Feb 102014
 
 10 febrero, 2014  Publicado por a las 11:16  Añadir comentarios

«Amanecía en Solden. Como todas las mañanas, Gadel preparaba los aparejos para ir a cazar a un pequeño claro situado al borde de una zona boscosa, era su lugar favorito porque por ella serpenteaba un río y eso atraía a los animales. «

Carátula Crónicas de Ilandor Así comienza la primera parte de la trilogía de fantasía que lleva por título Los viajes de Gadel. Escrita por Ernesto Domenech Valero, es su primera obra publicada.

En Crónicas de Ilandor se narran las aventuras de Gadel, un joven que tras regresar de un  día de caza encuentra su pueblo asolado y todos sus habitantes secuestrados. Sin más ayuda que su arco y una espada decide iniciar un viaje en busca de sus seres amados, dispuesto a descubrir el mal que asola las tierras de Elae. Por el camino se encontrará con varios personajes que, por uno u otro motivo, se unirán a su misión: Erbiles, un enigmático viejo que mantendrá un pulso con el lector que intente descifrar si es un simple loco o un gran sabio; Nessa, la chica guardiana del “Bosque Olvidado”; y finalmente Lorien un malcriado, ególatra, engreído y fanfarrón de alta cuna.

Este joven escritor sorprende con un estilo cuidado y fresco que aporta a la novela vitalidad en sus 170 páginas en formato pdf. De momento en las Crónicas de Ilandor no encontrarás ni Elfos, ni trolls, ni dragones, pero sí algo de magia y cuentos por doquier mezclados con buenas dosis de humor, grandes razonamientos, conflictos y  un toque de denuncia social. Los escenarios se dibujan espectaculares pero sin llegar a una descripción detallada, y los personajes cobran vida con discretas pinceladas que incitan al lector a terminar de imaginarlos. Los detalles están ahí, perfilados, pero al tratarse de una obra de reducido tamaño (hay que tener en cuenta que no nos enfrentamos a un monumental volumen de más de mil páginas) no llegan a describirse con minuciosidad, dejando una imagen suficientemente clara para que el lector haga el resto. Interesantes mezclas en la redacción que nos llevan desde cuidadas y cultas expresiones dignas del mejor salón real de la edad media, a lenguajes barriobajeros de pleno siglo XXI.

Una mención especial al personaje de Erbiles. Para mi el gran acierto de la novela. Con sus aparentes desvaríos, tal vez forzados para disimular o tal vez no; sus anécdotas vividas o soñadas, dudo que ni el mismo sepa si fueron reales o mero fruto de su imaginación; sus referencias a los grandes cuentos clásicos y sus personajes (me ha parecido de lo mejorcito del libro como el autor consigue hablarnos de Caperucita, de Blancanieves o de Kvothe introduciéndolos en la historia sin que queden fuera de lugar); los sabios consejos dejados caer como por casualidad. Con todo ello el autor crea un personaje que atrae desde el principio. Yo me sentaría a su vera a escucharle durante horas y horas sin dudarlo… o ¿tal vez no?

En ciertos momentos de la narración es como si las cosas se precipitasen. La facilidad con la que Gadel encuentra de boca de desconocidos todas las explicaciones que necesita para continuar con su viaje, no me cuadra. Da la sensación que liquida una escena en apenas unos párrafos como si se le acabara el papel. Aunque es el primer volumen de esta saga y tendrá una continuación, el final deja con una sensación de sorpresa pero poco elaborado, precipitado y con demasiadas incógnitas por resolver.

Tal vez una buena táctica para que esperemos ansiosos el siguiente volumen. Habrá que permanecer atentos.

¡¡Ah!! Tenemos mapa. Tanto en la edición en pdf cómo en el libro impreso puedes encontrar un mapa de las tierras de Ilandor enmarcado sobre un pergamino en blanco y negro.

«¿Por qué no mentir si todos mienten?
¿Por qué no morir si nadie vive?
¿Por qué no soñar si nadie ama?
Los mentirosos loco te llamarán,
todos ellos te envidiarán,
porque sólo al que llaman loco
sabrá lo que es amar.»


Fuentes
Crónicas de IlandorAutor: Ernesto Domenech Valero. Editorial: Acen
Reseña Crónicas de Ilandor, de Ernesto Domenech Valero
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Nunn

Ya de niña tenía la cabeza en las nubes. Con el paso del tiempo fue perdiendo las nubes y ganando en sabiduría, realista e inocente a la vez. Buscadora y recolectora de todo aquello que pueda serle útil, comienza el día al amanecer como las alondras porque el sol es su energía y recorre las tierras buscando hierbas, setas y manantiales.

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