“El príncipe Raoden de Arelon despertó temprano esa mañana, completamente ignorante de que había sido condenado para toda la eternidad.”
Así da comienzo Elantris , la primera novela escrita por Brandon Sanderson y publicada por la editorial Ediciones B en el 2006.
Ahora que se ha puesto tan de moda esto de las trilogías no puedo evitar recordar aquellos libros que empezaban y terminaban. Unos conseguían que quisiera saber más de sus personajes, otros simplemente terminaban ahí y debía utilizar mi imaginación para continuar las historias, deshacerme del protagonista, dejar de soñar con él o finiquitar las tramas secundarias; y lo aceptaba, sin más. Pero ahora, no. Ahora, aunque eres libre de continuar en tu mente las escenas hasta que salga el siguiente volumen, sabes que ese «continuará» está escrito o lo estará (tal vez tarde uno, dos, tres o cinco años en publicarlo pero saldrá). Y entonces no queda otro remedio que activar el Stand by. En mi inconsciente ese rechazo va en aumento.
Y me he acordado de Elantris.
Sinópsis
La maravillosa ciudad de Elantris, capital de Arelon, había sido llamada la «ciudad de los dioses», un lugar repleto de poderosa magia. En ella seres inmortales, brillantes y con grandes poderes, invocados por medio de unas figuras geométricas dibujadas en el aire llamadas Aones pierden todo su poder de la noche a la mañana. Elantris ha caído en desgracia. Cualquiera puede sufrir los efectos de la Transformación y la ciudad se convierte en un centro de reclusión para los nuevos «muertos en vida».
Un matrimonio de estado destinado a unir los dos reinos de Arelon y Teod se frustra, ya que el novio, Raoden, el príncipe de Arelon, sufre inesperadamente Shaod y es obligado a refugiarse en Elantris. Su reciente y desconocida esposa, la princesa Sarene de Teod, creyéndole muerto, se ve obligada a incorporarse a la vida de Arelon y su nueva capital, Kae, a la que aporta un nuevo elemento: la novedad y, tal vez, el caos. Mientras, el embajador y alto sacerdote de otro reino vecino, Fjordell, va a usar su habilidad política para intentar dominar los reinos de Arelod y Teod con el propósito de someterlos a su emperador y su dios.
Hace ya unos años que disfruté con su primera lectura. Así que, cuando me dispongo a escribir sobre él, lo primero que me viene a la mente son los Aones, y mis prácticas sin resultados. Se impone una relectura y el buen recuerdo guardado me ayuda a comenzarlo.
Esta vez tampoco me defrauda. A diferencia de muchos libros fantásticos el hecho de no encontrar entre sus páginas elfos, enanos o dragones me acerca a una fantasía más… ¿real? ¿Por qué no puede ser real la fantasía? ¿Acaso no vivimos momentos fantásticos en el día a día? Solo hay que saber mirar.
La historia va alternando los capítulos con los tres personajes principales: el cada vez más deteriorado Raoden que se aferra a una idea para seguir adelante, la imparable y deslenguada Sarene, y Hrathen movido por sus ansias de poder y fanatismo religioso. Tal vez sean los capítulos de este último los que en ocasiones no llegan al nivel de los de Raoden y Sarene en cuanto al interés que despiertan, pero creo que eso siempre ocurre con un personaje u otro.
Elantris es uno de esos libros que recomiendo sin dudarlo a mis amigos amantes de la lectura y la fantasía. Pero también ha pasado por lectores devoradores de todo tipo de géneros y ha superado la prueba con nota. Tal vez las guerras entre religiones, los enfrentamientos políticos y la eterna lucha de sexos entre sus grandes personajes hayan ayudado a ello. Sin duda, es un libro que ha gustado, y mucho.
Elantris, la ciudad de los dioses: un lugar de poder, esplendor y magia.
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