«Al despertar, Auri supo que faltaban siete días.»
Así comienza La música del silencio, novela escrita por Patrick Rothfuss y publicada por Plaza & Janés tras el éxito de los dos primeros volúmenes de la trilogía de La crónica del asesino de reyes: El nombre del viento y El temor de un hombre sabio.
Auri vive en las profundidades de la universidad de la que un día fue alumna, un lugar en ruinas lleno de largos pasillos, habitaciones abandonadas y lugares que a sus ojos sorprenden. En su mundo descubrimos la fragilidad de las cosas, del orden y del tiempo. Unos sótanos en los que cada día se presenta como un pequeño tesoro, en el que hacer las cosas del modo correcto es la única posibilidad que contempla.
Esta es la historia resumida de La música del silencio si la leemos sin conocer la obra de Patrick Rothfuss, ni a Kvothe.
Perfectamente podríamos dedicarle un tiempo sin saber nada más y descubrir un libro que tal vez te guste o tal vez no, pues deberás estar dispuesto a leer algo que sin duda se sale de lo habitual, a intentar conocer un poco a un personaje que oculta más de lo que desvela. Comprender a Auri en su totalidad es algo que de momento solo Rothfuss sabe si llegaremos a hacerlo algún día, o tal vez ni siquiera él. Permitidme que desee no llegar a revelar la totalidad de sus secretos. La magia de Auri está precisamente en su aura de misterio. Y me gusta tal cual.
Cuando supe que iba a salir a la venta «La música del silencio» un cosquilleo recorrió mi estómago. Claro que deseaba saber más del mundo de Kvothe, por supuesto que odio las esperas entre volumen y volumen que lo único que provocan son lagunas, olvidos que obligan a releer, rebuscar entre páginas o evocar detalles junto a algún buen amigo al que la memoria le funcione mejor que a mí. Al leer el prólogo del autor en el que me avisaba de que «tal vez no quieras comprar este libro», no consiguió otra cosa que despertar más mi curiosidad y decidí iniciar una lectura minuciosa. Si únicamente iba a descubrir una pequeña parte de la vida de Auri en esta entrega, pero estaba tan bien escrita como sus predecesoras, más valía prestar atención.
Es ciertamente una lectura diferente, no sigue los clásicos parámetros de una novela con su introducción, nudo y desenlace. Un único personaje revela sus acciones, sus pensamientos y sus sueños que nada tienen que ver con lo que se espera de una joven. Al principio es extraño moverte por la subrealidad en la que vive Auri, pero una vez consigues entender su forma de actuar es como si tuvieras la imperante necesidad de ponerte a recoger toda la casa y colocar cada cosa en el sitio que le corresponde y no en otro. ¿Horrible no?, tranquilos los efectos secundarios de la lectura no son permanentes.
Entre los lectores incondicionales de Rothfuss, La música del silencio ha provocado reacciones dispares. Como bien avisa el autor en el prólogo de la novela, los hay que sacan sapos y culebras por su boca al no haber encontrado entre sus páginas una continuidad en la trama de Kvothe y se empecinan en reclamar el último volumen de la trilogía si o si. Pero también hay quién ha saboreado la delicada, profunda, sutil y sencilla prosa de Patrick, así como la magnifica traducción de Gemma Rovira.
Merecerá una segunda lectura…
Enja, desde las lejanas tierras del sur, también nos ha enviado sus impresiones:
«Pese a la advertencia del autor esta pequeña historia de Auri sí podría tener sentido sin conocer El nombre del viento y El temor de un hombre sabio. Eso sí, fuera de ese contexto pudiera parecer la descripción desordenada de una persona con serios problemas psicológicos.
Sólo la magia, enmarcando La música del silencio en su contexto literario, justifica sobradamente lo que, de no ser así, podrían parecer conductas compulsivas patológicas.
Si bien es cierto que hasta las últimas páginas esa magia apenas se deja adivinar, la profundidad psicológica del personaje de Auri, que apenas intuíamos en los libros anteriores, queda sobradamente construida, sugiriendo una mayor complejidad que sólo puede aumentar la ansiedad por conocer lo que nos deparará el resto de la historia de Kvothe.
En mi humilde opinión,
Enja»