Cuando las estrellas cantaron por primera vez, los mundos se crearon.
Mundos que conocéis… y los que no conocéis.
La Melodía Verdadera vibró en el firmamento, y tras ella, nacieron los Guardianes.
Fueron creados con la luz más ardiente de todas. La energía más elevada.
“…y en su pecho brilló el alma más poderosa…” Una luz guardiana del secreto más profundo: La Sabiduría Ancestral.
Y para un alma con semejante poder, se necesita un cuerpo de igual magnitud. Un recipiente fuerte y titánico.
En el año 2014, donde los dígitos suman siete, se hizo una exposición de pintura, titulada “El Despertar”, donde se contaba el origen de los mundos y sus trece Guardianes. Se relató que cuando despertaran al año siguiente, el mundo se sumiría en un caos, para restaurar el equilibrio. Un caos de catástrofes naturales, donde los cuatro elementos, violentas lluvias, vientos, volcanes y terremotos, serían los protagonistas por todas partes.
La Tierra se ha desestabilizado. La energía negativa pesa demasiado, y hay que renovar el ciclo una vez más, pues la “civilización” llama evolución a la destrucción de la vida.
No somos dueños de nada. Formamos parte de la Tierra, no estamos sobre ella.
Y cuando se enfada y requiere un cambio, ellos aparecen.
Dicen que lo que das, recibes.
Y lo que se está transmitiendo a nuestro mundo, no es precisamente amor. Por lo tanto, lo que estamos recibiendo, no es precisamente amor.
Es la furia de un volcán despierto. Es la ira del temblor de la tierra. La sacudida. Una reprimenda. Un “¡eh!, que no eres tú solo ante todo”.
Vendavales barriendo, lluvias limpiando, terremotos sacudiendo para que despertemos y el fuego purificando para que todo comience desde cero.
Pues todo tiene un comienzo…
Un nido. Un dorado nido que resguarda lo más valioso de los mundos desde la penumbra. Una penumbra fresca, bajo la frondosidad exagerada de un bosque libre, sano y gigantesco.
Un brote de vida. Un movimiento suave y dulce. Un titilante empujón. Una contracción, querer nacer.
La vida se abre paso, en este caso, el huevo eclosiona. La luz dorada sale con un destello, y tras la luz dorada, se asoma una cabeza de enroscada cornamenta.
Un guardián ha nacido, y eleva su cabeza hacia el firmamento. En el instante en que recibe la luz de las estrellas, obtiene la Sabiduría de los Ancestros.
El guardián se desprende de su cuna, quebradiza y frágil, esparcida en pedazos a su alrededor.
Y empieza la aventura.
Vivir. Dicen que es difícil… yo digo que vale la pena.
Es un guardián muy joven, pero sus poderosas patas lo hacen emprender una carrera a una velocidad vertiginosa, recorriendo senderos de otros mundos, en tierras donde los dragones nunca perecieron.
Sus alas están impacientes por desplegarse y lanzando gañidos de emoción, sacude la cabeza con fuerza. Su voz, oída por vez primera, despierta en él el ansia de alcanzar el linde del bosque, lejos de la protección y el calor de su cuna.
Cuando el último árbol queda tras él, las colinas se extienden hasta donde alcanza la vista y el amanecer baña su mundo con luz de oro, dándole la bienvenida.
Su carrera se intensifica, llegando a un saliente que lo hace frenar. Se oye agua, una cascada en la pared del saliente. Agua… la portadora de vida.
Frente a él se presenta su hogar, montañas muy lejanas y las copas de titánicos árboles, que intentan alcanzar el cielo desde allá abajo, muy abajo.
Se lanza al vacío y roza las copas de los más altos con sus patas y el final de su cola. Extiende las alas y el aire llena el hueco que forman sus membranas, frenándolo de sopetón. Se estira cuan largo es y todo su cuerpecito se coloca en posición de vuelo. Parece sonreír.
Y quién no lo haría… está volando.
Sacude con fuerza las alas, primero rápidamente y con fuerza, para ganar velocidad y altitud, después más pausadamente, con parsimonia.
Sabed que, la belleza de aquel lugar, es inigualable.
En lo alto del cielo, hay tres puntos brillantes. Un triángulo.
Tres puntos dorados en un cielo dorado. No es fácil de distinguir, pero los tres puntos comienzan a girar rápidamente, y dando vueltas, emiten un sonido muy potente. La energía que desprenden las esferas las transforma en un triángulo giratorio, una energía tan poderosa, que se dobla y emerge otro triángulo de éste. Pero invertido. Por lo tanto, se trata de una estrella de seis puntas. El seis. El cambio.
El centro de la estrella brilla. El guardián puede ver algo en su interior.
Vuela hacia allí y atisba un paisaje nuevo. Parecido a su hogar, pero comprende muy bien que no se trata de su precioso mundo.
Sabedor de que ha nacido bajo la forma de un guardián, concibe que ese es su destino.
Estando ya muy cerca de la estrella que se ha convertido en un portal a otro lugar, se da cuenta de que está rodeado por seres como él. Todos acuden a la llamada.
Éstos son mucho más grandes. Más poderosos. Más ancianos. Dragones blancos con el rostro oculto tras un yelmo de plata.
Los primeros soldados del equilibrio del universo. Los Trece.
Y todos, con un mismo destino.
Mantener el equilibrio de los mundos.
Y uno de esos mundos, está sumido en el caos, su equilibrio está roto y hay que restaurarlo.
A ese mundo lo llamas Tierra. Y sé que es tu hogar.
Ha llegado la Nueva Era. El Resurgir de los Guardianes.
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