Dic 292014
 
 29 diciembre, 2014  Publicado por a las 11:11 2 comentarios »
Survival Zombie: Lost Archives son una serie de posts ficticios basados en los Real Games de WRG y las Survivals Zombies organizadas por todo el territorio español.
Cornelius Tamphels, es el encargado de investigar cada nuevo brote y su misión es descubrir porque, cuando y dónde tendrá lugar el siguiente.
Si quieres participar te recomiendo que consultes la página oficial. www.survivalzombie.es dónde encontrarás, todas las fechas y lugares de las siguientes infecciones.

-Como me gusta el olor del napalm por la mañana.

Esas fueron las primeras palabras que oía después de varias noches inconsciente. Y no me sorprendió tanta falta de originalidad proviniendo de Pablo. Nunca había tenido más imaginación que la que pueda tener un piedra que ha vivido toda su vida en un desierto de arena.

-¿Qué tal has pasado las últimas noches con Indie Cornelius?

¿Indie? ¿Quién coño era Indie? Y por qué Pablo sentía la necesidad de compartir su asquerosa sonrisa conmigo. ¿Le gustaba ver como me retorcía en esa camilla después de cada inyección?

-Dr. Indie ¿como está nuestro paciente hoy?

-Bien, parece que aguanta todos los retroantivirales que he probado con él. Me estoy divirtiendo como nunca antes capitán.

-Si, si todo eso me parece de lo más bonito, y en cuanto acabe el trabajo nos pasamos por una tienda de juguetes y le compró uno nuevo pero necesito el virus y lo necesito ya.

-Eso no será tan fácil. En cuanto abandona su cuerpo el virus muta y se convierte en un simple virus Z, por eso todos aquellos a los que muerde se transforman sin más en vulgares apestosos. Parece ser que lo único que mantiene con vida al virus es Cornelius, al menos de momento.

-Explíquese.

-El virus está empezando a cambiar dentro de su propio cuerpo y en pocos días será uno más de ellos. No se puede hacer nada para evitarlo.

-Entonces consígame ese virus antes de que sea demasiado tarde, sino no va a haber juguetes nuevos, solo dolor, mucho dolor.

Pero ya era demasiado tarde para todos. La explosión del camión en la entrada de los túneles disparó todas las alarmas.

Survival Zombie - Búnker

Los militares de La Corporación habían llegado hasta su objetivo. ¿Como podían haber cometido un error tan grave a estas alturas? ¿Quién había cogido un camión de WRG para escapar de Ayllón?

No había tiempo para tantas preguntas, había que preparar las defensas y buscar una salida.

Cornelius oía a lo lejos las explosiones y las balas. Los hombres de Pablo estaban bien entrenados y su posición defensiva dentro de este búnker abandonado parecía segura. Ni siquiera una explosión sería suficiente para derribar estos muros.

Las defensas exteriores habían caído tras el primer asalto. Todo, tal y como estaba planeado. Los francotiradores habían realizado a la perfección su trabajo y los dos equipos de asalto se habían encargado del resto, pero no habían podido evitar que dieran la alarma y cerraran las puertas.

Les llevaría mucho tiempo poder entrar en el búnker. Demasiado si no querían llamar la atención más de lo necesario. Y tampoco sabían si el objetivo estaba dentro o no. Tomaron posiciones en todo el perímetro y se limitaron a esperar. No podían hacer otra cosa.

La situación dentro del búnker tampoco era mucho mejor. No estaban preparados para recibir un ataque tan rápido y las reservas de cerveza y agua no les permitirían resistir más de dos o tres días.

Si los militares de La Corporación jugaban bien sus cartas solo tenían que sentarse y esperar. El hambre y la sed harían el resto.

-Dr. Indie, ¡¡¡necesitamos a sus zombies ya!!!

-Pero, no están listos, no responden a ninguna orden.

-Eso da igual, estamos aquí atrapados como ratas y si no hacemos algo pronto ya nada importará. Estaremos todos muertos.

-Sección 5 hasta las 27. Hay 10 zombies por sección, le recomiendo que no se acerque demasiado a ellos, llevan días sin comer.

-Ruper, Rudfolf, conmigo, vamos a lanzar a esos cabrones de ahí fuera un par de hordas de zombies para que se diviertan y aprovecharemos para acabar con todos.

Las puertas del búnker se abrieron de par en par. Era una invitación que no podía ser rechazada.

-Equipos de asalto 1 y 2, preparados para entrar. Equipo de demolición, preparad el terreno por si hay que salir corriendo. Águila 1 y 2, controlad el perímetro.

Las puertas empezaban a cerrarse de nuevo, no tendrían otra oportunidad para entrar y no podían quedarse a esperar. Nadie sabía lo que se iban a encontrar una vez cruzadas las puertas, pero ninguno de ellos esperaba ver ese horror. Ya no había marcha atrás y dentro, en lugar de enfrentarse a unos pocos mercenarios, tenían una horda de zombies que se dirigía hacia su desayuno. Los casquillos empezaron a rebotar sobre el suelo de cemento, eran demasiados, no iban a poder controlarlos a todos. Los soldados empezaron a correr por el laberinto de pasillos sin rumbo fijo. La horda, hasta ahora controlada, giró inesperadamente atrapando a dos de los hombres de Pablo que iban en la retaguardia. Sus gritos, mientras cinco zombies desgarraban sus carnes, llegaron hasta el último rincón.

Algo no estaba saliendo como habían planeado, la horda se había descontrolado.

-Capitán, capitán, he localizado al objetivo. Sección 5, laboratorio 5, está con un pequeño hombrecillo con bata blanca. Hay varios guardias en la puerta.

-Todos a la sección 5. Si es necesario volaremos este búnker desde el interior. Cornelius no debe salir con vida de aquí.

No eran los únicos que se dirigían a la sección 5. Cientos de zombies seguían los pasos de Pablo y sus hombres, el encuentro era inevitable.

La primera explosión convirtió el pasillo en un infierno de llamas, y toneladas de piedra y cemento cayendo sobre los desafortunados que seguían en él.

La segunda explosión derrumbó los muros justo en la puerta de entrada, ya no había escapatoria para nadie.

La tercera explosión, cerca del laboratorio 5 provocó un efecto en cadena, una gran bola de fuego que recorrió todos los pasillos calcinando por igual a soldados, mercenarios y zombies. Ni siquiera un zombie podía soportar 5000ºC de temperatura. Todo quedó reducido a cenizas en apenas unos segundos.

No había nada heroico en la muerte de Cornelius. Llevaba toda una vida persiguiendo zombies para acabar convertido en uno de ellos y morir lejos de todos aquellos a los que amaba, si es que alguna vez había habido alguien. Morir en un remoto lugar dentro de un búnker y atado a una camilla que apenas podía aguantar su peso. La última cara que vería en esta miserable vida sería la de Ralf.

Tal vez fuera mejor así, al fin dejaría de sufrir. Ya no tendría que huir más. Su lucha había terminado.

La Corporación había ganado esta batalla, pero no sería la última. Cientos de zombies habían escapado a su control en Ayllón y la resistencia seguía luchando por su libertad, solo… necesitaban un poco más de tiempo y Cornelius se lo había dado.


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Dic 152014
 
 15 diciembre, 2014  Publicado por a las 11:11 Sin comentarios »
Survival Zombie: Lost Archives son una serie de posts ficticios basados en los Real Games de WRG y las Survivals Zombies organizadas por todo el territorio español.
Cornelius Tamphels, es el encargado de investigar cada nuevo brote y su misión es descubrir porque, cuando y dónde tendrá lugar el siguiente.
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Ese laboratorio se parecía más a un vertedero que a unas instalaciones en las que experimentar con un virus que podía acabar con toda la humanidad. Los fluorescentes, como en las películas malas de terror no dejaban de parpadear y emitir un molesto zumbido. La humedad que se filtraba por las paredes tampoco ayudaba a convertir ese antro en un lugar acogedor y debajo de la única luz de ese pequeño cuartucho estaba él, el doctor.
Survival Zombie - Cuartucho de tortura
Los dos hombres seguían arrastrando el cuerpo inconsciente de Cornelius por el pasillo. El doctor estaba impaciente, quería empezar a trabajar cuanto antes.

Una luz cegadora le despertó. Aún tardó un par de segundos más antes de poder ver la cara de ese tipejo que estaba a punto de inyectarle alguna especie de algo de color azul. Y Cornelius odiaba el color azul, pero odiaba mucho más que algún tarado estuviera jugando con su cuerpo y pinchándole con una aguja. Su reacción instintiva fue intentar agarrarlo por el cuello con un movimiento rápido y ágil de su mano derecha solo para comprobar que alguien se había tomado la molestia de atarlo en una camilla que apenas se sostenía en pie. Sin embargo eso era suficiente para mantenerle quieto mientras esa rata de laboratorio seguía inyectándole suero de color azul.

Seguía atontado, seguramente porque también se habrían tomado la molestia de ofrecerle un gintonic con suficiente sedante como para que durmiera todo el camino de regreso. Nadie quería ver como los dedos de su mano menguaban y mucho menos ver la solución de Pablo para controlar el problema. Tal vez debería haber empezado por Pablo y arrancarle el dedo del gatillo, eso habría suavizado las reacciones de los demás.

Ayllón quedaba lejos. Fue una pesadilla para los pocos supervivientes que lograron salir con vida y para los militares de La Corporación. Sin fuegos artificiales resulta algo más complicado controlar a hordas de zombies hambrientos y al parecer eso no era lo único que habían preparado los chicos de WRG para la ocasión. Estaban experimentando otras mutaciones y los resultados podían ser realmente espeluznantes.

Quijorna ya era solo un mal recuerdo en la memoria. Viendo sus opciones ya no le parecía tan buena idea ofrecer su cuerpo a la ciencia para salvar a la humanidad. Y al parecer tampoco quedaba nadie interesado en salvarla. Ahora lo único importante era el dinero y el poder…aunque ¿cuando había dejado de serlo?

Se encontraba atado a una camilla, con un tipo calvo y bajito sonriendo cada vez que acercaba su apestosa cara para controlar la dilatación de sus pupilas y el pulso de su corazón. La habitación era demasiado pequeña para que hubiera ningún guardia dentro pero seguro que tras la puerta blindada de 5mm de espesor nadie le recibiría con una tarta de cumpleaños. Tampoco había ninguna ventana ni ningún sistema de ventilación. Eso podría explicar el sofocante calor que hacía en la estancia y el olor a rancio. Aunque eso tal vez fuera cosa solo del científico bajito y sus juguetes.

Y en el mejor de los casos, considerando que pudiera llegar a arrancarle un dedo o un brazo entero de un mordisco al científico, derribar la puerta de 5mm de acero galvanizado y reducir a los guardias que estuvieran esperándole al otro lado no tenía ni la más remota idea de donde se encontraba.

Cada minuto que pasaba tumbado en la camilla le parecía peor la idea de Quijorna. ¿Qué había salido mal? ¿Cómo habían podido escapar Pablo y sus hombres de las hordas de zombies y de los militares de La Corporación? ¿Cómo había acabado en un sótano apestoso sin luz y jugando a médicos y enfermeras con el pequeño Ralf, un loco tarado que no paraba de sonreír?

Un pinchazo le recorrió toda la espalda, no lo pudo aguantar y soltó un grito escalofriante.

-Tranquilo, le susurró el pequeño Ralf al oido- Esto solo acaba de empezar y te puedo asegurar que te va a doler mucho más.

Nadie vendría en su ayuda y los únicos que estaban buscándole tampoco le iban a traer tarta de cumpleaños para celebrarlo, se conformaban con llevarse su cabeza y poco más.


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Dic 082014
 
 8 diciembre, 2014  Publicado por a las 11:11 Sin comentarios »
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De entre todas las ciudades y pueblos de España tenían que haberme traído hasta Ayllón. Estaba claro que La Corporación no iba a quedarse de brazos cruzados mientras Pablo y sus hombres le quitaban delante de las narices una parte del pastel, pero ponérselo en bandeja tampoco era la mejor idea.

Hacía días que esa prueba estaba programada. Nadie debía saberlo pero el olor a podrido nada más llegar al pueblo tendría que haber disparado todas las alarmas. Eso y todos los militares que habían tomado posiciones en los puntos estratégicos para evitar que nadie abandonara el pueblo una vez empezara la fiesta.

A nuestro favor que ninguno de ellos nos estaba esperando, al menos no tan pronto ni en este remoto pueblo.

La nieve empezó a caer, amortiguando los gritos que se escuchaban a lo lejos. Cuando llegamos al bar ya estaba oscureciendo y los pocos habitantes del pueblo se habían refugiado en el calor de sus hogares sin saber que esta sería su última noche.

Otra vez los mismos gritos de terror, otra vez hordas de zombies devorando todo lo que encontraban a su paso. Entonces se abrió la puerta del bar y entraron siete militares. Cargaban con un objeto grade y pesado y su primer error fue pensar que toda la gente estaría ya huyendo de los zombies o encerrada en sus casas.

Su segundo error fue preguntar antes de disparar. Los mercenarios de Pablo sin embargo tenían bien aprendida la lección y antes de que el último de ellos pudiera cerrar la puerta las tres MK46 ya estaban silbando y repartiendo muerte a partes iguales.

No hubo tercer error.

Y al parecer teníamos la bomba en nuestro poder. Eso nos iba a facilitar el trabajo, solo teníamos que sentarnos y esperar a que los militares de La Corporación acabaran con los civiles y los zombies o dejar que fueran los muertos los que se dieran un festín hasta más allá del amanecer. Los civiles ya estaban perdidos antes de empezar la noche así que alguien tendría que llorar su estúpida e inútil muerte.

Survival Zombie - Población Civil

Esa noche no habría fuegos artificiales al final de la fiesta y eso era bueno para el negocio. Cientos, miles de zombies descontrolados que poco a poco irían debilitando las defensas del pueblo y al final acabarían por salir y propagar la infección. Para cuando alguien se diera cuenta de que la bomba no había explotado ya sería demasiado tarde. Preparar otra bomba, preparar otro equipo de contención o autorizar un bombardeo masivo sobre la zona. Ninguna opción solucionaría el problema.

Eso le daría a Pablo y a sus hombres el tiempo necesario para poner a punto a sus propios zombies o para encontrar una cura al virus, la elección era fácil, lo que diera más dinero.

En ninguna de las dos opciones Cornelius tenía un final feliz pero eso ahora mismo no era lo peor, el hambre había vuelto. Cada vez que lo hacía le golpeaba con más fuerza, su lucha interna por permanecer humano era cada vez más dura, el dolor mayor, el sufrimiento indescriptible. Tal vez había llegado el momento de dejar de luchar, de convertirse en uno de ellos y dejar de sufrir, abandonar el dolor y convertirse en uno de esos seres repugnantes a los que había perseguido durante toda su vida.

Una bofetada con la mano abierta le devolvió a la realidad y de paso le cruzó la cara con tal violencia que notó como la mandíbula se le desencajaba por momentos. Era ese estúpido al que llamaban GP. El mismo listo que nos había traído hasta Ayllón.

-Mírame- gritó a escasos centímetros de la cara de Cornelius.
-Hay que moverse y vamos a hacerlo ahora así que te necesito bien despierto.- Plaf, otra bofetada con el revés para asegurarse, el muy cabrón disfrutaba con su trabajo eso no se podía negar. Pero todos comenten el mismo error una y otra vez. Se confían, avanzan su posición y bajan la guardia, solo durante un segundo, o menos, suficiente para Cornelius, al menos para ese ser en el que se estaba convirtiendo.

La tercera bofetada no alcanzo su objetivo. En lugar de eso uno de los dedos de GP acabó entre sus dientes.

-Ahhh, el muy cabrón me ha arrancado un dedo. Voy a matarlo, voy a…

Tres disparos fueron suficientes para acabar con su dolor y zanjar el tema del dedo sin armar más escándalo. Aún no habían abandonado el pueblo y había demasiados zombies en los alrededores como para llamar su atención más de lo necesario.

Pablo sabía cerrar este tipo de problemas de manera expeditiva.


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Dic 032014
 
 3 diciembre, 2014  Publicado por a las 11:11 Sin comentarios »
Survival Zombie: Lost Archives son una serie de posts ficticios basados en los Real Games de WRG y las Survivals Zombies organizadas por todo el territorio español.
Cornelius Tamphels, es el encargado de investigar cada nuevo brote y su misión es descubrir porque, cuando y dónde tendrá lugar el siguiente.
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Era una noche fría y oscura. Demasiado pronto para que diera comienzo la fiesta y demasiado tarde para que los que no hubieran abandonado el pueblo pudieran hacerlo ya. Cornelius paseaba tranquilo por el parque. Estaba seguro que los mercenarios y militares de La Corporación ya habrían llegado y estarían soltando Z’s en las calles principales.

Demasiado previsibles.

Los hombres de Pablo también estaban allí, esperando su momento. Sabían que si jugaban bien sus cartas hoy sería una noche decisiva para ellos. Conseguir el virus, golpear a La Corporación y recuperar a Cornelius en una misma noche. La navidad había llegado antes de lo esperado. Sin embargo había demasiada gente. Quijorna no es como Madrid, ni siquiera como la Puerta del Sol en hora punta. Era tarde, lloviznaba y hacía un frío de cojones y a pesar de todo eso las calles estaban llenas de gente, de curiosos que parecían que estaban esperando algo que muy pronto iba a ocurrir.

Había llegado la hora.

Cornelius empezó a caminar sin prisa hacia ese pequeño bar de la esquina donde tenía que encontrarse con Pablo. A los pocos segundos se escuchó el primer grito que rompió el tenso silencio de la noche. Un grito desgarrador, la fiesta había empezado antes de lo previsto y esa mujer había sido la primera invitada al banquete. Ahora las cosas empezarían a ponerse feas de verdad y Pablo no lo tendría nada fácil para salir con vida del pueblo. Como siempre WRG había mandado a sus mejores hombres para zanjar el tema de una vez por todas.

Casi tan rápido como los primeros infectados, aparecieron unos locos que pretendían tener la cura para el virus, una especie de secta que ofrecía protección y cobijo a los desvalidos. Aunque la única protección efectiva en estos casos es tener muy a mano una Ak-47 y salir pegando tiros del pueblo. Aceptando que esos tipos no se hubieran fumado nada raro y pudieran realmente controlar el brote en menos de una hora La Corporación, después de haberse divertido un rato y volver a comprobar que no podía controlar una infección ni en un pueblo de reducidas dimensiones, haría estallar la bomba.

No habían aprendido nada de todas las pruebas anteriores. Siempre en un brote zombie hay algo que se descontrola, algún zombie que decide abandonar la fiesta y salir a pasear a su aire, gente que no está donde debería estar, militares que al ver a su primer zombie en lugar de disparar empiezan a correr…demasiadas cosas pueden salir mal como para que se puedan controlar y restablecer el orden una vez soltadas las hordas asesinas. Demasiadas.

Ya casi había llegado. Otra de las innumerables ventajas de estar infectado, uno puede pasearse entre las hordas como si estuviera de fiesta un sábado por la noche y no hace falta ni ponerse a gruñir, ellos hacen todo el trabajo sucio. Por el camino habían caído otros cuatro civiles. La abuelita del quinto, incapaz de correr y demasiado curiosa como para acercarse a ver sin las gafas de lejos; no había mucha carne pero la horda estaba hambrienta. El repartidor de pizzas, nadie le había avisado que repartir pizzas en medio de un apocalipsis zombie se considera un trabajo de alto riesgo, debería haber pedido un aumento de sueldo y una moto algo más rápida. Y luego estaban esos dos tipos raros, vestidos con sus capas blancas e invocando a Los Hijos de la Luz. Fue incluso divertido ver como intentaban parar a cientos de zombies hambrientos haciendo figuritas con las manos en el aire. Os lo advertí, mejor usad un subfusil de asalto. Solo tenéis que apuntar bien a la cabeza.

Allí estaba, esperando, sentado en una de las esquinas del bar como si nada de lo que ocurría fuera de esas cuatro paredes le importara lo más mínimo. Sus hombres luchaban y morían, los mercenarios de La Corporación también. La resistencia y esos locos de la luz hacían lo propio. Los zombies indiferentes a la lucha que se estaba librando seguían su camino en busca de más comida. El aperitivo de abuelita no había estado mal pero tocaban a poco por cabeza. Algunos ciudadanos se creían a salvo tras las resistentes puertas de sus casas. Aguantarían más que los que se aventuraban por las calles de Quijorna pero era solo cuestión de tiempo, algo que cada vez escaseaba más y más.

El plan de Cornelius estaba funcionando a la perfección. Los hombres de Pablo y los militares y mercenarios de La Corporación estaban acabando unos con otros, la resistencia aportaba su granito de arena a la lucha y luego estaban esos… bueno, esos locos de la luz intentando quitarles la comida a los hambrientos zombies. Que desconsiderados, tal vez tendría que hacerles una visita y que comprobaran en sus carnes cuán efectivos eran sus métodos contra el virus Z. Lo que tenía totalmente desconcertado a Cornelius era la tranquilidad de Pablo. Esa mirada serena como si todo estuviera ocurriendo según lo planeado no le gustaba lo más mínimo. De pronto, aparecieron varios mercenarios por la puerta trasera.

Survival Zombie - Militares minando el perímetro
-Señor está todo a punto. Todo el perímetro está minado y los explosivos colocados en intervalos de 2 metros. Nadie va a salir con vida de este pueblo, ni militares, ni nadie de la resistencia, ni ninguno de esos tipos con capas blancas.

-Perfecto, ha llegado el momento de largarse y empezar nuestra propia guerra. Ordenad que todos los hombres que sigan con vida se replieguen y se dirijan al punto de extracción Z-21

-¿Punto de extracción?- soltó Cornelius demasiado sorprendido para poder mantener la boca cerrada.

-Si apreciado Cornelius, este túnel nos sacará del pueblo a todos sin tener que andar jugueteando con esos apestosos ni con los zombies. Tal y como habías dicho ¿Qué podría pasar en un pueblo tan pequeño? Entrar, coger el virus y salir. Sencillo, sin fisuras y como siempre un paso por delante de ti. La inteligencia nunca fue tu mejor habilidad y ahora….- Zas, un directo a la mandíbula lo dejó inconsciente. Segundos más tarde volvía a estar atado y dentro de un saco camino de algún lugar bajo las calles de Quijorna.

En pocas horas todo el mundo estaría muerto y los amigos de La Corporación se llevarían una buena sorpresa, su bomba no era la única esa noche.


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Nov 242014
 
Survival Zombie: Lost Archives son una serie de posts ficticios basados en los Real Games de WRG y las Survivals Zombies organizadas por todo el territorio español.
Cornelius Tamphels, es el encargado de investigar cada nuevo brote y su misión es descubrir porque, cuando y dónde tendrá lugar el siguiente.
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Cornelius era su mejor carta.

Si quería destruir a La Corporación y hacerse con una parte del pastel tenía que conseguir ese virus. Luego ya decidirían si se dedicaban a buscar una cura para desmantelar todas las operaciones de WRG de un solo tiro o si producían ellos mismo sus propios Z’s. Y a decir verdad a Pablo le gusta más la segunda opción.

Nunca había sido un militar de carrera, lo único que le importaba era el dinero y el oficio de mercenario se le daba bastante bien pese a sus sesenta y pico años. Sabía que no sería así siempre y esta era su oportunidad de jubilarse con dinero suficiente para comprarse un pedacito de isla en algún lugar remoto. Solo tenía que ir a Quijorna, coger el virus y empezar a ganar pasta.

Era un plan simple, sin fisuras.

¿Qué podría pasar en un pueblo tan pequeño? Con 100 hombres le bastaría para controlar todo el perímetro y una vez dentro Cornelius ya no tendría escapatoria. Esta vez no habría engaños, no habría sorpresas.

-Vamos chicos hay que trasladar todo el equipo antes de que amanezca.

Survival Zombie - Bar Carretera

Había llegado el momento de equilibrar un poco la balanza. Cornelius tenía claro que los esfuerzos de la resistencia de momento eran insuficientes para plantar cara a La Corporación. Era cierto que muchas de sus acciones habían conseguido retrasar perte de los proyectos de WRG. Les habían costado mucho dinero y mucho tiempo pero su avance seguía imparable. Con la llegada de los hombres de Pablo la partida se ponía interesante. Si todo salía como tenía planeado después de Quijorna Pablo y sus hombres iban a luchar contra La Corporación y la resistencia solo tendría que esperar un poco más hasta ver cual de los dos conseguía el control absoluto y luego atacar con todas sus fuerzas. Eso les daría el tiempo suficiente para organizarse, conseguir armamento y empezar a trabajar en una cura para el virus. Al final esa era la única solución para acabar de raíz con el problema.

Era el momento de hacer la llamada. Todos tenían que estar allí ese fin de semana. Todos tenían que conseguir el virus.

Contactar con la resistencia no sería un problema, tenían una página en facebook. Quijorna, 29 de noviembre. Buscad una cura para el virus. Habrá sopa caliente, militares y zombies para todos.

Pablo estaba de camino, al fin y al cabo era un profesional y no iba a dejar nada al azar. Seguro que la mitad de sus hombres ya estaban trasladando material al pueblo y escogiendo las mejores posiciones para evitar que nadie entrara o saliera sin ser visto. Sin embargo cuando empezara la fiesta no iba a resultar demasiado complicado entra y salir entre hordas de zombies. Otra ventaja más de estar infectado y a punto de morir.

Contactar con la organización iba a ser el paso más delicado. A estas alturas del proyecto solo deseaban verlo muerto. Ya no necesitaban el virus de su cuerpo para nada, el negocio funcionaba a la perfección. Es cierto que al final habían abandonado la opción de controlar a los Z’s. Estaban muy cerca cuando ocurrió el accidente del laboratorio 5 y Cornelius escapó con la única muestra que quedaba de esa cepa. Seguramente lo habrían conseguido, y aún podrían conseguirlo si lograran capturarlo con vida, pero todo eso ya daba igual. Querían su cabeza y no importaba lo más mínimo si la acompañaba el resto del cuerpo o no.

Y Cornelius apreciaba que su cabeza siguiera encima del resto de su cuerpo, al menos el poco tiempo de vida que le quedaba. Le apetecía ver un amanecer más.

Si solo hubiera podido mandarles un mail como a los demás todo habría sido más fácil pero tal y como estaba la situación con la resistencia no se iban a tragar que el propio Cornelius les invitara a su fiesta. Eso sin mencionar que trasladar a todo un equipo operativo por un simple mail que podía ser una trampa de la resistencia no era la mejor de las ideas. No, el mensaje tenía que ser más contundente. Tenía que esperar a los hombres de negro.

Aparcó su recién adquirido seat familiar negro en el aparcamiento de ese mugroso bar de carretera. No tenía claro si allí tendrían el congelador lleno de sujetos para el laboratorio pero iba a averiguarlo muy pronto.

Apestaba como los demás. Una fina capa de suciedad cubría toda la barra y las pocas mesas que aún se mantenían en pie.

-Parece que ha habido pelea jefe- gritó Cornelius al dueño del bar.
-Nada por lo que preocuparse, un par de borrachos que no se tenían en pie.
¿Qué le pongo?
-Un pacharán con doble de hielo y doble de pacharán.
-¿Mala noche?
-Todas son malas para mí.

Cornelius se dirigió sin prisa al baño. Tal y como pensaba antes de que cerrara la puerta el camarero ya estaba llamando. Demasiado previsibles, tendrían que invertir algo más en recursos humanos, ya era la segunda o la tercera vez que les ocurría lo mismo en un bar de carretera y aún no habían aprendido nada. Esta vez tampoco lo harían.

Cornelius salió por la ventana y se dirigió a la puerta de entrada. Allí estaba, escondido detrás de la esquina con el bate de béisbol en la mano, esperando a su desprevenida presa, pero esta vez la presa se había convertido en cazador.

Subió al coche.

La cara del camarero al ver como un seat familiar negro irrumpía en su local y lo aplastaba contra la pared no dejaba lugar a dudas. Era real y le estaba pasando a él. Daba igual, ahora estaba con las dos piernas destrozadas y gritando como un cerdo.

-Veo que se te ha acabado el pacharán.
-Ahhh, VETE AL INFIERNO, estás loco y pagarás por esto.
-Al menos en algo tienens razón, estoy loco, en cuanto a lo de pagar…hace tiempo que lo hice. Tranquilo tú también te llevarás tu propina, pero antes deja que use tu teléfono un momento.- Cornelius se dirigió al teléfono, marcó rellamada y sin esperar a que el tipo del otro lado hablara le gritó QUIJORNA!!! y colgó.

Por si quedaba alguna duda seguro que el camarero se ofrecía voluntario para comunicarles su mensaje.

-Me permites.- ZAS, de un bocado le arrancó media mano. Seguía gritando como un cerdo.-
No malgastes energía, tú sufrimiento no ha hecho más que empezar. Ahora vas a visitar las instalaciones de La Corporación, no creo que desechen un ejemplar como tu.
Si te acuerdas cuando lleguen solo diles QUIJORNA, de todas formas te lo dejo escrito en la pared por si se te olvida.


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