Podría, si quisiera, arrancarte el corazón ahora mismo y dejar tu cuerpo a los lobos.
Hoy os hablaré de La Espada de Shannara, el primer libro de la saga Crónicas de Shannara del escritor Terry Brooks.
Si tienes pensado leer el libro, cosa que deberías plantearte seriamente si aún no lo has hecho, te recomiendo que no sigas leyendo. Lo que se contará a continuación revelará actos que ocurrieron en la lucha contra el Señor de los Brujos, detalles que ni los guerreros más exper9imentados querrían conocer antes de tiempo.
Una huida desesperada.
Val Sombrío era un pequeño y tranquilo rincón de las Tierras del Sur hasta que las cosas empiezan a ponerse feas con la llegada de los Portadores de la Calavera. Aparecen en busca de Shea, un joven aparentemente normal que, sin saberlo, está destinado a salvar a toda la humanidad de un horrible final.
Siendo de otra forma la historia tendría poco futuro ya que nadie quiere salvar a la humanidad de algo que no sea un horrible final (N.T.)
Sin embargo, Shea y su hermanastro Flick consiguen escapar en el último momento gracias al aviso de Allanon, una suerte de historiador con habilidades poco comunes como lanzar rayos por los ojos o dormir la siesta, y huir hasta el Anar para emprender la búsqueda de la Espada de Shannara.
El asalto a la fortaleza.
Las posibilidades de éxito con Shea, Flick y Menion en la expedición son más bien escasas. Afortunadamente, dos elfos, un enano y el príncipe de Callahorn se unen al grupo justo a tiempo para evitar un desenlace de consecuencias inenarrables.
A lo largo del camino hacia la fortaleza de los druidas la expedición debe enfrentarse a emboscadas de los exploradores gnomos, al monstruo de Wolfsktaag y a otros muchos peligros sólo para descubrir que la espada de Shannara ya no se encuentra en la fortaleza de los druidas.
La situación no es mucho mejor en las Tierras del Sur dónde la amenaza del ejército del Señor de los Brujos se cierne, como la oscuridad, sobre todas las ciudades libres.
De mal en peor.
Como suele ocurrir en los momentos de mayor necesidad el grupo acaba dispersándose a los cuatros vientos. Y toda esperanza de encontrar la espada, a Shea, o detener el avance de los ejércitos parece perdida.
Traidores, princesas y ladrones.
Menion se dedica a salvar princesas en apuros y ciudades sitiadas aunque al parecer sin demasiado éxito. La ciudad isla de Kern acaba cayendo bajo el poder del Señor de los Brujos poco después de que consigan evacuarla en un descabellado, a la par que efectivo, plan.
Balinor, Durin y Dayel intentan reorganizar la Legión Fronteriza para detener el avance de los ejércitos del norte y recuperar la ciudad de Callahorn de las manos del traidor y místico Stenmin.
Mientras tanto Flick consigue hacerse pasar por gnomo durante varios días en un campamento lleno de rock trolls, gnomos y otros enemigos aún más peligrosos y rescatar a Eventine, rey de los elfos. Y todo eso sólo con un poco de pintura amarilla y sin ningún tipo de entrenamiento militar.
Pero la situación se torna aún más desesperada cuando las defensas de Callahorn empiezan a ceder ante las continuas oleadas de gnomos y rock trolls.
La última defensa de las Tierras del Sur está a punto de ceder y no hay ni rastro de los ejércitos elfos y enanos que debían ayudarles a combatir el mal. Siguen tranquilamente esperando el fin del mundo sentados en su sofá.
Un viaje al infierno con final feliz.
Por su parte, Shea, se entretiene persiguiendo a Orl Fane, un gnomo que ha conseguido arrebatarle la Espada de Shannara y con ella la última esperanza para derrotar al mal. Con la ayuda de Kelset y Panamon cruzan tierras de una belleza salvaje y mortal hasta la fortaleza del Señor de los Brujos dónde consiguen recuperar la espada, enfrentarse al mal y vencerlo.