¿Qué sería de un mundo mágico sin un gremio de magia? Tiene que existir.
Pero no un gremio cualquiera. No. Un Gremio en el que aprendices, oficiales y maestros conviven sin mezclarse más de lo estrictamente necesario. Un gremio en el que nada es lo que parece y en el que solo entran aquellos que han nacido para ello. Un gremio con una torre. La torre del gremio de magos es más grande por dentro que por fuera. Tan grande que ningún mago ha conseguido recorrer todos sus pasillos en una sola vida.
En el Gremio de Magos se guarda todo el conocimiento mágico y fantástico de Tierra Quebrada. Es una gran Biblioteca de ficción que crece día a día, en la que podrás encontrar la información que necesites sobre personajes, lugares y objetos recopilados a lo largo del tiempo.
Magia, fantasía, mundos alternativos y todo lo que no tenga que ver con la historia del Mundo Real podrás encontrarlo aquí si sabes buscar, sino también puedes preguntar.
Montaje realizado por Enja. Música cedida por Arwen.
Muchos fueron las cazafortunas que llegaron desde los rincones más alejados del continente en busca de los codiciados Quebrantines de Oro de Tierra Quebrada. Las leyendas sobre estas monedas se habían extendido como la oscuridad en el mundo, llegando hasta los oídos de gañanes, fanfarrones, mentecatos y otras gentes de mal vivir. Pronto desde las aldeas más pequeñas, hasta las villas más opulentas, se vieron invadidas por una marea humana de proscritos en busca de fortuna fácil. Cuan equivocados estaban. Muchos, la mayoría, perecieron víctimas de su propia ignorancia.
Un Quebrantín de Oro
Según cuenta la leyenda cada cierto tiempo aparece un Quebrantín de Oro en Tierra Quebrada. Cuando eso ocurre y alguien lo encuentra, nunca, bajo ningún concepto, puede guardarlo para sí. Eso sólo le acarrearía infortunio, desgracia y finalmente la muerte más dolorosa y horrible que uno pueda concebir. En su lugar debe buscar a otra persona o aprendiz merecedor de tal honor y entregárselo.
No resulta tarea fácil desprenderse de tan preciado y codiciado objeto pues sólo se sabe de la existencia de unos pocos, quizá menos de un centenar, y no existe otra manera de conseguirlos y poder conservarlos salvo que resultes elegido para ello. Pero más difícil resulta aún poder encontrar a alguien digno de tal honor. Errar puede significar la muerte de aquel al que ha sido entregado.
Un Quebrantín de Plata
Durante años los rastreadores más famosos han dedicado su vida entera a la búsqueda de tan valioso tesoro con el único fin de conseguir honor y gloria. El reto no es fácil e intentarlo antes de tiempo puede tener consecuencias catastróficas, pero su incalculable valor y el aura mágica que desprenden en la oscuridad son suficiente motivo para correr el riesgo.
No está claro en que momento esta simple moneda, que se usaba antiguamente en el comercio entre las principales regiones, adquirió sus propiedades mágicas y dejó de utilizarse. En su lugar los habitantes de Tierra Quebrada empezaron a usar los Quebrantines de plata y los Quebrantines de cobre, imitaciones creadas por los mejores herreros y forjadores, pero imitaciones al fin y al cabo.
Muchos insinúan que así es como empezó todo con los Quebrantines de oro y aunque sea en lo más profundo de su ser albergan la esperanza de que vuelva a repetirse.
Un Quebratín de Cobre
Sin embargo en la práctica, para un habitante corriente conseguir un Quebratín de plata, o incluso uno de cobre, puede resultar igual de complicado que para un rastreador encontrar uno de oro.
La principal forma de comercio que se utiliza en todo el continente es el trueque y solo en contadas ocasiones se utilizan los quebrantines, cuyo valor puede ascender al sueldo de todo un año de un maestro forjador, para los quebrantines de plata, o el equivalente al sueldo de un mes de trabajo para los quebrantines de cobre.
Sibil•la se había acurrucado en un frío rincón de aquella cueva en medio de ningún sitio. Intentaba ignorar el entumecimiento que comenzaba a invadir su cuerpo. Intentaba ignorar el hambre. No pensar. Si empezaba no podría parar…
Ya no hay héroes – pensó.
Y los recuerdos de lo perdido brotaron como si surgieran de un manantial. Recordó quién fue y quién ya no era. Y se puso triste. Y no tenía por qué. Había perdido a sus padres, a su hermano, la seguridad de su hogar, a su fiel, grande, negra y peluda perra Nuka. No volvería a jugar por las calles del pueblo con sus amigos, ni a saltar a la poza para refrescarse en las largas noches del cálido verano. Ahora ya no era la pequeña niña de la casa. Estaba sola. Pero era más fuerte.
Tendrían que existir los héroes.
Se preguntó dónde habían quedado los héroes de las historias que escuchaba de niña y por un instante se trasladó en el tiempo para recordarlos. Poco más podía hacer. Y recordó las palabras del anciano Dorming, cuando se sentaba a la puerta de su casa y entrelazando palabras de la forma más bella que jamás había escuchado, narraba, a aquellos que quisieran oírle, como en alguna ocasión, ciertos hombres o mujeres habían desafiado a todo un ejército con su espada en alto, gritando por la libertad y asumiendo su muerte a cambio de lo que creían justo; o les hacía ver reflejados en sus cansados ojos, con la precisión de las palabras bien escogidas, paisajes lejanos repletos de imágenes desconocidas que algunos jamás llegarían a divisar más que en sus sueños. Pero las mejores historias eran aquellas en las que un joven emprendía largos viajes con peligros inimaginables y se enfrentaba a ellos, con la imprudencia y la certeza de defender lo correcto que solo se tiene de joven.
Sibi•la apenas tenía 11 años. Y aunque solo había pasado una semana desde ese día ya sabía todo lo que necesitaba saber. Su destino no estaba escrito pero conocía el pasado de Tierra Quebrada y sus gentes. Ignoraba cómo o dónde y sin embargo conocía los porqués a todas las preguntas. Los había aprendido en aquellos cinco días y debía utilizarlos.
Así que se puso en pie, alejó cualquier pensamiento viejo de su mente, recuperó la sensibilidad de su cuerpo y salió al exterior. La tormenta hacía rato que había escampado y el camino que discurría por el acantilado parecía desierto. Era un buen momento para regresar.
El día que Tierra Quebrada se partió en dos, fueron muchos los que sufrieron, muchos los que perdieron todo aquello por lo que habían luchado durante generaciones y muchos los que descubrieron una nueva forma de sobrevivir al mal.
Imagen creada por ScarletDusk
La Gran Grieta se abrió de pronto, sin avisar. Algunos quedaron a un lado y otros quedaron al otro. Pocos cayeron al fondo del gran cañón abierto pero, como cabría esperar, aquel no fue su final. Ni mucho menos. Tan solo fue el inicio de su nueva vida, dedicada por completo a un solo fin.
Nadie sabe porqué, ni como, ni donde, pero todos fueron regresando a lo largo y ancho de la grieta. Más tarde se les conocería como los Rondadores o las Quebradoras del Alma, pero al principio solo pudieron ver que habían cambiado.
Bajo sus amplias capas escondían cuerpos que habían adquirido un aspecto imponente. En apenas unos días, tras su desaparición, regresaron musculados, con la fuerza de un cantero curtido por los años, la habilidad con las armas de un caballero experimentado en la lucha y el ingenio de un académico enterrado entre libros durante cientos de años, con esa mirada que solo aporta la experiencia del paso del tiempo. No dejaba de ser curioso ver a un joven de apenas 17 primaveras o una pequeña mocosa de 12, con ese aspecto de sabios curtidos por los años. O a un anciano milenario con las fuerzas renovadas. Pero lo que sin duda más llamó su atención y nadie pudo ignorar fue su piel. Una piel que cambiaba de tonalidad constantemente.
Para los Rondadores era como si las llamas ardieran en su interior. Rojos, amarillos y naranjas que luchaban subiendo y bajando a lo largo de todo su cuerpo. Pareciera que fueran a convertirse en carbón con el paso de los minutos y sin embargo su piel se mantenía templada y agradable.
Las Quebradoras del Alma adquirieron un tapiz de tonalidades cambiantes en verdes, que parecía reflejar el paso de las estaciones sobre las copas de los árboles. El efecto ondulante que se producía sobre su piel era de lo más hipnotizante.
Hoy es un buen día para contaros una historia. Y no será una historia cualquiera, no os dejará indiferentes. Os explicaré la leyenda de cómo una isla se partió en dos. Os relataré La Leyenda de Tierra Quebrada.
Cuenta la leyenda, que va pasando de boca en boca por los antiguos de Tierra Quebrada, que hace mucho, mucho, mucho tiempo existió la verdadera paz, que no habían espureos, que todo empezó con el poder.
Cuenta también que los antiguos guerreros combatieron contra ellos sin cuartel y consiguieron anularlos antes de la época Oscura. Sin embargo sus conocimientos se perdieron en los rumores del tiempo. Todo su legado, conocido como La Destrucción del Saber Espureo, fue recopilándose en la gran Biblioteca de Melk. Era una antigua leyenda y nadie sabía si realmente llegó a existir tal biblioteca, incluso se dudaba de la existencia de los espureos pero en cualquier caso era la única esperanza a la que aferrarse…
Eran tiempos prósperos en aquellas tierras. Los campesinos cultivaban sus campos sin aparente esfuerzo y las cosechas eran abundantes. Las mujeres parían rollizos retoños. Las efímeras estaciones transcurrían entrelazadas, pasando de la estación de las brumas a las grandes nevadas de la estación fría o a los apacibles y calurosos veranos. Los tiernos brotes daban paso a las flores y el verdor de los campos acababa en los acantilados al borde del mar. Si en algún momento el tiempo sufría un cambio imprevisto era casi imperceptible para la mayoría, pero aquel que notaba aquellas inoportunas variaciones poseía un gran poder.
Y fueron ellos los que dieron la voz de alarma. Comenzaron a avisar sobre el peligro que corrían todos, pero eran pocos y no les hicieron caso.
El aire comenzó a cambiar, las olas del mar rompían con más fuerza en las costas de aquellas tierras, los pájaros pasaban de largo hacia otras islas y el mal se cernía sobre nosotros sin que nos diéramos cuenta.
Yo era apenas una niña y, aunque sabía que no era como las demás, aun no había llegado el momento de conocer mi destino.
Y así fué como después de siglos de paz un grupo de indeseables que se hacían llamar Los Hombres del Rey, a pesar de que en Tierra Quebrada jamás había existido rey alguno, quisieron hacerse con el poder. Asaltaban pueblos buscando riquezas, mujeres y niños con los que formar un ejército y dominar la isla.
Con el fin de detener su avance, y viendo que no quedaba otra opción, el supremo Hacedor de Mapas creó el Gran Quebrado, el Cañón Mojado o como muchos la llaman la Gran Grieta y así evitó que dominaran todo el territorio de Tierra Quebrada. Desde entonces la grieta solo puede ser atravesada por los Rondadores, ya que no existe ningún puente capaz de cubrir la distancia que separa los acantilados. Y no descansan ni de noche ni de día buscando sin tregua el Mapa Cambiante, aquel que puede modificarse para borrar la grieta.
La Gran Grieta de Tierra Quebrada
Y aquí acaba una parte de la leyenda, pero tal vez sea el comienzo de la verdadera historia de Tierra Quebrada…
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