Cornelius Tamphels, es el encargado de investigar cada nuevo brote y su misión es descubrir porque, cuando y dónde tendrá lugar el siguiente.
Si quieres participar te recomiendo que consultes la página oficial. www.survivalzombie.es dónde encontrarás, todas las fechas y lugares de las siguientes infecciones.
Ese laboratorio se parecía más a un vertedero que a unas instalaciones en las que experimentar con un virus que podía acabar con toda la humanidad. Los fluorescentes, como en las películas malas de terror no dejaban de parpadear y emitir un molesto zumbido. La humedad que se filtraba por las paredes tampoco ayudaba a convertir ese antro en un lugar acogedor y debajo de la única luz de ese pequeño cuartucho estaba él, el doctor.
Los dos hombres seguían arrastrando el cuerpo inconsciente de Cornelius por el pasillo. El doctor estaba impaciente, quería empezar a trabajar cuanto antes.
Una luz cegadora le despertó. Aún tardó un par de segundos más antes de poder ver la cara de ese tipejo que estaba a punto de inyectarle alguna especie de algo de color azul. Y Cornelius odiaba el color azul, pero odiaba mucho más que algún tarado estuviera jugando con su cuerpo y pinchándole con una aguja. Su reacción instintiva fue intentar agarrarlo por el cuello con un movimiento rápido y ágil de su mano derecha solo para comprobar que alguien se había tomado la molestia de atarlo en una camilla que apenas se sostenía en pie. Sin embargo eso era suficiente para mantenerle quieto mientras esa rata de laboratorio seguía inyectándole suero de color azul.
Seguía atontado, seguramente porque también se habrían tomado la molestia de ofrecerle un gintonic con suficiente sedante como para que durmiera todo el camino de regreso. Nadie quería ver como los dedos de su mano menguaban y mucho menos ver la solución de Pablo para controlar el problema. Tal vez debería haber empezado por Pablo y arrancarle el dedo del gatillo, eso habría suavizado las reacciones de los demás.
Ayllón quedaba lejos. Fue una pesadilla para los pocos supervivientes que lograron salir con vida y para los militares de La Corporación. Sin fuegos artificiales resulta algo más complicado controlar a hordas de zombies hambrientos y al parecer eso no era lo único que habían preparado los chicos de WRG para la ocasión. Estaban experimentando otras mutaciones y los resultados podían ser realmente espeluznantes.
Quijorna ya era solo un mal recuerdo en la memoria. Viendo sus opciones ya no le parecía tan buena idea ofrecer su cuerpo a la ciencia para salvar a la humanidad. Y al parecer tampoco quedaba nadie interesado en salvarla. Ahora lo único importante era el dinero y el poder…aunque ¿cuando había dejado de serlo?
Se encontraba atado a una camilla, con un tipo calvo y bajito sonriendo cada vez que acercaba su apestosa cara para controlar la dilatación de sus pupilas y el pulso de su corazón. La habitación era demasiado pequeña para que hubiera ningún guardia dentro pero seguro que tras la puerta blindada de 5mm de espesor nadie le recibiría con una tarta de cumpleaños. Tampoco había ninguna ventana ni ningún sistema de ventilación. Eso podría explicar el sofocante calor que hacía en la estancia y el olor a rancio. Aunque eso tal vez fuera cosa solo del científico bajito y sus juguetes.
Y en el mejor de los casos, considerando que pudiera llegar a arrancarle un dedo o un brazo entero de un mordisco al científico, derribar la puerta de 5mm de acero galvanizado y reducir a los guardias que estuvieran esperándole al otro lado no tenía ni la más remota idea de donde se encontraba.
Cada minuto que pasaba tumbado en la camilla le parecía peor la idea de Quijorna. ¿Qué había salido mal? ¿Cómo habían podido escapar Pablo y sus hombres de las hordas de zombies y de los militares de La Corporación? ¿Cómo había acabado en un sótano apestoso sin luz y jugando a médicos y enfermeras con el pequeño Ralf, un loco tarado que no paraba de sonreír?
Un pinchazo le recorrió toda la espalda, no lo pudo aguantar y soltó un grito escalofriante.
-Tranquilo, le susurró el pequeño Ralf al oido- Esto solo acaba de empezar y te puedo asegurar que te va a doler mucho más.
Nadie vendría en su ayuda y los únicos que estaban buscándole tampoco le iban a traer tarta de cumpleaños para celebrarlo, se conformaban con llevarse su cabeza y poco más.
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