soy yo el renegado?

─Tú tenías un destino más trascendental… ─Ariel me mira a los ojos y mantiene un prologado silencio que incrementa la dramatización de la escena─ Nael, tú estabas destinado a ser un metaángel ─vuelve a emitir ese silencio trascendental─. Un alma blanca que se transformaría en uno de los guerreros definitivos, con más poder que los Serafines.
Ariel cae al suelo derrotado y abro los ojos sorprendido. Siento pena por él y me acerco a ponerle una mano sobre el hombro.
─Supongo que si hubiese estado en tu situación hubiese hecho lo mismo.
─No lo entiendes, Nael. Tu vida como humano fue dura y dolorosa, y aquí hubiese podido ser sublime, hubieses sido uno de los paladines de los ángeles, hubieses liderado ejércitos de Serafines en la lucha contra los demonios…

─Da igual, Ariel. No importa lo que seamos ─miro hacia el puesto de control y luego agacho la cabeza hacia él, que empieza a levantarse─. Lo que es injusto es que te castigasen a ti. Solo estabas haciendo lo que creías mejor para tu protegida.
Y la rabia que siento por la injusticia cometida con él sigue creciendo. ¡Por el amor de Dios! ¡Yo era un niño enfermo! ¿Cómo pretenden que haya misericordia en la Tierra si aquí se ejecutan los peores castigos que he visto? ¿Cómo han podido atar a este pobre ángel a ese aura de tristeza eternamente? Condenarlo a una vida de soledad…

─Sabes, Ariel… Ahora te recuerdo, ahora sé que no me importaba tu presencia a mi lado. Creo que sabía, o volveré a saber acostumbrarme a tu presencia. ¿Por qué no seguimos con nuestras vidas?
Él levanta la vista y me mira a los ojos asintiendo con la cabeza.
─Y ya se nos ocurrirá algo para que el jefe te levante el castigo. A lo mejor cuando este chisme funcione y tenga más metaángeles se le pasa el mosqueo. Aunque me da a mi, que es un tipo algo rencoroso; fíjate en los hombres ¿cuánto tiempo hace desde que le pegaron el bocado a la manzana?
Ariel parece sonreír.

─Voy a volver a casa. El demonio ese sigue suelto y Baliel está fuera de casa. No me gustaría que le pasase nada. Aunque deberíamos avisar a los Serafines.
─Tranquilo. Ya me encargo yo. Creo que Raziel sigue pensando que tú puedes ser el renegado y no ayudaría mucho que te relacionasen con el asesinato de ese pobre.
Miro hacia el callejón donde descubrí al demonio comiéndose al ángel. ¿Qué nos pasa a los ángeles cuando morimos?
Finalmente termino marchándome de allí de vuelta a mi casa. Estoy algo nervioso por todo lo que he descubierto, aunque todavía me falta averiguar quién es el demonio e intentar pararlo, porque tengo la extraña sensación de que no es la última vez que mi destino se tiene que cruzar con él.
Desde la calle veo luz en casa.
─Juraría que lo había dejado apagado todo. A lo mejor Baliel ya ha regresado…

Subo, abro la puerta y lo primero que escucho es: “Llévalo allí mañana”. No es la voz de Baliel, y tampoco parece que tengamos visita. ¿Los ángeles salimos a visitar a nuestros amigos los otros ángeles? La verdad es que se me hace curiosa la imagen de ver una casa llena de ángeles tomando el té y unos pastelitos. El recuerdo de mi vida mortal me hace sonreir. Sí, en mi casa, antes de que yo cayese enfermo, solíamos tener las visitas de las amigas de madre. Incluso creo escuchar sus risas estridentes y banales. Me descubro sonriendo y me adentro en el salón.
Baliel está sentado en el sofá viendo la tele. Un programa de noticias sobre Paraiso…
─¿Estás solo? ─le pregunto─ Me ha parecido escuchar a alguien más.
Él me mira sorprendido y asiente con la cabeza.
─Claro… Supongo que sería la televisión.
Le sonrío y me siento a su lado como puedo. El dolor de las alas regresa incrementado por el esfuerzo que he hecho hoy.
Encuentro a Baliel un poco raro. No está tan hablador como otros días.
─¿Te encuentras bien? ─le pregunto.
─Sí ─responde secamente.

Baliel se levanta del sofá y se va a su dormitorio. Parece andar de una forma algo extraña, más o menos como yo cuando me duelen las alas, que es prácticamente todo el rato. Pienso que a lo mejor es que se ha emborrachado, aunque dudo que en Paraíso tengamos sitios donde podamos beber hasta la saciedad. Cuando veo que se tambalea, me levanto inmediatamente y le ayudo a mantenerse en pie.
─¿Qué te pasa Bal? ─me sorprendo a mi mismo tratándolo con esa familiaridad.
─¡Nada!, déjame, en serio. Estoy bien ─y me aparta de un manotazo que le causa más dolor a él que a mi.
Me separo de él y me miro la mano. La tengo llena de sangre y es entonces cuando veo que su ropa empieza a calar. Está herido, en el hombro. Juraría que es en el mismo sitio en el que Ariel ha herido al demonio. Entonces eso quiere decir…
─Lo siento, Nael… pero esto es por nuestra liberación ─me apunta con un arma que es una versión reducida de la lanza de Ariel y sin pestañear, dispara.
Solo veo una ráfaga de luz que me entumece todo el cuerpo y me noto caer al suelo y como mi cuerpo lo golpea pesadamente.
Luego todo es oscuridad. Otra vez

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Dic 282015
 
 28 diciembre, 2015  Publicado por a las 11:11 Sin comentarios »

10- Serrah.

Quiero levantarme de la cama para hablar con ella pero no puedo. Mi cuerpo no responde y el intentar mover una pierna me causa un dolor más grande que el que siento cuando intento mover las alas.
La puerta de la habitación se abre y entra un hombre. Va muy elegante, con su traje oscuro, su camisa blanca impoluta, su corbata metida por el chaleco, su bombín y su reloj de bolsillo guardado en la solapa de su chaqueta.
Relatos de Fantasía - Padre
─Serrah, querida, has de comer algo.
─No puedo, Marcel… el niño me necesita a su lado.
─Pero no vas a conseguir nada quedándote aquí sin comer, ni descansar. ¡Por el amor de Dios, Serrah!¡Tú también vas a caer enferma!
─Ojalá fuese yo la que estuviese postrada en la cama y no él…
Marcel se arrodilla ante Serrah y abraza sus piernas.

─Mi amor, también me duele ver a Nael así ─la voz del hombre se quiebra por el llanto, pero ¿por qué sabe mi nombre?─. No os puedo perder a los dos. Serrah, por favor, baja a comer algo. No puedes permanecer todo el rato aquí encerrada.
Serrah me mira y luego pone una mano sobre la cabeza de Marcel.
─Es nuestro hijo, querido… No puedo abandonarle.
Son… mis… ¿padres? ¿pero los ángeles tenemos padres? No entiendo nada. Pero mi corazón se encoje al ver a aquellos dos humanos llorando. ¿No se suponía que aquella mujer era mi encargo?¿No debía velar por su alma?¿Qué quería decirme con todo eso Ariel?

De repente las luces de la habitación, tanto la del quinqué de la pared, como la del candil de la mesilla de noche, que está al lado de mi cama, empiezan a titilar. Noto que el dolor de mi cuerpo empieza a desaparecer y puedo moverme. Siento la necesidad de decirles a mis padres que estoy curado, que podemos volver a salir los domingos a pasear al parque los tres juntos, con Brandy, el mastín.

─Ven conmigo, Nael. Tu sufrimiento ha terminado.
Ante mi está Ariel, aunque me cuesta reconocerlo. Sus alas son blancas y tiene el cabello rubio aunque igual de largo. Sus ojos siguen siendo igual de expresivos y es lo que le delata. Le doy la mano y suspiro aliviado. Empezamos a elevarnos y en la Tierra solo escucho el llanto desconsolado de mis padres. Por fin el sufrimiento de mi familia ha terminado. Por fin todos somos libres.

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Dic 212015
 
 21 diciembre, 2015  Publicado por a las 11:11 Sin comentarios »

9 – Ariel.

─¿Se puede saber por qué no me has hecho caso? ─tiene cara de enfadado─ ¡Te ordené que te mantuvieses lejos de aquí! ─aprieta un botón de la lanza y esta se encoje hasta tomar el tamaño de un puñal y se lo cuelga del cinturón─ ¿Es qué ni desmemoriado vas a hacerme caso, Nael?
Relatos de Fantasía - Esfera Armilar
─¿Eso quiere decir que nos conocemos? ─la respuesta es obvia, pero prefiero escucharlo de su boca.
─¡Joder! ¡Claro que nos conocemos! Y si te he ordenado que te mantuvieses lejos de aquí era para protegerte ─sus ojos se alzan hacia el centro de control, como intentando evitar mirarme─. Desde que te atacaron he estado patrullando la zona…

─Pero… ¿por qué querrías protegerme? Eres… ─dudo un poco antes de decirle que es un ángel de la muerte porque suena un poco despectivo.
─Sí, lo sé… Soy un cuervo y ya se sabe que los cuervos como yo y las palomitas como tú no nos llevamos bien. ¿Cierto? ─¿Palomitas? ¿Es así como nos llaman los cuervos? Ariel sonríe de medio lado y rebusca en uno de los bolsillos de su pantalón─. Supongo que puedo intentar hacer que recuerdes algo, supongo que con tus recuerdos serás menos difícil de matar.

¿Con mis recuerdos? Lo miro extrañado porque no sé a que se refiere, pero veo como saca la esfera luminosa que tenía en las manos cuando lo descubrí en casa.
─¿Qué es eso?
─Parte de tus recuerdos… ─Ariel suspira─ No sé hasta donde recordarás, pero creo que menos es nada.
─¿A qué te refieres?
─Cierra los ojos y lo entenderás todo.

Durante unos segundos dudo en si debo o no debo cerrar los ojos. Es posible que quiera asestarme el golpe de gracia mientas estoy con la guardia baja.
─Confía en mi ─me dice, como si acabase de leerme el pensamiento.
Y cierro lentamente los ojos. De repente la oscuridad se vuelve luz, tan intensa que he de cerrar los ojos con más fuerza, pero aún así la luz no se desvanece. Cuando los abro ya no estoy en Paraíso. Estoy tumbado en una cama amplia y mullida, protegida con doseles de seda. A mi lado hay una mujer, sentada en el butacón de madera oscura, forrado con terciopelo rojo. La escucho rezar:
»Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo…

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Dic 142015
 

8 – ¡Demonios!

Una silueta indefinida está sobre el cuerpo de un ángel. Pero no en forma cariñosa ─nosotros aquí creo que ni decoramos ni demostramos cariño─. Mas bien parece que…

Fuerzo la vista para ver que es lo que realmente está sucediendo en aquella oscuridad, y me doy cuenta de que se trata de un demonio, devorando el cuerpo de algún ángel. Ando hacia atrás para intentar salir de allí sin hacer ruido. He de avisar a los Serafines cuanto antes. Pero el accidente también me ha dejado pies de pato y tropiezo conmigo mismo. El resultado: yo, en el suelo y el demonio mirándome con esos brillantes ojos rojos.
Relatos de Fantasía - Demonios
Empiezo inmediatamente a arrastrarme por el suelo intentando levantarme, pero al tener las alas tan deterioradas como las tengo, mi centro de equilibrio no está muy centrado que digamos. Consigo ponerme en pie y me doy la vuelta, para darle la espalda al demonio y salir corriendo. Lo último que veo de él es como se levanta, abre dos gigantescas alas negras y empieza a salir de la oscuridad. ¡Lo sabía!¡Ariel era un renegado! Porque intuyo que ese demonio es Ariel.

El demonio no parece poner mucho énfasis en perseguirme, algo que aprovecho yo para buscar refugio en otro callejón. Me refugio en las sombras y me hago un ovillo, quizá si no me muevo no me vea, como esos animales de los que Dios se aburrió… Pero todo aquello se me antoja demasiado similar al callejón dónde debería estar el cuerpo inerte del otro ángel. Sé que me va a encontrar y me va a matar… Empiezo a sentir tristeza… Ariel está cerca. Mi corazón late desenfrenado y creo que empiezo a llorar de miedo y no por culpa del aura del ángel de la muerte. Escucho que da un paso, otro… Cada vez está más cerca….

»Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo…
¿En serio? ¿Ahora me tiene que llegar la señal de mi protegido? Cierro los ojos con fuerza, a lo mejor el truco de los niños humanos suerte efecto y si no lo veo yo, el no puede verme, pero creo que no funciona.

Un líquido me cae en la cabeza, miro a ver que es lo que lo produce y rezo en silencio, rogando para que sea alguna cañería. Pero no… Es él, el demonio que me acecha. Tengo la sensación de que es el mismo demonio que me atacó la primera vez; el depredador de mi sueño. Lo miro a los ojos y enseguida los cierro esperando a que me mate.
Un segundo, dos segundos, tres, cuatro…

La espera se hace eterna, cuando de repente me lanza un alarido a la cara y me la deja completamente empapada en babas demoníacas. Abro los ojos y veo que se aleja volando, no puedo distinguirlo muy bien, pero creo que está herido. ¿Pero que ha pasado? Miro a la salida del callejón y veo a Ariel, que sostiene una lanza en sus brazos y me mira con aspecto sombrío. Sigo sintiendo tristeza… tengo ganas de llorar e inesperadamente para ambos, me abrazo a él.

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