El olor a pólvora impregnaba el ambiente en kilómetros a la redonda.
Cuando Kay cayó al agua después de la primera descarga a duras penas consiguió llegar hasta la costa y desde allí pudo sentir como el horror de la guerra le golpeaba directamente en la boca del estómago.
Sólo tenía 15 años cuando decidió enrolarse en la marina. Para viajar y ver mundo, según decían en todas las tabernas del pueblo que frecuentaba. Puertos caribeños con las mujeres más hermosas y seductoras de cualquier tierra conocida, ron sin más límites que los que pudiera establecer el contramaestre y un sueldo a final de mes. Claro está, los meses que llegaba. Pero que otra alternativa tenía Kay, ¿vagabundear por las calles sobreviviendo con algún mendrugo de pan robado? No, él había nacido para conseguir algo grande y estaba dispuesto a dejarse la vida en el intento. No tardaría mucho en descubrir que la vida a veces nos reserva sorpresas desagradables.
Así fue como el 25 de julio su barco zarpó rumbo a las Antillas con la bodega llena de ron, víveres, armas y marineros dispuestos a surcar las embravecidas olas del Atlántico.
Un mes más tarde volvían a casa con la bodega llena de ron, víveres, oro y marineros poco dispuestos a surcar de nuevo las embravecidas aguas del Atlántico. El viaje de vuelta siempre era el peor. Con la amenaza de la guerra los marineros preferían las tranquilas y cristalinas aguas caribeñas y la compañía de alguna nativa sonriente a lo que les esperaba cuando regresaran a sus hogares.
Pero en ese viaje sus peores pesadillas se hicieron realidad. Había llegado la hora de ganarse su paga aún a riesgo de perder su vida. Había llegado el momento de defender a su patria contra los enemigos que tanto tiempo la habían codiciado. Pero Kay sólo quería viajar y ver mundo. Aún no había estado en las Indias ni en Australia y también quería visitar Nueva Escocia. Decían que en verano era un lugar precioso.
Esa noche se apagaron las luces y se ordenó navegar en completo silencio. Se establecieron turnos de guardia dobles y las raciones de ron y víveres se redujeron a la mitad. Parecía que la cosa iba en serio. Con el sonido de los primeros cañones tronando al amanecer se confirmó.
Sería una batalla encarnizada y, como Kay pudo comprobar ese día tumbado en la arena de la playa, no tenía nada que ver con viajar y ver mundo. Sin embargo antes del anochecer vio un mensaje, un mensaje que le hizo albergar una pequeña esperanza de salir con vida una vez más de aquel remoto rincón del mundo…
Nombre: El enigma de Aguas Sangrientas
Código: 2013.03.18.01
Fecha de publicación: 18.03.2013
Dificultad: Enigmas para el Pueblo
Recompensa: 125 puntos de experiencia para los 3 primeros en resolver correctamente todo el enigma. 1 Quebrantin de Cobre para el primero en resolver el enigma.
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