Las explosiones fueron lo primero que oyeron al despertar. Eso y la voz de alguien que gritaba.
-Ellos tienen armas pero yo tengo a mis hijitos. Id a por ellos, id a por ellos.
Todo estaba oscuro en la parte trasera de ese camión y ninguno de los que estaban allí tenía la más remota idea de como habían acabado atados en ese lugar.
El viejo conserje fue el primero en hablar.
-Chico, si tu, el que tiene cara de tonto. Anda acércate y coge la navaja de mi bolsillo. Tenemos que salir de aquí antes de que esos tipos vuelvan. No pienso quedarme para averiguar cuales son sus intenciones.
Zoilo se acercó sin preguntar. Tampoco tenía intención de quedarse más rato del estrictamente necesario. Parecía que fuera alguien se divertía con los explosivos.
Al poco rato cientos, miles de personas, aparecieron por el camino principal corriendo como si el mismísimo diablo les estuviera persiguiendo.
Al fin habían conseguido desatarse pero la noche no había hecho más que empezar.
Los rumores no dejaban lugar a dudas, un conde había decidido soltar varios engendros modificados genéticamente por las calles de la ciudad. ¿O eran los militares los que habían atacado primero el palacio? En cualquier caso había que encontrar una vía de escape y rápido. La infección se propagaba con rapidez. Tal y como había dicho el doctor Zapato. Lo mismo que había ocurrido en Cabanillas días antes y si la información que tenían era cierta lo mismo que ocurriría hasta que La Corporación consiguiera tomar el control absoluto.
-Oye perdona, ¿donde estamos?
-Santander, ¿es que acabas de venir de un viaje en el futuro? Santander, 25 de abril de 2015 y te recomiendo que corras si aprecias tu vida.
Bueno, no todo era tan malo, no habían viajado en el tiempo y ya sabían en que ciudad estaban. No demasiado lejos del Centro de Investigación, o de lo que quedara de él.
Las rutas de escape no eran demasiado tentadoras. Hacia el oeste por el paseo marítimo o hacia el norte, hacia el deshabitado parque de las LLamas.
Esa parecía la mejor opción para escapar. Espacios amplios, lugares dónde ocultarse….
Si, no había duda irían hacia el norte.
Mi experiencia
En esta ocasión los chicos de WRG han decidido hacernos sudar de lo lindo en una Survival donde había que enfrentarse a una zona de juego de algo más de 10 quilómetros cuadrados.
Pero vayamos paso a paso.
Para ponernos en ambiente el conde Posado de San Juan nos invita a las I jornadas de manipulación genética en el palacio de la Magdalena, un espacio inigualable para la presentación del evento. Todo parece que marcha según lo previsto hasta que durante el discurso de inauguración los militares atacan el palacio, el conde se cabrea y manda cientos de zombies a invadir las calles tomadas por los militares.
En medio casi 3000 supervivientes que tendrían que escapar y correr para conseguir los diferentes sellos de cada zona.
En total había 5 zonas de las que pudimos completar tres, la zona de las Llamas, la zona de los jardines de Piquio y la zona del espolón.
Empezamos por el parque de las Llamas y allí ya pudimos darnos cuenta que esta vez nos tocaría correr. La distancia entre pruebas eran grande y en algunas ocasiones había que hacer el recorrido varias veces.
Sin embargo la dificultad una vez llegados a la prueba no era demasiado elevada y tampoco había que rolear en exceso. Estos dos factores creo que fueron el pilar básico para evitar largas esperas en cada prueba que de otra forma se podían haber alargado de manera alarmante.
Otro de los puntos a destacar en esta survival fue la gran cantidad de lugares a los que acudir. En otras survivals la dificultad era encontrar los diferente lugares o la información que te lleva a ellos. En este caso no fue así. Cada sello te llevaba al siguiente o en su defecto podías llegar a encontrarlos sin demasiada dificultad. Esto agilizaba todo el evento y permitía ir avanzando a los supervivientes a su propio ritmo.
Con la superficie a cubrir conseguir ambientación en todas las calles era tarea casi imposible pero para minimizar este efecto durante toda la noche un autobús cargado con zombies tenía la amabilidad de ir repartiendo muerte allí donde más supervivientes se concentraban.
Después de los primeros ataques el rumor corrió como la pólvora y al grito de autobús los supervientes empezaban a correr como pollos sin cabeza. Eso unido a algunos Z’s que recorrían las calles hacía que tuvieras que estar en tensión durante todo el rato aunque el resto de militares y Z’s estuvieran concentrados en las pruebas.
Y llegamos a la que considero la mejor zona en la que pudimos disfrutar. Los jardines de Piquio.
Superada la primera zona sin bajas nos dirigimos a la siguiente. La lucha entre el conde y los militares estaba clara y las fuerzas de WRG querían recultar al mayor nº de supervivientes para su bando. Ahí teníamos que enfrentarnos a una prueba de valor y lealtad. Conseguir una concha Conda y algo de dinero. Una prueba relativamente fácil si no hubiera sido por los 5 Z’s que custodiaban el parque como si esas conchas y el dinero les fueran a servir para tomarse un café.
Esa fue una de las pruebas más arriesgadas a la que tuvimos que enfrentarnos a lo largo de toda la noche. No había huecos por donde entrar, no había margen para el error y a diferencia de otros Z’s más permisivos aquí había que esprintar de lo lindo para sobrevivir.
Conseguimos la pasta y quien tiene pasta tiene poder. Luego conseguimos cambiar con otros supervivientes pasta por comida y a por nuestro sello. Ya habíamos demostrado nuestra lealtad, ahora solo quedaba que nos convirtieran en máquinas de matar. De eso se encargó el oficial al mando en el parque de los pinos. Empezamos con entrenamiento suave, para calentar, unas sentadillas hasta que alguien se fue de la lengua. Ahí es donde empezó el verdadero entrenamiento a base de flexiones. Una,dos,tres,tres,tres,tres…. en algún momento nos íbamos a convertir en mercenarios de verdad listos para la lucha y todos esperábamos que ese momento llegara pronto.
Al final llegó, ya solo nos quedaba hablar con el coronel para conocer nuestro destino.
La del coronel fue otra de las mejores pruebas de la noche. Había que conseguir un código de acceso que casualmente colgaba del cuello de un Z. Y no solo eso sino que existían varios códigos y solo uno era el correcto.
Después de varias carreras esquivando al Z y a los otros zombies que se unieron a la fiesta entre varios supervivientes conseguimos uno a uno todos los dígitos necesarios.
Nuestro objetivo ahora era llegar al ayuntamiento a casi 2 quilómetros de distancia. Ya eran las 4:03 a.m
Nos separamos por una de las cada vez más frecuentes hordas de zombies pero logramos reagruparnos en el palacio de festivales. Desde allí al ayuntamiento, y a conseguir las pruebas del espacio joven y de la catedral para volver al espolón.
Habíamos conseguido los 12 sellos necesarios y desde el espolón nos mandaron a paso ligero de nuevo hacia el palacio de la Magdalena.
Allí los militares parecían tener acorralado al conde pero aún quedaba una última misión por cumplir. Teníamos que conseguir una foto del conde y una muestra de agua del baño.
El amanecer cada vez estaba más cerca, estábamos a punto de conseguirlo y salir con vida de ese infierno.