Buenos días aprendices y rastreadores de Tierra Quebrada hoy vamos a conocer un poco más a Virgina Pérez de la Puente, autora de la saga El Segundo Ocaso y Hijos del Dios Tuerto entre otros.
- Un Mundo de Sueños, por Virginia Pérez de la Puente. - 17 julio, 2013
¿Por qué nombre te conocen los humanos?
Los humanos normales (salvo los funcionarios del DNI) me conocen como Virginia Pérez de la Puente. Los humanos que, además de normales, tienen el plus de frikismo, me conocen como Ni, Ninotchka, LadyNi o incluso Nini, aunque estos últimos son los menos…
¿Qué opinas del género de fantasía en nuestro país?
Pues que lo tiene muy difícil. No porque se escriban cosas malas de fantasía en España: de hecho, hay muchos autores, tanto consagrados como emergentes, que adoran el género y lo miman y a los que da gusto leer. El problema es complejo: si los autores españoles no tenemos tanto renombre como los extranjeros se debe a muchos factores.
Por ejemplo, a que la fantasía sigue teniendo “mala fama” (se la sigue considerando un género menor, para niños o inmaduros), y por tanto se incentiva poco su lectura y se maltrata mucho el género desde las editoriales (a mi juicio, se edita poco y mal y se esperan resultados muy poco realistas; cuando no se consiguen, debido en gran medida a ese machaque que se hace al público lector con el “es que la fantasía es un género malo y para inadaptados”, las editoriales abandonan el proyecto y a otra cosa, lo cual obviamente va en detrimento de los autores emergentes; es imposible pedirle a un autor poco conocido que dé el pelotazo con una obra de fantasía mal editada y sin promoción).
Es obvio que las editoriales no son ONGs, y publican lo que más dinero les da; es, en realidad, la pescadilla que se muerde la cola, porque lo que más dinero da son los nombres extranjeros, precisamente porque no se ha cuidado a los autores españoles; el público no los conoce, con lo cual venden menos; y, al vender menos, las editoriales no los publican y se centran en los extranjeros. Y así vamos en círculos, claro. Ahora con el auge de la autoedición es probable que veamos cómo el panorama del fantástico va cambiando en nuestro país, porque ya te digo que hay muchísimos autores desconocidos con muchas ganas y, sobre todo, con muchísimo talento.
Otro de los factores que influye en lo poquito que vende la fantasía en nuestro país es la piratería, claro. El público objetivo de género fantástico/ci-fi es un público que conoce muy bien los recovecos de Internet. Quizá por eso la fantasía y la ci-fi sean los géneros que más se leen pero que menos venden, porque es un público que tiene un acceso muy fácil al contenido pirateado.
Imagino que no se dan cuenta de que, al descargarse los libros gratis, lo que están haciendo es alimentar a la pescadilla que comentaba antes… Porque si esos autores de fantasía rebosantes de talento ven que sus libros tienen mucho público pero no consigue ganar un euro con ellos, al final acabarán por dejar de escribir (qué le vamos a hacer, los escritores también tenemos que comer… Algún día os hablaré de lo que gana realmente un autor por cada libro que vende –que vende, no que alguien lee, que no es lo mismo-. Se os va a caer el alma a los pies.
¿Cuáles son tus obras literarias de referencia en el mundo de la fantasía?
¿Obras? Muchas, muchísimas, todas las que he leído. En realidad, me gusta aprender de cada libro que cae en mis manos, aunque si tuviera que elegir alguna quizá sería “El Señor de los Anillos”, porque fue la que me hizo decidir que yo quería escribir eso. Si me hubieras preguntado por autores… quizá me quedaría con Tolkien precisamente por eso, con Martin porque me gusta su estilo, con Sanderson porque me encanta su capacidad de imaginar y crear mundos y con Abercrombie porque me apasiona la mala leche que se gasta.
¿Cuál fue el primer libro de fantasía que leíste?
Si “El Pampinoplas” no cuenta, entonces “El Señor de los Anillos”. Pero es que me lo tragué con nueve añitos…
¿Cuál es tu personaje de fantasía preferido? ¿Por qué?
¿Solo uno? Ni de broma, hay tantísimos personajes magníficos por ahí repartidos… Me gusta mucho Anasûrimbor Kellhus, por ejemplo: me parece impresionante como personaje, cómo sabiendo desde el minuto 1 qué es y cómo maneja a su antojo a todo el mundo y sin embargo Scott Bakker es capaz de conseguir que el lector se ponga de su parte (aun sabiendo que es un maldito hijo de…).
Otros personajes que me gustan mucho, pero vistos en conjunto, son el dúo Jon Nieve-Daenerys Targaryen. ¿Que no van juntos y no son un «binomio»? No, pero son dos personajes pensados para evolucionar de forma paralela, y eso hacen (en los 5 libros que existen de su saga): se enfrentan a desafíos muy similares y evolucionan de formas muy diferentes y reaccionan de formas muy distintas, y así, vistos en conjunto, es mucho más fácil verles «las entrañas» a ambos y comprender quién es el que evoluciona y ‘madura’ de forma equilibrada y racional y quién el (la) que se convierte en una niñata caprichosa, egocéntrica y medio chalada.
También me encanta Haplo el Patryn, por su evolución, tan bien descrita y desarrollada y tan meticulosamente descrita. Cómo sin que el lector apenas se dé cuenta pasa de ser un cabrón perteneciente a una raza de cabrones a ser el héroe, y sin que haya un cambio brusco o no creíble: simplemente a partir de todo lo que vive y de cómo cada cosa que ve le va cambiando algo dentro hasta que el Haplo del último libro es el único Haplo que tiene lógica que exista, y por diferente que sea del Haplo del primer libro el caso es que sigue siendo el mismo personaje… Esa evolución de un personaje no es algo sencillo de plasmar, ni siquiera en siete libros. Y adoro a Harry Dresden, porque se las arregla para ser absolutamente humano, con miles de fallos, de debilidades, de errores, y aun así ser un héroe. De los de verdad, de los que se tropiezan quinientas veces por novela…
¿Qué es lo que más detestas al leer un libro de fantasía?
Tener la sensación de que ya lo he leído antes. Es decir, encontrarme con un libro lleno de tópicos, arquetipos, lugares comunes y tramas recicladas. Claro que eso también pasa en otros géneros…
¿Desde cuando escribes fantasía?
Mi primer intento fue a los 9 años. No sé si cuenta, pero aún escribí un par de capítulos de mi primera novela (sin nombre) y un par de cientos de páginas de la segunda (de horrible título “Los magos de Kysa”) antes de hacerlas desaparecer convenientemente…
¿Cómo describirías tu estilo de escritura?
Intento que sea lo más directo posible, pero sin renunciar a hacer las cosas “bonitas” cuando el contexto o la frase lo piden. Y me esfuerzo mucho en los diálogos, intentando conseguir que suenen naturales, no grandilocuentes o con ese tonillo de “discurso leído” que se ve en muchos libros y que a mí, personalmente, me saca bastante de cualquier historia. Si para ello tengo que emplear un lenguaje un poco más coloquial de lo que algunos esperan en una obra de fantasía épica, ¿por qué no? La gente habla así, al fin y al cabo…
¿Cómo trabajas la creación de un mundo de fantasía?
Pensando en él como un mundo real. ¿Qué es lo que hace real nuestro mundo? Su historia y su gente, y todo lo que va con esa historia y esa gente… organización social, religión, cultura, política, ocio. Sabiendo que el mundo se compone de esas cosas, para la creación de un mundo distinto lo que considero más adecuado es crear para ese mundo una estructura social, una historia, unas costumbres y religiones y culturas que pudieran haberse desarrollado lógicamente a lo largo de esa historia. Cuantos más detalles conozca el autor de su mundo, más creíble será tanto para él como para el lector…
¿Qué consideras más importante en la escritura de un libro (argumento, personajes, mundo…)?
Todo es importante, yo creo que una novela que le dé mucha importancia a uno de esos factores y ninguna al resto será una novela coja. Sin embargo, es cierto que pongo especial cuidado en la creación y desarrollo de los personajes, su forma de ser y sus motivaciones y, sobre todo, su evolución. Quizá porque pienso que, si un personaje es lo bastante creíble como para que un lector lo “sienta” como una persona real, al lector le resultará mucho más fácil interesarse por él, identificarse con él y meterse de lleno en el mundo de la novela. Y eso, por supuesto, empieza por que el propio autor vea a esos personajes como personas reales…
¿Le has cogido especial cariño a alguno de tus personajes? ¿Por qué?
A todos. Incluso a los malos. De hecho, a algunos de los malos los quiero más que a algunos de los buenos, tal vez porque son más complejos o porque necesito entender mejor sus motivaciones… Sin embargo, creo que de todos mis personajes hay tres que me han calado lo bastante hondo como para convertirse en mis favoritos: Danekal y Angarad, de El Segundo Ocaso, y Loki, de “Hijos del Dios Tuerto”.
¿Cuál es la mayor estupidez que ha hecho alguno de tus personajes?
Uf, han cometido tantas… Quizá una de las mayores sea el plan de Nikao para hacerse con el trono de Novana (una soberbia mamarrachada de principio a fin), o Danekal empeñándose en pasar el resto de su vida sin dormir ni un minuto (a quién se le ocurre que eso fuera a funcionar…).Pero quizá la mayor estupidez fuera la que cometió el emperador de Monmor (no diré cuál, porque sería spoiler para quienes no hayan leído aún “Entre las dos orillas”, la tercera novela de El Segundo Ocaso). No porque sea la más grande, sino porque, siendo el emperador uno de los personajes más inteligentes y maquiavélicos de toda la saga, que meta la pata de semejante forma es mucho peor que si la hubiera metido cualquier otro.
¿Qué sientes al escribir la última palabra de una historia?
Mucha emoción, y después una tristeza rayana en la depresión. Si me ha ocurrido con las novelas independientes que he escrito, no quiero ni pensar en la pena que sentiré cuando me despida definitivamente de todos los personajes de El Segundo Ocaso. Seguramente me encerraré un mes y lo pasaré hecha un ovillo debajo de un edredón…
¿Cuál es la principal dificultad a la que te has enfrentado como escritora?
El bloqueo, supongo que como nos ha pasado a todos los que llevamos un tiempo en esto de la literatura… Siempre llega un momento en el que no puedes escribir. Y es horrible, sobre todo cuando llega ese espantoso momento en el que crees que no vas a ser capaz de hacerlo nunca más. Por fortuna, todo pasa. Incluso esto.
¿Algún consejo para los nuevos escritores que quieren iniciarse en este mundo?
Que se armen de paciencia, tranquilidad y una armadura bien fuerte. Y que no dejen que nada de lo que van a encontrarse ahí fuera les quite nunca la ilusión.
¿Autoedición o editorial?
Cada una tiene su parte buena y su parte mala… Una editorial tiene un nombre, y puede dar a un autor mucha visibilidad. Sin embargo, yo en los últimos años he descubierto que un autor con interés por hacer las cosas bien puede conseguir un “producto” de la misma calidad o incluso mayor por su cuenta, y sin los “lastres” de publicar con una editorial (fechas, distribución, y porcentaje de royalties, por ejemplo). Ahora mismo hay correctores, diseñadores de portadas y maquetadotes maravillosos que trabajan fuera de las editoriales: contando con ellos, un autor autoeditado puede conseguir un libro magnífico y publicarlo exactamente como él quiere y cuando quiere, y siempre le pondrá mucho más cariño y lo cuidará más que una editorial (porque ¿quién va a querer más un libro que su autor?). La mala fama de la autopublicación se va diluyendo poco a poco gracias a que muchos autores estamos optando por probar esta vía y demostrando que el hecho de ser autoeditado no implica, ni muchísimo menos, que un libro sea de peor calidad que un libro publicado por editorial.
¿Cuáles son los mayores obstáculos que hay que superar antes de poder publicar un libro?
Yo creo que el único obstáculo real es pensar que un libro que has escrito no necesita ninguna mejora, que está perfecto tal cual ha salido de tus dedos y que cualquier cosa que te digan que puede mejorar es mentira. Todo se puede mejorar, nada sale perfecto a la primera, y un autor es la persona menos indicada para encontrar fallos en sus propios libros. Además, en esto nunca se deja de aprender ni se deja de mejorar. Si un escritor tiene eso claro, entonces al final publicará, y tendrá lectores que amarán lo que escribe, sea en editorial o por su cuenta.
¿Cómo definirías a tu público?
Hay de todo. Yo creo que lo único que tienen en común es que a todos les gusta leer, que a todos les gusta perderse en otras vidas y otros mundos, y que todos ellos, sea cual sea su edad, conservan la capacidad de soñar.
¿Sufres más leyendo o escribiendo?
Escribiendo, sin duda. Sobre todo porque lo paso fatal cada vez que alguno de mis personajes sufre (y sufren mucho, pobrecitos míos), pero por otra parte sé perfectamente que la culpable de sus sufrimientos soy yo. De modo que al dolor de ver cómo alguien querido lo pasa mal (un personaje al que conoces y aprecias, en este caso) se une el sentimiento de culpa. Todo muy gore. Pero no dejaré de hacerlo, porque creo que tengo un puntito maligno que hace que me encante pasarlo mal sabiendo que estoy haciendo que ellos, mis personajes, mis hijos queridos, lo pasen mal. Creo que un psicólogo especializado en escritores tendría material para fundar veinte centros de salud mental…
¿Recuerdas alguna anécdota divertida, interesante… de tu carrera como escritora?
Toda mi carrera como escritora es una anécdota gigantesca. La verdad es que desde que empecé a relacionarme con el «mundillo literario» todo han sido grandísimos momentos… Recuerdo con especial cariño una cena que compartí con George R.R. Martin en la que estuvimos charlando del mundo editorial fantástico en España (y me pidió que le firmase un ejemplar de una de mis novelas, fue muy curioso). Otro momento divertidísimo fue la resaca que compartí con Joe Abercrombie en Avilés, con una “carrera” a ver quién tardaba más en despejarse y quitarse las gafas de sol y dejar de pedir agua al camarero de una terraza. Y recuerdo con muchísimo cariño un musical Disney que nos montamos una noche de copas Juan Gómez Jurado, Alberto M. Caliani y yo a las puertas de un bar de Barcelona. Creo que solo ha habido un día que me he reído más: el día que conocí a Ian Whates, que tiene una risa contagiosa y es tan magnífica persona que casi duele. Momentos de risas y tertulias salidas de madre con autores conocidos y desconocidos, noveles y experimentados… creo que todas las anécdotas que guardo en un tarro son las que demuestran que un autor, por mundialmente conocido que sea y por muchos libros que venda, sigue siendo una persona. Con eso me quedo: es algo que, cuando no era más que una chavala que soñaba con escribir, jamás me habría planteado, que los autores reconocidos fueran algo más que nombres en las solapas de los libros.
Quizá lo más curioso sea haberme visto en la tesitura de reaccionar cuando alguien me dice a mí «Qué curioso, qué simpática y qué cercana eres, da gusto con autores como tú…», algo que a mí me ha resultado siempre muy extraño, pero, bien pensado, si mis anécdotas son las que demuestran que otros autores son personas cercanas, ¿por qué no iba alguien a tener las mismas anécdotas pero conmigo como “protagonista”?
¿Cuál es tu mejor defecto?
¿El mejor? Que soy cabezona. MUY cabezona. Y que soy obsesivo-compulsiva. Eso es horrible para la mente, pero a la hora de escribir es una ayuda gigantesca: no soy capaz de dejar una novela (y mucho menos de publicarla) hasta que está perfecta. Soy capaz de pasar noches y noches en blanco con tal de que todo esté en su sitio.
¿Qué te preguntarías a ti misma? ¿Y cuál sería tu respuesta?
Me la hago muchas veces… La pregunta es «¿Por qué no escribes algo de… (inserte tema, género, subgénero, experimentación literaria, personaje secundario de otra novela, lo que sea)?». La respuesta siempre es «Venga, vale».
¿Alguna frase épica que quieras compartir con nosotros?
¿Mía, de mis novelas, de otros autores, en general…? Si no hace falta que sea mía, entonces elijo «Hazlo o no lo hagas: pero no lo intentes», del Maestro Yoda. Si tiene que ser mía, hay una frase de un personaje de mis novelas (Tije) que me gusta mucho, por varios motivos… aunque prefiero no explicar exactamente cuáles, porque sería spoiler de mis siguientes novelas. La frase es: «No me tientes. Cuando alguien me tienta, suele salir perdiendo».
Tu turno, tienes 1 minuto para convencernos de que leamos tus libros y no los de otro autor…
¿Por qué iba a hacer eso? Leer a un autor no implica dejar de leer a todos los demás. Es más, cuanto más lee uno, más quiere leer, porque la lectura es como una droga; de modo que no se me ocurre decirle a nadie que lea lo mío y no lo del vecino de al lado, porque (al contrario de lo que muchos piensan) los autores no somos competencia: somos compañeros. Cuando otro autor (aunque escriba exactamente el mismo género y para el mismo público que yo) triunfa, yo no me pongo verde de envidia: lo que hago es alegrarme, porque todos esos lectores que han disfrutado con sus libros pueden disfrutar igualmente con los míos, y eso es bueno para todos: para él, para mí, y para los lectores. De modo que lo único que diré es ¡Leed!. Lo mío o lo de otro autor. Hay vida suficiente para leer mis novelas y las de tantísima otra gente… ¿Para qué limitarnos?
Ahora es tu momento apreciado lector. Hazle tu pregunta a Virginia, seguro que estará encantada de responderla 🙂