Cornelius Tamphels, es el encargado de investigar cada nuevo brote y su misión es descubrir porque, cuando y dónde tendrá lugar el siguiente.
Si quieres participar te recomiendo que consultes la página oficial. www.survivalzombie.es dónde encontrarás, todas las fechas y lugares de las siguientes infecciones.
Ya nadie estaba a salvo. Después del accidente con las dos chicas en Aviá, eliminadas ante la mirada de cientos de supervivientes por los militares ya nadie estaba a salvo. Las noticias de desapariciones y muertes en extrañas circunstancias aparecían cada mañana en la portada de algún periódico local pero nadie sabía lo que en realidad estaba ocurriendo,.
Aldeaduero, un joven de unos treinta y pocos años, pijama de rayas, zapatillas y un cepillo de dientes. Muerto de dos disparos, uno en el pecho y otro en la cabeza. Según las noticias un trágico accidente de caza, eso suponiendo que los cazadores de la zona usaran armas semiautomáticas del calibre 22 y limpiaran el escenario del crimen antes de partir.
Su equivocación, estar en el lugar y el momento equivocados.
Varias desapariciones en La Aljorra. Esta vez la jugada no les salió tan bien. La ancianita del quinto pasaba sus últimas horas cotilleando por la ventana cuando vio varios hombres sospechosos que salían de un seat familiar negro aparcado en la calle de enfrente. Al poco rato volvían con un cuerpo para depositarlo con extra de cariño en el maletero del coche.
Su equivocación, denunciarlo a la policía local. Ella fue la siguiente.
Cornelius estaba sentado en un banco cualquiera de un parque cualquiera, intentando juntar todas las piezas de este rompecabezas. Desapariciones, accidentes y luego estaba toda esa información que había conseguido antes de escapar del laboratorio 5. La secuencia genética completa del virus modificado, pruebas con animales, pruebas con humanos, predicciones de propagación, infecciones intra-especies, propagaciones por medios alternativos, agentes mutantes y retrovirales, resultados en entornos controlados… estaba claro que los chicos malos habían trabajado duro durante estos últimos meses y existían al menos 5 líneas de investigación paralelas e independientes que investigaban diferentes aspectos del virus y sus mutaciones genéticas.
La Corporación había hecho muy bien su trabajo pero toda esta información en las manos adecuadas podía representar su fin.
Otro viejecito dando de comer a las palomas, con su silla del Ikea, con ese niño gritando y corriendo alrededor sin parar.
Podría haber escogido a la paloma, o al abuelito, o a cualquier otra persona de las que estaban paseando por el parque, pero esos gritos resonando en su cabeza lo hacían enloquecer. Tenía que acallarlos de alguna manera, pero sobretodo tenía hambre, un hambre incontrolable que le hacía avanzar contra su voluntad, lenta pero inexorablemente hacia su víctima.
En el fondo no era tan diferente de aquellos contra los que luchaba. Cornelius no había podido escoger su propio camino pero cuando llegara el momento de la verdad y tuviera que rendir cuentas cientos de muertes pesarían sobre su conciencia, cientos de inocentes que lo único que habían hecho era estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.
El niño seguía pidiendo a gritos una Play, o una Ds o…que más daría lo que pidiera, en pocos segundos todo habría acabado. Estaba muy cerca, a solo unos pasos, ya lo podía oler, casi podía saborear esa carne tierna, fresca y jugosa. Se abalanzó sobre él segundos antes de que el golpe de un bastón de roble americano del calibre 22 le cruzara la cara.
Era el viejecito, si el de las palomas, el mismo que casi no podía ni arrastrar la silla del Ikea. Se había puesto en pie y le estaba propinando una tremenda paliza con su viejo bastón.
Cada golpe le dolía como si le arrancaran una muela, pero en su interior no podía dejar de sonreír. Sonreía por ver al niño como seguía corriendo y gritando ajeno a todo lo que estaba ocurriendo a solo unos metros de él.
No dejaba de correr de un lado a otro hasta que la vio, una pequeña pieza negra en el suelo. Se acercó para verla más de cerca. Una memoria usb que alguien habría perdido. Sin pensárselo dos veces se agachó para recogerla y guardarla en el bolsillo derecho de su pantalón. Era hora de volver a casa.
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