Jul 152013
 
 15 julio, 2013  Publicado por a las 11:11  Añadir comentarios

Si a alguien le da por buscar el significado de fantasía verá que no existe una definición clara y concreta sobre la misma. Como mucho, podemos estar de acuerdo en que, en cuanto a literatura, hablamos de mundos de ficción que pueden basarse, más o menos, en el real que nos rodea para desarrollarse. Así, encontramos ríos, montañas, mares, zanahorias, cabras… Muchos elementos que son cotidianos y todos conocen, pero mezclados con otros como pueden ser extensiones de tierra que flotan en los cielos, ríos con agua que evitan el contacto con aquel que intenta zambullirse en ellos, Ents, hadas, minotauros… Es decir, que podemos ayudar al lector a entender por dónde se mueven nuestros personajes y cómo son sus escenarios y los objetos con los que interactúan colocando ante ellos cosas que ya conocen y que no necesitan de una gran explicación por nuestra parte para que entiendan de qué se trata. Después, con esa base, ya podemos comenzar a incluir elementos salidos de nuestra imaginación para empezar a darle nuestra propia personalidad a este nuevo mundo.

Entonces, sacamos la primera conclusión de que no es necesario crear un mundo cien por cien original, pues esto incluso podría llegar a desorientar tanto al lector que, al cabo de unas pocas páginas, se sentirá mareado y por completo abrumado ante tanta cosa desconocida.

Normalmente, en los libros de fantasía vemos a la especie de los humanos como la más común de todas. En realidad, es una de las mejores maneras de que empaticemos con los personajes, si nos podemos ver reflejados en ellos (y siempre será más fácil con una persona que con una gallina, por ejemplo). Describir su color, tipo y longitud de cabello, su constitución física, posibles tatuajes, barba o discapacidad… Son elementos de diferenciación pobres, que no necesitan de mucho más, pues una persona es una persona, no tienes que describir su número de ojos, piernas o corazones. En definitiva, sabemos qué y cómo son. Piensa, si no, en soldados. Ya de por sí los imaginas con armadura, así que te vas a basar en poco más para diferenciar a dos en concreto. ¡Mira! Distinto color de pelo y que uno de ellos tenga incipiente barba. Ya está, no necesitas de más detalles, en principio, para que todos se hagan una idea de cómo son.

Pero, ¿y el resto de criaturas con las que comparten mundo? Puede que en tu mundo de fantasía no hayan más seres inteligentes, que tan sólo se vean animales y/o monstruos, pero si hay otros con los que interactuar y comunicarse, aunque sea a base de espadazos, habrá que pensar en cómo presentarlos. Un recurso muy utilizado, después de los humanos, son los conocidísimos elfos, enanos, goblins, orcos y un largo etcétera de criaturas mitológicas o ya clásicas de la literatura o el cine. Si lo pensamos, la gente tiene ya una idea bastante común de cada uno de estos. A los enanos suelen vérseles como personas bajitas, regordetas y con mucho pelo, en melenas y largas barbas trenzadas. ¿Un elfo? Estilizados, con melena lisa, orejas puntiagudas y conectados con la naturaleza. Podemos continuar con orcos, ogros o trasgos, pero no haría falta, ¿verdad? Además, a no ser que queramos remarcar lo especial de algún miembro en concreto de estas especies, ni tendremos que describirlos.

Criaturas mitológicas

Criaturas mitológicas


¡Ah! Espera, espera, que aquí es a donde yo quería llegar, justo a este punto. Recapitulemos y leamos despacito: podemos ayudar al lector… colocando ante ellos cosas que ya conocen; criaturas mitológicas o ya clásicas de la literatura o el cine; la gente tiene ya una idea bastante común de cada uno de estos. Así, aplicando lo ya mencionado, lo que tenemos entre manos no es sino una historia como todas las demás, quizá una expansión de otras o una simple modificación habiendo alterado el orden en el que se ubican las tribus o pueblos de cada especie en nuestro mapa. Y no, no me estoy contradiciendo. En la RAE encontramos la definición de fantasía como ficción, cuento, novela o pensamiento elevado e ingenioso. Entonces, aunque nos gusten los enanos, ¿por qué hemos de situarlos bajo tierra, en largas galerías de minas y como maestros herreros? ¿Por qué no podemos convertirlos en nómadas como son los hombres reno en Mongolia? Lo mismo para el resto. Si queremos una Quimera, ¿no podemos elegir qué partes de animales queremos para ella? ¿Y a los elfos hacerlos grandes ingenieros comprometidos con la ciencia? Yo te respondo: Podemos, y es más, debemos. No escribimos sobre un hecho histórico que hemos de estudiar al detalle y al cual ceñirnos para desarrollar nuestra historia, ni tampoco nos debemos a las leyes físicas propias e inquebrantables de nuestro universo real. Hablamos de fantasía y, como tal, no existen los límites. Una cosa es hacerlo creíble y otra muy distinta quedarnos con lo que creemos establecido en el género como una ciencia cierta e inequívoca.

Por mi parte, me encantan los dragones, pero en mis libros tienen sus propias características, físicas y psíquicas. Lo mismo, por ejemplo, para los demonios, y rompiendo los esquemas con estas dos especies tampoco renuncio a los humanos tal y como somos, abundantes y de carne tan débil que se rasga con el mínimo contacto de una daga, pero soy capaz de elegir qué me gusta y qué no de las criaturas que quiero que salgan en mis obras.

La conclusión a la que quería llegar, y espero no haberte producido un terrible dolor de cabeza con este artículo, es que un mundo de fantasía no ha de escribirse bajo unas reglas ya impuestas, sino que somos nosotros quienes sazonaremos este plato con las especias y condimentos que mejor nos sepan, por mucho que otros maestros ya dieran en el pasado con otras distintas recetas dignas del mejor paladar.

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Un mundo de fantasía propio, por Jorge A. Garrido
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Jorge A. Garrido

Gran apasionado de los videojuegos, sobre todo los de aventura y rol, amante de buenas películas épicas y fantásticas, lector de toda una saga como Dragonlance, en mis escritos encuentras cierto halo de misterio o el querer vivir una gran aventura alejada de la limitada realidad que nos rodea.

  14 comentarios en “Un mundo de fantasía propio, por Jorge A. Garrido”

  1. Yo soy escritor, con dos Novelas.
    La segunda es mi favorita ya que es de fantasía…Recordad este nombre Leyendas de Arreit.

  2. Cuando tenía unos nueve años empecé a imaginarme un mundo, mejor dicho varios mundos, y a los once empecé a dibujar y escribir una especie de enciclopedia sobre él.
    Tuve que separar la información en mundos ya que se me ocurrían cosas muy diferentes. Por ejemplo pensaba lugares de un lugar basado en la edad media y luego se me ocurrió un alfabeto que me parecía mas apropiado para el futuro (mezcla números y letras), así que me tuve que crear un mundo al estilo Star wars.
    Poco a poco fui creando mis mundos y enseñandoselos a mis hermanos pequeños, que ahora también están creando su mundo.
    Creo que mí infancia fue perfecta.

    • La verdad es que poder usar la imaginación sin límites es una de las mejores cualidades de los más pequeños, sin normas sociales, sin restricciones de ningún tipo, sólo tú y tu imaginación.

    • Quizá ésta sea la razón del por qué nos gusta tanto la fantasía. En el trabajo me preguntan qué le veo a este género para centrarme en él, cuando lo más vendido es literatura erótica o las típicas de crímenes e investigación en el siglo xxi. Las obras de corte fantástico (sea épico o incluso oscuro) nos trasladan a mundos que un día ya recorrimos, a lugares que nunca existieron en ningún sitio salvo nuestra cabeza. Puede que de pequeños tuviéramos menos límites, que ahora necesitemos que esos mundos que creamos/soñamos tengan cierto grado de realidad, que parezcan creíbles, pero es innegable que siguen siendo únicos e inigualables por nada que podamos visitar en el mundo físico que vivimos.

      • Coincido contigo en que como género literario ofrece lo que no podemos encontrar en ningún otro lugar, es una puerta abierta a descubrir nuevos mundos a los que de otra forma nunca podríamos llegar. Pero en cuanto a lo del mundo físico ahí discrepo 🙂
        No me considero un trotamundos pero he conocido lugares que han evocado en mi la imagen del Bosque de Vallenwoods o acantilados que nada tienen que envidiar a Nido de Águilas. He comido en tabernas donde el único plato del día era sopa, pan y un buen filete de ternera y he caminado por montañas como si fuera uno más de la Compañia. Y lo he vivido, yo estaba allí, en carne y hueso, sientiendo la brisa acariciar mis mejillas, el canto de los pájaros y los últimos rayos del atardecer ocultándose tras la maleza. Y más cerca de casa de lo que uno puede imaginar. Lo único que pretendo decir es que hay mucho de fantasía en el mundo real sólo hay que salir a buscarlo y dejar a nuestra imaginación hacer el resto.

        Eso si, no he podido ver a ningún dragón, orco, elfo, demonio o similiar y los he buscado por todos los rincones!!!!

        • A ver, que por misterioso puede ser incluso el pasillo de casa por la noche cuando se va la luz en todo el barrio, hemos despertado a causa un extraño sonido (producido por la tapa de un caldero que se mueve ritmicamente sobre sus bordes mientras el agua hirviendo pugna por salir de ahi) y vemos que los rayos lunares entrados por las rendijas de las persianas a medio cerrar danzan fantasmagoricas entre la niebla circundante (que tu pareja, la que echo demasiada agua en el caldero, no estuvo muy atenta con el aceite que dejo calentando en una amplia sarten en la cocinilla de gas mientras miraba los plomos de la casa). Para colmo, se ve que los vecinos se estan reconciliando de la mas acalorada discusion que tuvieran desde que se casaran hacia tres meses y el metalico cabecero de la vieja cama de su aun mas antigua casa alquilada rasga la pared del otro lado de tu vivienda, creando un ritmico y seco ruido acrecentado por el eco de la vacia habitacion cuyas paredes dejaste secar tras pintarlas por la mañana. Pero, ¿sabes que es lo peor? Que, abrumado por las condiciones del entorno, desconocida cada una de las procedencias que dan forma a este misterioso entorno casero, no eres capaz de identificar el ahora disimulado sollozo de un incomprendido fantasma que no sabe como desviar tu atencion hacia el entre tanto estrafalario sonido por encima de sus cadenas xDDDDDDD

          Por cierto, ahora que lo mencionas, yo si he visto en mi vida jefes-ogro, brujas disfrazadas de suegras, el alma errante de un resacoso compañero de piso tras una alocada juerga nocturna y hasta un orco de tipa, llamativa por su fisico entre trasgo y hob-goblin, que no dejaba de perseguirme en una discoteca de Benidorm. De hecho, no sabria decirte si lo que tenia en la cara eran arrugas o el resultado de un complejo conjuro tras el que duplicarse por mitosis y si hablaba en aleman cerrado con especial acento de pueblo de montaña o si se trataba de un extraño dialecto draconiano de lo mas profundo de los Eriales del Septentrion, en Krynn…

          xDDDDDDDDDDDDDDDDDD Si, he de darte la razon: A veces la realidad supera la ficcion xDDDDDD

  3. A mi me gustaría destacar especialmente lo de evitar crear nuestros mundos de fantasía bajo una serie de reglas ya impuestas.

    Es cierto que, como en todos los géneros, algunos elementos se repiten. Normalmente habrá magia, héroes y señores del mal, pero ahí es donde el autor tiene que demostrar su talento y sorpreder al lector con giros inesperados y lugares que le atrapen sin que pueda resistirse a ello.

    Gracias por tu colaboración y por este gran artículo Jorge.

    • Estaba precisamente hablando de esto con mi novia hace unos días, cuando en un juego de rol, en el que ahora estoy inmerso, me tiré cerca de cinco horas recorriendo interminables galerias mineras de un pueblo enano, criaturas rechonchas, de gran nariz, mucho pelo, mal carácter, herreros y con un enemigo final relacionado con un yunke. Todos, todos los clichés ahí metidos. ¡Incluso una enana quería estudiar la magia y sólo le faltó que la lapidaran!

      En fin, que si lo que ocurre es que hay miedo por cambiar estos detalles a los que nos han acostumbrado, hay que perder ese miedo, y cuanto antes.

      • Supongo que ocurre algo parecido al cine comercial… mejor seguir con la segunda, tercera y cuarta entrega de una saga que en su momento funcionó que arriesgarse a algo nuevo y desconocido. En eso los nuevos escritores tienen una ventaja enorme, no tienen ningún compromiso previo con editoriales que lógicamente lo que buscan es un rendimiento para su inversión inicial.

        Y que conste que nunca es fácil arriesgarse con algo nuevo y tampoco significa que porque sea nuevo vaya a funcionar, pero si lo supieramos de antemano sería como tener una bola de cristal para ver el futuro, aburrido.

  4. Coincido en casi todo. Muy interesante, de verdad.

    • Si, un punto de vista muy interesante 🙂

      Por cierto has conseguido +10 puntos de experiencia.

    • ¿En que no coincides? (me encantan los debates, asi que no dudes en abrir uno :p )

      • Bueno, sencillamente que decir que se «debe» innovar es una afirmación demasiado categórica, a mi entender. La opción siempre tiene que estar ahí, pero no sería bueno que la consideráramos obligatoria.

        • Te doy la razón en cuanto a que no hay por qué cambiar algo si funciona, que a veces incluso una innovación sobre lo que tanta gente parece coincidir puede resultar en rechazo. Pero en cuanto a crear un mundo propio… Con propio me refiero a original. De ahí lo que decía de que muchas obras parecen copias o extensiones de otras. Si lo que escribes es lo mismo que los demás, ¿dónde queda la originalidad, lo novedoso, el carácter y personalidad propios? Para lograr esto debemos crear nuestras propias reglas y la fantasia lo permite, pues depende únicamente de la imaginación del autor y de su atrevimiento. Claro, que esto es sólo mi «propia» opinión :p

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