Cornelius Tamphels, es el encargado de investigar cada nuevo brote y su misión es descubrir porque, cuando y dónde tendrá lugar el siguiente.
Si quieres participar te recomiendo que consultes la página oficial. www.survivalzombie.es dónde encontrarás, todas las fechas y lugares de las siguientes infecciones.
-Como me gusta el olor del napalm por la mañana.
Esas fueron las primeras palabras que oía después de varias noches inconsciente. Y no me sorprendió tanta falta de originalidad proviniendo de Pablo. Nunca había tenido más imaginación que la que pueda tener un piedra que ha vivido toda su vida en un desierto de arena.
-¿Qué tal has pasado las últimas noches con Indie Cornelius?
¿Indie? ¿Quién coño era Indie? Y por qué Pablo sentía la necesidad de compartir su asquerosa sonrisa conmigo. ¿Le gustaba ver como me retorcía en esa camilla después de cada inyección?
-Dr. Indie ¿como está nuestro paciente hoy?
-Bien, parece que aguanta todos los retroantivirales que he probado con él. Me estoy divirtiendo como nunca antes capitán.
-Si, si todo eso me parece de lo más bonito, y en cuanto acabe el trabajo nos pasamos por una tienda de juguetes y le compró uno nuevo pero necesito el virus y lo necesito ya.
-Eso no será tan fácil. En cuanto abandona su cuerpo el virus muta y se convierte en un simple virus Z, por eso todos aquellos a los que muerde se transforman sin más en vulgares apestosos. Parece ser que lo único que mantiene con vida al virus es Cornelius, al menos de momento.
-Explíquese.
-El virus está empezando a cambiar dentro de su propio cuerpo y en pocos días será uno más de ellos. No se puede hacer nada para evitarlo.
-Entonces consígame ese virus antes de que sea demasiado tarde, sino no va a haber juguetes nuevos, solo dolor, mucho dolor.
Pero ya era demasiado tarde para todos. La explosión del camión en la entrada de los túneles disparó todas las alarmas.
Los militares de La Corporación habían llegado hasta su objetivo. ¿Como podían haber cometido un error tan grave a estas alturas? ¿Quién había cogido un camión de WRG para escapar de Ayllón?
No había tiempo para tantas preguntas, había que preparar las defensas y buscar una salida.
Cornelius oía a lo lejos las explosiones y las balas. Los hombres de Pablo estaban bien entrenados y su posición defensiva dentro de este búnker abandonado parecía segura. Ni siquiera una explosión sería suficiente para derribar estos muros.
Las defensas exteriores habían caído tras el primer asalto. Todo, tal y como estaba planeado. Los francotiradores habían realizado a la perfección su trabajo y los dos equipos de asalto se habían encargado del resto, pero no habían podido evitar que dieran la alarma y cerraran las puertas.
Les llevaría mucho tiempo poder entrar en el búnker. Demasiado si no querían llamar la atención más de lo necesario. Y tampoco sabían si el objetivo estaba dentro o no. Tomaron posiciones en todo el perímetro y se limitaron a esperar. No podían hacer otra cosa.
La situación dentro del búnker tampoco era mucho mejor. No estaban preparados para recibir un ataque tan rápido y las reservas de cerveza y agua no les permitirían resistir más de dos o tres días.
Si los militares de La Corporación jugaban bien sus cartas solo tenían que sentarse y esperar. El hambre y la sed harían el resto.
-Dr. Indie, ¡¡¡necesitamos a sus zombies ya!!!
-Pero, no están listos, no responden a ninguna orden.
-Eso da igual, estamos aquí atrapados como ratas y si no hacemos algo pronto ya nada importará. Estaremos todos muertos.
-Sección 5 hasta las 27. Hay 10 zombies por sección, le recomiendo que no se acerque demasiado a ellos, llevan días sin comer.
-Ruper, Rudfolf, conmigo, vamos a lanzar a esos cabrones de ahí fuera un par de hordas de zombies para que se diviertan y aprovecharemos para acabar con todos.
Las puertas del búnker se abrieron de par en par. Era una invitación que no podía ser rechazada.
-Equipos de asalto 1 y 2, preparados para entrar. Equipo de demolición, preparad el terreno por si hay que salir corriendo. Águila 1 y 2, controlad el perímetro.
Las puertas empezaban a cerrarse de nuevo, no tendrían otra oportunidad para entrar y no podían quedarse a esperar. Nadie sabía lo que se iban a encontrar una vez cruzadas las puertas, pero ninguno de ellos esperaba ver ese horror. Ya no había marcha atrás y dentro, en lugar de enfrentarse a unos pocos mercenarios, tenían una horda de zombies que se dirigía hacia su desayuno. Los casquillos empezaron a rebotar sobre el suelo de cemento, eran demasiados, no iban a poder controlarlos a todos. Los soldados empezaron a correr por el laberinto de pasillos sin rumbo fijo. La horda, hasta ahora controlada, giró inesperadamente atrapando a dos de los hombres de Pablo que iban en la retaguardia. Sus gritos, mientras cinco zombies desgarraban sus carnes, llegaron hasta el último rincón.
Algo no estaba saliendo como habían planeado, la horda se había descontrolado.
-Capitán, capitán, he localizado al objetivo. Sección 5, laboratorio 5, está con un pequeño hombrecillo con bata blanca. Hay varios guardias en la puerta.
-Todos a la sección 5. Si es necesario volaremos este búnker desde el interior. Cornelius no debe salir con vida de aquí.
No eran los únicos que se dirigían a la sección 5. Cientos de zombies seguían los pasos de Pablo y sus hombres, el encuentro era inevitable.
La primera explosión convirtió el pasillo en un infierno de llamas, y toneladas de piedra y cemento cayendo sobre los desafortunados que seguían en él.
La segunda explosión derrumbó los muros justo en la puerta de entrada, ya no había escapatoria para nadie.
La tercera explosión, cerca del laboratorio 5 provocó un efecto en cadena, una gran bola de fuego que recorrió todos los pasillos calcinando por igual a soldados, mercenarios y zombies. Ni siquiera un zombie podía soportar 5000ºC de temperatura. Todo quedó reducido a cenizas en apenas unos segundos.
No había nada heroico en la muerte de Cornelius. Llevaba toda una vida persiguiendo zombies para acabar convertido en uno de ellos y morir lejos de todos aquellos a los que amaba, si es que alguna vez había habido alguien. Morir en un remoto lugar dentro de un búnker y atado a una camilla que apenas podía aguantar su peso. La última cara que vería en esta miserable vida sería la de Ralf.
Tal vez fuera mejor así, al fin dejaría de sufrir. Ya no tendría que huir más. Su lucha había terminado.
La Corporación había ganado esta batalla, pero no sería la última. Cientos de zombies habían escapado a su control en Ayllón y la resistencia seguía luchando por su libertad, solo… necesitaban un poco más de tiempo y Cornelius se lo había dado.