Jueves 28 de noviembre,
hace dos meses que se ha terminado la cerveza de La Comarca, y el tabaco de la Cuaderna del Sur. Los clientes empiezan a mostrar su descontento ante esta especie de Ley Seca, impuesta por el viejo Ben, destrozando cualquier pieza de mobiliario que esté a su alcance. Ante semejante escalada de violencia gratuita y la imposibilidad de aplicar métodos tradicionales, como el de la pala homologada, el viejo Ben ha tomado una decisión sin precedentes. Restablecer el comercio entre la Taberna de Dalfgan y los principales exportadores de las materias demandadas, los hobbits allá en el sur.
Pero, algo que puede parecer tan sumamente simple al observador poco experimentado, y que nunca debió caer en el olvido se perdió en el tiempo, y por una serie de catastróficas desdichas se ha ido complicando una y otra vez hasta llegar a un punto muerto. Justo la clase de situaciones que el viejo Ben domina a la perfección.
Así que, sin previo aviso y sin otro motivo más que el de satisfacer todas las necesidades básicas de su menguante clientela, ha decidido coger su pala homologa y poner fin al olvido y a todas las desdichas con un poco de arena e imaginación. Es lo que más tarde, bardos y juglares narrarían en sus cantares de gesta como las 3 pruebas del Viejo Ben.
La primera prueba
Toda gran gesta empieza con un largo viaje y esta no iba a ser diferente, pero para poder emprender ese largo viaje era necesario antes echar a todos los clientes de la taberna. Otros lo habrían intentado con buenas palabras y mala música, el viejo Ben no. Se olvidó de las buenas palabras y pasó a la acción, no tenía tiempo que perder.
La segunda prueba
El viaje hasta la Comarca resultó no ser un viaje de placer surcando apacibles mares en un confortable galeón español. Los más inexplicables peligros acechaban en la oscuridad del bosque negro, en los azules cielos e incluso en los más recónditos lugares que un ser pueda siquiera llegar a imaginar, pero un dragón siempre facilia el trabajo.
La tercera prueba
Bueno la tercera prueba no parece en exceso difícil, negociar con un hobbit no es como negociar con un enano. Los enanos si que son seres difíciles de manejar y más cuando hay negocio de por medio, pero un hobbit, ¿un ser pequeño, afable y sin hachas de batalla? Cuan equivocado estás querido lector al pensar que la tercera prueba era negociar con los pequeños hobbits.
La tercera prueba consistía en vaciar sus despensas de cerveza y tabaco y créeme, ni el mismísimo Sauron se atrevería a realizar tal insensatez. Nadie, tenga juicio o no, intenta vaciar la despensa de un hobbit. Según el relato que ha llegado hasta nosotros a través del tiempo y la distancia, de boca de innumerables bardos de reconocido prestigio, aquél fue un acontecimiento que recordarían todas las generaciones futuras, hasta que cayó de nuevo en el olvido.
Afortunadamente un puñado de enanos siempre facilita el trabajo.
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