Jul 302014
 
 30 julio, 2014  Publicado por a las 11:11 Tagged with: , , , ,  Sin comentarios »

Aún me tiemblan las manos al recordar mi primer día de trabajo como exterminador de plagas en el subsuelo de la ciudad fronteriza de Bermoth. Temo que no habrá nunca paz dentro de mí en lo que me resta de vida.

No era más que un muchacho pero ya había luchado en una guerra y sufrido más de una hambruna. Cuando comenzó la guerra abierta contra los elfos del bosque, mucho antes de que fueran desterrados a sus actuales reservas; me alisté siendo aún menor de edad en la milicia.

Relatos de Fantasía - Ignacio López

Soldados por Ignacio López


Nuestra instrucción era breve y penosa. Tan solo nos enseñaban a intentar disparar todos a la vez nuestros mosquetes, mientras la fila anterior recargaba sus armas. La verdadera instrucción vendría con la larga marcha hacia el frente seguido de cerca por nuestro sangriento bautismo de fuego. Un bautismo que de sobrevivirlo, ya podías considerarte un veterano de pleno derecho, beber junto a los demás, putañear y jugarte el sueldo.
Al terminar la guerra y viendo que muchos podríamos comenzar de nuevo como colonos en las tierras de los anacrónicos elfos, muchos decidimos quedarnos en las llanuras fértiles que se extendían alrededor del bosque. Un lugar en el que asentarse y prosperar.
Sabía que después de la guerra no sería capaz de llevar una vida como engranaje en la era industrial que estaba por llegar. Para bien o para mal, el mosquete y el sable eran ya parte indisoluble de mí y no sería nunca más otra cosa que un soldado. Siempre habría enemigos a los que abatir.

Los enemigos tomaron esta vez la apariencia de una plaga. Una plaga que hacía terriblemente costoso en dinero y vidas, la construcción y acondicionamiento del alcantarillado así como los cimientos de los edificios.
El subsuelo estaba atestado por gusanos del tamaño de un niño. Eran ciegos, obesos y provistos de tres hileras de dientes como estiletes.
La barata dinamita pudo hacer parte del trabajo. Pero igualmente hubo que crear patrullas de soldados permanentes que vigilaran los trabajos. Naturalmente me presenté para un puesto de soldado en el que poder sacar provecho a mis aptitudes.

Los años transcurrían y los edificios crecían. Las calles se multiplicaban. Los cables de telégrafo cubrían los cielos de la ciudad. El tranvía hidráulico recorría diariamente la ciudad dejando a los habitantes en sus respectivos puestos de trabajo. Mientras tanto, en el subsuelo, la guerra continuaba. El sonido de los mosquetes y bombas manuales quedaba insonorizado por metros de piedra y tierra.

La ciudad crecía casi a la par bajo tierra. Creando carreteras y suburbios; incluso se presentó un audaz proyecto por parte de un ingeniero enano, de construir un tranvía subterráneo que fuera directo a los yacimientos minerales que se encontraban casi al otro extremo del gran bosque. Por el momento dicho proyecto se encontraba parado. Más por motivos raciales y propagandísticos que prácticos. Aunque según oí poco tiempo después, el alcalde consiguió comprar el proyecto al ingeniero enano por una suma bien suculenta. De todas maneras no hay cifra suculenta que te haga desaparecer de un día para otro, sin dejar rastro sobre una ciudad tan basta y bien comunicada, como lo era Bermoth.
Al dar comienzo la titánica construcción, nos llamaron a todos los soldados permanentes de la ciudad. Nos dieron orden estricta de proteger a toda costa a los ingenieros y la costosa maquinaria; más incluso que a los propios obreros. Todos ellos en su mayoría elfos capturados y orcos esclavos.

Ninguno estaba preparado para lo que estaba por venir. Sin nadie esperarlo, una de las cargas de dinamita derribó un pared de piedra repleta de limaduras de hierro, dejando al descubierto una caverna de un tamaño nada envidiable a el de la ciudad que teníamos varios metros sobre nosotros. Pero lo que hizo que todos nos dispusiéramos a cargar nuestros mosquetes de pólvora y metralla, fueron todos aquellos gusanos, infinitamente más grandes que los que nos habíamos encontrado hasta ahora. Habían conseguido de alguna forma construir entre roca y tierra, un conglomerado de calles, avenidas y edificios altos y ovalados, por toda la cavidad. Era una maldita ciudad de gusanos.

Nuestros mosquetes escupieron fuego. Los obreros e ingenieros abandonaron las máquinas y escaparon por la gran carretera inacabada que teníamos tras nuestras espaldas. Los mosquetes abrieron el cuerpo de uno de aquellos demonios terrosos, pero no detuvo su avance. Escupió algo parecido al fango verdoso sobre uno de mis compañeros convirtiéndolo en una masa sanguinolenta de carne, hueso y acero.
La mayoría huyó y yo hubiera echo lo mismo si no fuera por que mis piernas enfundadas en maya metálica y tubos reforzados no me respondieron. Cargué mi arma y le coloqué una bayoneta en el otro extremo del cañón. Apunté al extremo de una de sus protuberancias de las que exudaba aquél líquido mortal. Disparé haciendo que aquel tumor supurante estallara. El olor de aquél veneno hizo que vomitara sobre mi coraza. El gusano avanzó arrastrándose más de lo normal. Desenfundé mi sable y con temor aderezado con odio típico del soldado, le abrí la cabeza. Con un milagroso momento de lucidez, le introduje en su cabeza abierta o lo que debía ser el extremo en el que se encontraba la cabeza, una bomba manual.

Después del estallido y el humo, nada recuerdo. Me contaron que uno de los orcos que no huyó, aferró mi mosquete y cargó conmigo hasta el exterior. También me contaron que la cantidad de gusanos era aterradora, de muy diferentes tamaños y formas. Pero lo que mas me aterró es que no eran ya una simple plaga a la que exterminar. Nosotros éramos los intrusos en su reino subterráneo.
Mientras escribo esto desde una de las estancias del sanatorio Bermoth Unido, no dejo de pensar en aquello que se desliza bajo nuestros pies, y el día en que decidan tomar su justa venganza.

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Feb 122014
 

Klaus estaba muy nervioso, no había pegado ojo en toda la noche pensando en lo que le había dicho su maestro el día anterior: su magia estaba averiada y necesitaba una reparación urgente.

El aprendiz no sabía a qué se refería con eso, aunque sospechaba que tenía relación con la última práctica, en la que debía conseguir hacer crecer una calabaza usando tres hechizos básicos. Era un ejercicio sencillo para su nivel, sin embargo, el conjuro le falló y en lugar de salir la lluvia fertilizante se formó un pequeño tornado que provocó las burlas de sus compañeros.

Esto fue lo más vergonzoso para él.

Klaus era uno de los aprendices más veteranos; tenía veinticuatro años y este era su tercer año en segundo, lo cual significaba que era capaz de dominar la magia esencial. Pero algo había salido mal.

—Vamos, ¿estás preparado? —quiso saber su maestro cuando fue a buscarle a su habitación.
—Supongo que sí—contestó Klaus encogiendo los hombros.
—Tranquilo, iremos a ver a unos viejos amigos. Son expertos en averías.
—Eso no ayuda—resopló el aprendiz.

Maestre Morgan soltó una sonora carcajada. Era diez años mayor que él y se trataba de un hechicero experimentado en las disciplinas acuática y terrestre, además de ser respetado en el Círculo Mágico.Klaus le admiraba y le envidiaba a partes iguales y se arrepentía cada día de su vida de no haber sentido interés por la magia antes.
Tienda de Magia
Los dos hechiceros se dirigieron hacia Luna Creciente, la ciudad más poblada del Este, montados en sus respectivos corceles. Klaus solo la había visitado una vez en su vida y lo único que recordaba de ella era lo ruidosa que le resultó. Circular por la calle principal era desesperante: cientos de personas deseaban llegar a cualquier parte cuanto antes sin preocuparse por la integridad física del prójimo.

Ambos se desviaron por un callejón repleto de comercios dedicados en su mayoría a la venta de artilugios para hechiceros: vendían desde túnicas hasta los más sofisticados instrumentos de medición astronómica.

— ¿Esto ha estado aquí siempre?—inquirió el aprendiz.
—Sí, pero no todos los mercaderes abren a diario. Algunos lo hacen solo una vez al mes y hoy es ese día. Tenemos que aprovechar—aseguró Maestre Morgan.
— ¿Te refieres a los que me repararán?
—Sí, a esos. Ya verás, te gustarán—contestó el Maestre.

Klaus no le tenía tan claro.

Dejaron las monturas en la puerta del establecimiento y se dispusieron a entrar.
Por fuera tenía un aspecto semejante al resto, sin embargo no tenía un cartel donde se anunciara su nombre, pero sí uno que indicaba el horario de apertura:“Atendemos personalmente cada día de luna creciente, pueden dejar sus encargos en el buzón. Atentamente: La Empresa”

El aprendiz se asomó para ver el casillero del cual hablaba el letrero, estaba rebosante de pergaminos escritos en idioma común.

Maestre Morgan iba delante.

—Adelante, pasen. Los Maestres les atenderán en unos momentos—les recibió una enana sonriendo.
—De acuerdo—contestó Morgan.

Ambos se sentaron en la sala de espera; había cuatro personas más delante de ellos, todos ellos eran hechiceros con un problema similar al suyo, tres de ellos eran humanos y uno un elfo urbano.

Tardaron una hora en pasar, pero valió la pena. Cuando la puerta de la consulta se abrió, apareció un enano tosco:

—Venga, no tenemos todo el día—refunfuñó.
— ¿Es que no vas a saludar a un amigo?—se quejó Morgan.
El enano le miró con suspicacia.
— ¡Ah! ¡Maestre Morgan! Cuanto tiempo sin verte por aquí—replicó unos instantes más tarde. ¿Quién es tu joven aprendiz?—quiso saber.
El hechicero lo presentó.
—Ya veo.Supongo que tiene algún problema que necesita solución y, como no conoces a nadie más, recurres a los mejores—señaló el enano.
—Eso mismo—afirmó Morgan.
—Por cierto, yo soy Onni y este es mi hermano Ari—dijo el enano presentando también a su socio: un elfo silvestre.
Klaus se asombró al descubrir a dos miembros de razas tan distintas trabajando juntos y que además que fuesen hermanos.
—Un placer.Veo que me has traído a un aprendiz de tierra, agua y aire—aseguró el elfo mientras observaba a Klaus.
— ¿Tienes que hacer eso siempre?—se quejó el Maestre.
—Hago mi trabajo—dijo Ari sin cambiar su expresión.
—Entonces, tenemos una complicación—suspiró Morgan.
—¿Qué, cómo? Pero dominar más elementos es algo bueno ¿no?—intervino Klaus confundido.
—Es bueno para ti, pero me temo que yo no te podré ayudar en todas las disciplinas—explicó el Maestre.
—Eso no me gusta—dijo el aprendiz.
—No, claro que no—prosiguió Morgan.
—Además de buscarte otro Maestre, vas a necesitar un canalizador.Tu magia está desestabilizada: el elemento eólico ha aparecido de manera repentina y puede amenazar el terrestre, el acuático es su aliado y juntos lucharán por suprimirlo—diagnosticó observando sus pupilas.
— ¿Tendré que llevar un bastón?—inquirió Klaus.
—Es posible.Los bastones canalizan muy bien la tierra.Aunque tal vez necesites un objeto menos contundente para tu complexión—indicó el elfo.
— ¿Una varita?—preguntó el aprendiz.
—Exacto, además creo que tengo lo que necesitas. No tendrás que esperar mucho. Enseguida vuelvo—indicó Ari mientras se dirigía al almacén.

Klaus y su Maestre no se movieron del sitio.Onni también seguía en el mismo lugar por si tenía que intervenir en algún momento, pero no fue necesario.

—Aquí tienes tu varita—aseguró el elfo mostrando al aprendiz su nueva herramienta de trabajo. Era una rama tallada de olmo que medía unas diez pulgadas, estrecha, con diminutas caracolas marinas incrustadas en ella y muy ligera.
—Está hueca, su interior guarda una pluma de halcón—señaló Ari.
—Vaya—añadió Klaus sorprendido.
—Ahora tendrás que aprender a usarla—dijo Morgan.
—Tiene una garantía de cien años, pero si se descarga la puedes traer y te la recargo.
—Las recargas no tienen costes. El precio del canalizador son 100 monedas de oro—agregó el enano.
—Eso es mucho dinero—se quejó Morgan.
—Es lo que vale, claro que también puedes a ir a uno de esos que los hacen por solo 10—replicó Onni sonriendo.
—Sabes que no lo haré—el hechicero depositó un saquito de monedas en las manos del enano. Este las peso y comprobó su autenticidad.
—Todo correcto—dijo, al fin.
—Esperamos verte más por aquí—añadió el elfo—. Mi hermano está encantado cuando llega este momento.
—Qué poco espíritu enano tienes—gruñó Onni.
El elfo se encogió de hombros.

Un mes más tarde Klaus consiguió dominar su magia, gracias a su canalizador y su nuevo Maestre de apoyo; aunque también tenía más trabajos por hacer y menos horas de descanso. Ser un hechicero multidisciplinar era muy duro.

Emma F.M

Foto Emma F.MLa puedes encontrar bailando con los elfos del bosque, cantando nanas a los vampiros o tomando el té con el Doctor. Escribe porque tiene demasiadas ideas en la cabeza que desea compartir con los demás. Su escritor favorito es Neil Gaiman.
Puedes encontrarla en Fairy Ring, Facebook o Twitter

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Feb 272013
 

Estas son las sagas de fantasía que te recomendamos si tienes dinero y tiempo para invertir en ellas. Seguro que no te defraudarán.
No intentes buscarle una explicación al orden aquí mostrado, no la tiene.

El Señor de los Anillos de J.R.R. Tolkien

  • La Comunidad del Anillo
  • Las Dos Torres
  • El Retorno del Rey

Aparece un mago en tu casa y al día siguiente estás luchando contra orcos, trasgos y el poder de Sauron y su Ojo que todo lo ve. Afortunadamente cuentas con la inestimable ayuda de un enano gruñón, un montaraz del norte y un cocinero que la mayoría de las veces tiene que apañárselas con algunas migas de pan de lembas.

Harry Potter de J.K. Rowling

  • Harry Potter y la Piedra Filosofal
  • Harry Potter y la Cámara Secreta
  • Harry Potter y el prisionero de Azkaban
  • Harry Potter y el Cáliz de Fuego
  • Harry Potter y la Orden del Fénix
  • Harry Potter y el Misterio del Príncipe
  • Harry Potter y las Reliquias de la Muerte

¿Quién dijo que volver al colegio era aburrido? Fantasmas por los pasillos, trolls en los lavabos, conspiraciones en la oscuridad y unos caramelos con gusto a….

Crónicas de la DragonLance de Margaret Weis y Tracy Hickman

  • El retorno de los dragones
  • La Reina de la Oscuridad

Un semielfo y sus amigos están disfrutando de unas patatas picantes en la posada El Último Hogar cuando las cosas se complican. Aparecen unos bárbaros con una vara, luego dragones, y más dragones y viejas rencillas entre elfos y humanos, entre humanos y enanos, entre elfos y elfos, entre bárbaros y humanos, entre humanos y humanos (bueno eso no entra dentro del género de fantasía pero había que incluirlo) y en medio de todo este fregado un kender encargado de ocuparse de las cosas pequeñas.

Canción de Hielo y Fuego de George R.R. Martin

  • Juego De Tronos
  • Choque de reyes
  • Tormenta de espadas I y II
  • Festín de cuervos
  • Danza de dragones

Kill Bill es un juego de niños al lado de esta magnífica saga dónde cuanto más cariño le coges a un personaje más pronto muere. La cosa promete.

La Rueda del Tiempo de Robert Jordan

  • Desde Dos Ríos
  • La Llaga
  • La Gran Cacería
  • La batalla de Falme
  • Camino a Tear
  • El Pueblo del Dragón
  • Los Portales de Piedra
  • El Yermo de Aiel
  • La Torre Blanca
  • Cielo en llamas
  • El Señor del Caos
  • Los Asha’man
  • La Corona de Espadas
  • El camino de dagas
  • El corazón del invierno
  • Encrucijada en el crepúsculo
  • Cuchillo de sueños
  • La tormenta
  • Torres de Medianoche

El viento no fue el principio, pues no existen comienzos ni finales en el eterno girar de la Rueda del Tiempo. Pero aquél fue un principio…

El Elfo Oscuro de R.A. Salvatore

  • La Morada
  • El Exilio
  • El Refugio

En Menzoberranzan alguien quiere Zincarlar a Drizz’t Do’Urden. ¿Quién será el buen Zincarlador que Zincarlará…? mejor voy a dejarlo aquí. Descúbrelo tu mismo.

El Vatídico de Robin Hobb

  • Aprendiz de Asesino
  • Asesino Real
  • La Búsqueda del Asesino

Una vez tuve la suerte de tener un perro al que llamaba y venía a mi encuentro. Traspié hace eso y mucho más dejando a la altura del betún al encantador de perros.

Mundodisco de Terry Pratchet

  • El color de la magia
  • La luz fantástica
  • Ritos iguales
  • Mort
  • Mundo Disco de Terry Pratchet

  • Rechicero
  • Brujerías
  • Pirómides
  • ¡Guardias! ¡Guardias!
  • Fausto Eric
  • Imágenes en acción
  • El segador
  • Brujas de viaje
  • Dioses menores
  • Lores y damas
  • Hombres de armas
  • Soul music
  • Tiempos interesantes
  • Mascarada
  • Pies de barro
  • Papá Puerco
  • ¡Voto a bríos!
  • El país del fin del mundo
  • Carpe jugulum
  • El quinto elefante
  • La verdad
  • Ladrón del Tiempo
  • El Último Héroe
  • El asombroso Mauricio y sus roedores sabios
  • Ronda de noche
  • Los pequeños hombres libres
  • Regimiento monstruoso
  • Un sombrero de cielo
  • Cartas en el asunto
  • ¡Zas!
  • La Corona de Hielo
  • Dinero a mansalva
  • El Atlético Invisible
  • Vestiré de Medianoche
  • Snuff

¿A qué huelen las nubes? ¿De qué color es la magia? Si has leído alguno de los libros de Terry lo odiarás o lo amarás no hay termino medio.

Geralt de Rivia de Andrzej Sapkowski

  • El último deseo
  • La espada del destino
  • La Sangre de los Elfos
  • Tiempo de odio
  • Bautismo de fuego
  • La torre de la golondrina
  • La dama del lago
  • Estación De Tormentas

No hay duda de que se trata de un personaje con carisma y con un par de… espadas, como John McClane. YipiKaYei hijo de puta.

¿Has leído alguna de ellas? Comenta tu preferida en los comentarios.