Ene 102014
 

Ha llegado el momento de demostrar tu valor al mundo. Afila tu espada, prepara tu armadura y lánzate a la aventura. Ahora es el momento de sacar el escritor que llevas dentro.

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Hobbits, pequeños, peludos y siempre sonrientes. Dragones, inmunes a toda clase de magia, eternos, oscuros, pero sobretodo peligrosos. Elfos y humanos, orcos y gnomos, unicornios, kenders, trolls y esos apestosos enanos, gruñones y avariciosos como ningún otro ser.

Podría pasarme el resto de la eternidad relatando historias de unos y otros, sus guerras, sus pasiones, las peores de sus pesadillas o sus mayores logros, pero no serían más que historias contadas por un viejo al que poco tiempo le queda ya. Y a cualquier historia hay que darle vida, hay que sentirla, hacerla fluir. Uno empieza pensado en extensos valles de un verde profundo y fresco, al momento le añade un pequeño bosque cerca del riachuelo de aguas cristalinas que desciende con furia desde las escarpadas montañas del hielo eterno. Los pajaros y otros seres voladores le añaden un toque de sonido, de vida, y eso es algo que un viejo moribundo no puede hacer. Ese será tu trabajo joven aprendiz. Durante años mis pasos te han guiado hasta los rincones más lejanos de este extraño mundo contemplando todo cuanto ocurría en él, esperando tu momento y al fin ha llegado. Debes terminar mi obra, debes evitar que este mundo se pierda en el olvido sino todo estará perdido para siempre.

-En algún momento aparecerá un héroe que se alzará para luchar por la libertad pero todo será en vano si nadie recuerda lo ocurrido, si nadie sabe porque ocurrió y nuestro mundo estará condenado a repetir una y otra vez su trágico final.

-Tu pluma será la fuerza que guiará los pasos de los héroes del futuro. Tus palabras el acero que derribará muros y atravesará armaduras, tus historias los ejércitos que derrotarán al mal. Pero debes darte prisa, quedan muchas historias por contar y muy poco tiempo para hacerlo.

En ese momento el viejo peregrino guardó silencio. Ahora era el momento de retirarse a descansar, un descanso eterno pero merecido después de incontables travesias surcando los mares más lejanos, de miles de aventuras vividas en remotas tierras de donde pocos humanos habían vuelto con vida y menos aún podían relatar lo ocurrir.

Ansiaba poder sentarse en un sofa junto al fuego en su pequeña cabaña de madera, enceder su pipa y disfrutar de una larga calada tras otra sin otro propósito que observar lentamente el paso inexorable del tiempo. nadie le esperaba, nadie lloraría su muerte. Con suerte el joven aprendiz estaría muy lejos de allí cumpliendo una profecía de la que no conocía ni tansiquiera su existencía. Pero así debía ser, era inútil intentar borrar un futuro que ya estaba escrito desde hacia muchos siglos.

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