Nov 272013
 
 27 noviembre, 2013  Publicado por a las 11:11 Tagged with: , ,  8 comentarios »

Nunke esperó sentado pacientemente en la vieja silla de roble de la sala de espera de la escuela de magia perteneciente a la inmensa ciudad de Arauste. Solo tenía dieciséis años y le había costado mucho trabajo conseguir que le llamaran para hablar con el mago Tolguer.
Todo lo que contaban sobre él eran historias de batallas grandiosas en las que había salido vencedor gracias a su enorme poder y a su infinita inteligencia.
Bosque en llamas
Mientras observaba a su alrededor el ir y venir de los alumnos con sus togas idénticas de lana negra, se preguntaba cómo sería físicamente aquel mago. Imaginaba a un hombre anciano con su barba blanca y su bastón mágico de madera, con sus manos huesudas y arrugadas y una mente llena de conocimientos.
Conocimientos que él ansiaba descubrir.
Sin embargo fue una mujer quien le recibió en la entrada de la escuela de magia, no excesivamente bella ni joven, pero atractiva en cualquier caso.
-Acompañadme, Nunke.
Y con un gesto de sus finas manos, le indicó el camino hacia el exterior.
El muchacho estaba un poco confuso, pues pensaba que rápidamente sería admitido en la escuela y admirado por sus virtudes y su valiente actitud. Mientras caminaba detrás de la mujer de cabello largo y castaño envuelta en una toga de tela
fina y colores claros, se preguntaba si el mago Tolguer le esperaría afuera.
-¿Y bien?- preguntó la mujer sonriéndole con sus ojos azul cerúleo-. ¿A qué debemos tu
visita?

Nunke la escudriñó con sus ojos sin comprender bien la pregunta. Era evidente a lo que se venía a una escuela de magia. Ante su silencio, ella se echó a reír.
-¿Esperabas a otra persona?
-Pensé que me recibiría el mago Tolguer- admitió algo avergonzado, comprendiendo que quizás él no era lo suficientemente importante como para que el ilustre mago le atendiera en persona.
-La tienes ante ti- respondió la mujer, disfrutando con descaro de la enorme confusión del joven-. ¿Qué deseas saber?
Nunke carraspeó intentando recomponerse de la sorpresa. Sus ojos pasaban continuamente de la mujer al suelo y del suelo a la mujer.
-Disculpadme, creí que todas las historias que cuentan…batallas…poder…no serían
característicos de una mujer- confesó-. Quiero entrar en la escuela de magia. Ella asintió lentamente, acariciándole con sus ojos dulces y pacientes, comprensivos, divertida ante aquel muchacho que la juzgaba sin conocerla y al que ella no se atrevía a juzgar.
El sol acariciaba el cabello rubio de Nunke, rodeándole de un aura atractivo e hipnotizador.
Sin embargo sus prejuicios le hacían dudar de lo que llevaba dentro.
¿Crees que se nace mago o se aprende a serlo?– preguntó Tolguer cambiando su expresión amable por una seria y distante.
El joven negó con la cabeza, admitiendo su ignorancia. No era una mala señal. Cuando no se sabía la respuesta, era mejor guardar silencio.
-¿Tú qué crees? Un guerrero, ¿nace o se hace?- insistió ella.
De nuevo el silencio. El joven tenía la virtud de escuchar, observar, y esperar la respuesta de quien de verdad podía recibirla.
-Puede ser instruido-prosiguió ella-. ¿De qué le servirá? Puede aprender el manejo de la espada, el arco o la daga. Pero un guerrero no será un buen guerrero si no posee valor, astucia e inteligencia. Y esos atributos no pueden ser enseñados.
-Creo que tengo todo eso. Enseñadme- pidió el muchacho con entusiasmo y exigente
determinación.
-Cuando un hombre empuña la espada- explicó la mujer-, puede aprender movimientos en la lucha, ser más o menos fuerte, más alto o más bajo, y suplir sus carencias con otras aptitudes.En la lucha cuerpo a cuerpo no puedes decidir a qué enemigos atacar cuando todos te rodean y como una abalancha llueven de todos lados. ¿Qué harías en medio de esa situación si no fueras robusto y fornido?
Quizás serías arquero.
Pero entonces, además de puntería, deberías ser inteligente para buscar una posición
estratégica que te permitiera apuntar a tu objetivo. Y saber cómo escapar, pues si se acercan
demasiado eres un blanco fácil.
¿Llevarías una daga tal vez?
Es posible que fuera ésa tu opción. Tal vez podrías correr, ser ágil y veloz y escapar del
enemigo.
-Ya he probado todo eso- interrumpió el muchacho-, y quiero algo mejor. Deseo aprender el
uso de la magia.
-Y, ¿qué es lo que te hace pensar que si no eres bueno con la espada, el arco o la daga,
tendrás más éxito con la magia? ¿Consideras acaso a los magos como seres débiles que lo son sólo
por no ser capaces de ser otra cosa?

El joven tragó saliva, luchando por superar con éxito aquella abalancha de preguntas.
-No deseo ofenderos. Considero que los magos son superiores y tienen más poder que el
resto. Por eso y porque os admiro, deseo aprender y me pongo a vuestra disposición.
Tolguer le mantuvo la mirada, vacía, reflexiva, aceptando así su ofrecimiento.
-Bien, como deseéis.
Y con un breve gesto de su mano, le indicó a una niña que se acercase a ellos. Grácil,
delicada, demasiado pequeña para ser fuerte, con su cabeza adornada por unos cabellos finos y
claros atados en una laboriosa trenza.
-¿Una niña? ¿Qué va a enseñarme una niña?- se sobresaltó el joven algo indignado y
confuso.
Tolguer alzó una ceja, comenzando a desvelar la verdadera personalidad del joven.
-Lo primero humildad, inocencia. Te hará perder la soberbia.
Nunke bajó un segundo la mirada empezando a sentirse enojado. No le gustaba que le
manipularan ni que intentasen reírse de él.
-¿No vais entonces vos a enseñarme?
-Yo no he dicho eso. Antes de tomarte como mi alumno, deseo saber si posees las verdaderas
cualidades.Acompáñame.
Y siguió con fingida docilidad a la mujer y a la niña hasta la orilla del río. Después
caminaron hasta la entrada de una cueva, en la que jamás Nunke hubiese entrado sin una espada.
La boca era oscura y rocosa, y en el suelo podían verse restos de pelo y tierra removida.
Mientras ellas se paraban ante la entrada, el muchacho observó con ojos fríos y labios
apretados. La niña se adelantó con lentitud y suavidad y al instante un bramido llenó sus oídos.
El joven dio un paso atrás, dispuesto a salir corriendo, pero su orgullo se lo impidió. No iba
a mostrarse cobarde ante una mujer y una niña pequeña.
Ante ellos se mostró el enorme y mortal oso, con su espeso y tupido pelaje negro, con las
fauces hambrientas y los ojos hirviendo en sangre.
Nunke trataba de contener el temblor de su cuerpo, apretando cada músculo y presionando
con fuerza su mandíbula.
En ningún momento Tolguer echó la mirada atrás, lo que para él resultó un tremendo alivio.
Y entonces la niña se arrodilló ante el animal, alzó una mano y cerró los ojos. Su
tranquilidad envolvió a la bestia, volviéndola dócil, inofensiva, al tiempo que olisqueaba su pequeña
mano.
El muchacho no comprendió el objetivo de semejante demostración, y, mientras caminaba
nuevamente tras la mujer, se preguntaba qué sería lo siguiente.
Y fue entonces cuando se vio ante una anciana de piel oscura y cabellos blancos. Ella no
advirtió la presencia de ambos en su salón mientras cocía pócimas y añadía ingredientes en una gran
olla al fuego. Y si lo hizo, no se dignó a saludarles.
Continuó con su labor ignorándoles, centrada en echar la cantidad exacta de hierbas al
caldero.
Tolguer salió en silencio de la estancia y en esta ocasión tampoco miró al muchacho.
No entendió él lo que quería mostrarle, ni cómo iba a saber si poseía cualidades suficientes
para ser mago si no le ponía a prueba y ni tan siquera le miraba.
Finalmente le llevó al valle, iluminado por el sol abrasador, en el que descansaban pequeños
árboles junto al río.
-No quiero dominar animales ni fabricar pociones- estalló el joven, que ya no podía más-.
No es eso lo que quiero aprender.
-Bien, entonces ¿qué quieres ser?- preguntó la mujer, conocedora de la respuesta.
– Quiero ser fuerte, el más fuerte, luchar y vencer.
Tolguer sonrió de nuevo, y el muchacho volvió a notar su enorme atractivo.
-¿Lo que quieres es esto?
Y, sin apenas moverse, con un mínimo gesto de su mano, levantó las palmas hacia arriba y
una pequeña llama apareció en ellas. La mujer las contempló con enorme admiración,
reverenciándolas, como si fuera la primera vez que las veía. Y, adelantando ambas manos, las arrojó
contra unos troncos de madera recién cortados que yacían en el suelo. Ardieron éstos, y Nunke al
fin sonrió.
-¿Quizás esto?
Ella cerró los puños con fuerza, concentrando la mirada en una enorme roca y apretando los
labios mientras sus ojos se volvían de nuevo inhumanos.
La roca saltó en mil pedazos.
La alegría era evidente en los ojos de Nunke, que reprimía su deseo de saltar como un
chiquillo, contemplando admirado cómo al fin aquella mujer le daba lo que él ansiaba ver.
-¡Sí, eso es!- exclamó.
Entonces ella bajó las manos y le miró de forma compasiva. Era lo que se temía.
Siento decirte que no podrás conseguirlo. Mientras estés bañado de ambición, soberbia y
prepotencia, mientras no desees empezar el camino desde abajo, desde el principio,mientras anheles
elegir lo que te gusta sin aceptar lo que de verdad eres, jamás podrás ser un mago.
Nunke mostró una expresión enojada. No le gustaba su respuesta, ahora que al fin veía lo
que tanto ansiaba.
-Esa niña tiene un don, el don de la naturaleza. Algún día crecerá y su poder lo hará con ella.
Después será una mujer, y tal vez desee cultivar sus conocimientos y emplearlos para la
curación, a través de pociones, hierbas y conjuros. Más adelante tal vez desee luchar, aprender los
fuegos blancos, el poder de los rayos, y la fuerza de las aguas.
Pero por más que desee todo eso, fracasará si no se conforma con ser lo que es.
Y tú eres un joven que huye de sus fracasos, de su falta de fuerza con la espada, de su escasa
destreza con el arco, buscando refugio en la magia. Y así jamás serás nada.
-¿Cómo puede saber eso si apenas me ha mirado?- protestó Nunke sin ocultar su enfado.
-No he querido hacerlo para no prejuzgarte. Los ojos a veces nos dan una imagen que no es
real. No huiste en la cueva del oso, luego eres valiente, más lo primero que sentiste al ver a la niña
era que estaba por debajo de ti en conocimientos. Prejuzgaste y la despreciaste por su edad.
Igual te ocurrió ante la sanadora. Esperabas una mujer de piel blanca con una toga de seda
de idéntico color. Te ofendió que no nos hablara en lugar de comprender lo importante que es dejar
trabajar a quien estudia y practica la magia.
Juzgas a los demás sin conocerlos, a pesar de que deseas de verdad aprender.
Sin embargo te mostré mi magia. Y eso sí era lo que esperabas, incluso aunque no creías que
fuese capaz de hacerlo una mujer.
No importa cómo ganes una batalla, si con magia o con espadas. Lo importante, lo único
importante, es el camino que sigues y cómo lo sigues hasta llegar a ella.
Podría enseñarte la magia. Pero no puedo enseñarte todo lo demás. Debes ser tú quien lo
aprenda de la vida y de las experiencias. Créeme, tu camino va hacia otro lugar.

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Nov 012013
 
 1 noviembre, 2013  Publicado por a las 11:11 El Torneo del Rey Tagged with:  Sin comentarios »

Torneo del Rey: Gales, La leyenda de Leureley
Aventurero, héroe o simple mortal, esta es la oportunidad para demostrar tu habilidad y tu talento.
En el Torneo del Rey tienes disponible un nuevo reto al que enfrentarte y conseguir fama, gloria y porque no, un poco de experiencia en combate que llegado el momento siempre te puede venir bien.

En El Origen del Lum un nuevo mundo de fantasía nos abre sus puertas con nuevas razas, objetos mágicos, animales nunca antes leidos que se enfrentarán a un destino impuesto. Si quieres comprobar tus conocimientos sobre El Origen del Lum este es tu reto.
Accede al reto:  El Origen del Lum

Añade tus preguntas sobre El Origen del Lum en los comentarios…

 

Oct 302013
 
 30 octubre, 2013  Publicado por a las 11:11 El Pozo de los Recuerdos Tagged with: , , ,  Sin comentarios »

A

 

 

veces cuando alguien guarda silencio, está construyendo de nuevo los muros de su alma. Si no dejas que se ponga la última piedra no se cerrarán para siempre.»

Cuando en la primera página de un libro como El Origen del Lum te encuentras con una dedicatoria como esta, dentro de él solo puedes descubrir más frases bien escritas.

  • «…primero ves tu propia verdad, te ves a ti fuerte y real, ves tu destino…Y al año desapareces.»
  • «Lo que eres está prohibido. Los silfos no tienen sentimientos.»
  • «Que extraño. Silfos que sienten, selfos que recuerdan, razas que escapan de su destino…Es cierto que algo está cambiando.»
  • «Están lejos de sus casas..persiguiendo sueños y promesas que no saben si se cumplirán. Pero no tienen miedo porque permanecen unidos. Me da la sensación de que allí donde esten ellos, si es juntos, ese será su hogar.»
  • «-¿Podrías vivir viéndola feliz con un mireg?
    – Sería feliz simplemente viéndola vivir. «
  • «Me siento arrastrada, caigo en un abismo oscuro, me pierdo en un infinito donde no hay tiempo ni mundo.»
  • «- Así que buscáis respuestas. Toda respuesta es buena si buena es la pregunta.»
  • «- Un don sin enseñanza es como un arco sin flechas. Si no puedes utilizarlo, eres inofensiva.»
  • » Nuestro avance continua en un mundo sin días, en el que empieza a pesarnos la constante oscuridad, haciéndonos sentir que el tiempo se ha parado.»
  • «…al cambiar mi destino también cambió el suyo.»

Si has leido el libro seguro que te ha llamado la atención alguna otra frase. ¿Cual añadirías?

Oct 282013
 
 28 octubre, 2013  Publicado por a las 11:11 El Candelabro de Hierro, Libros Tagged with:  6 comentarios »

Carátula El Origen del Lum«Las estrellas en Trim brillan en el cielo de la noche. Paso el tiempo intentando contarlas todas mientras voy trenzando con los dedos las tiras de cuero marrón de mi terjet.»

Así comienza El Origen del Lum la primera novela de Sonia Centeno. Una historia de fantasía que cuenta de primera mano el camino que recorrerá Simkha para escapar de su fatal destino. Como manda la tradición al cumplir los dieciséis años morirá. Sin embargo algo en su interior le hace pensar que puede escribir su futuro y junto a su mejor amigo Belkho, emprenderán un viaje fuera de sus obligadas fronteras. De la mano de Simkha te adentrarás en mundos fantásticos, descubriendo ciudades, pueblos y razas. De pronto te encontrarás en medio de fabulosos personajes: miregs, seltos, silums, o seres mitológicos como los silfos que te acompañarán en una aventura trepidante tras un objetivo común: romper el círculo perfecto.

Precisamente si tengo que destacar algo en cuanto a la narración se refiere sería la velocidad de lectura a la que me ha obligado. Aunque a medida que avanzaba la historia han sido varias las sensaciones que ha provocado en mí la prosa utilizada por Sonia para transportarme a otros mundos, sin duda destacaría el ritmo trepidante que consigue con la redacción en primera persona y en presente. Logra que vivamos la aventura como si estuviéramos escribiéndola nosotros mismos. La sensación es la de estar leyendo el diario de Simkha. Abundan las frases cortas y directas, pero también diálogos y descripciones de un narrador que consigue que todo esté en su sitio.

En algunas escenas da la impresión de profundizar poco, me he quedado con las ganas de saber, de rellenar huecos; como si, de repente, en un momento importante cerrase los ojos y no viera el resultado de una parte de la trama o me perdiera el momento culminante de una batalla o las mariposas en el estomago que se sienten cuando por fin todo encaja.

Para Sonia Centeno es su primera publicación de la mano de la editorial Atlantis. Esta santanderina nacida en 1977 se confiesa amante del deporte, las letras y la fotografía.

Para los que como a mí les guste ubicarse físicamente con la ayuda de un mapa, tengo una mala noticia. En esta ocasión tendrás que hacer uso de tu imaginación o de un lápiz y una hoja en blanco para ir creando tu propio camino porque no, … ¡¡No hay un mapa!!… con sus ciudades, sus bosques, mares y riachuelos. Un mapa que nos transporte a los tres mundos y nos transmita visualmente la inmensidad que nos rodea.

Si finalmente decides leer El origen del Lum, tal vez te sorprenda esta historia de gran creatividad que, además de hablarnos de mundos fantásticos nos enseña que no todo es lo que parece, que la vida de cada uno está escrita por sus decisiones, que los sueños se consiguen a base de esfuerzo y tesón y que más allá de quién seas siempre hay un camino a tomar que cambiará tu «destino».


Fuentes

El Origen Del Lum Autora: Sonia Centeno. Editorial: Atlantis

Oct 042013
 

Estaba oscureciendo. Apenas quedaba un reflejo en el cielo del sol que desaparecía para cubrir la ciudad con el manto de la noche. Me camuflé aún más bajo la capa de lana oscura, temerosa de encontrarme en uno de los peores barrios de Eritum. Yo no debería estar aquí.
Al final de la calle empedrada, en cuyos lados descansaban las pequeñas casas adornadas con flores, vi el resplandor de la luz que se filtraba por las contraventanas cerradas de la taberna. Supuestamente era un lugar clandestino, no debían llamar la atención. A los gobernantes de la ciudad, no les gustaban las actividades que se llevaban a cabo en las tabernas. Sin embargo, no habían conseguido erradicarlas.
Alrededor de la casa reinaba el silencio, extraño, gélido, inquietante. Golpeé dos veces la puerta de madera gruesa con los nudillos y esperé.
Creí escuchar un sonido que provenía del interior, como si estuviesen mandando callar a alguien. Después la puerta se entreabrió.
-¿Quién va?- susurró una voz ronca de mujer.
-Seranda- respondí intentando parecer serena.
La mujer dudó unos instantes y finalmente abrió, haciéndome entrar con rapidez. Al momento empujó suavemente la pesada puerta cerrándola a mi espalda.
-Está al fondo- me indicó la gruesa mujer.
Después se sentó en una mesa cercana junto a dos mujeres ancianas. Todas ellas bebían en silencio de gruesas y toscas jarras de barro. Ni siquiera me miraban.

El lugar estaba construido completamente de madera. Las enormes vigas que sujetaban el techo del piso superior, parecían estar ajadas y con la posibilidad de quebrarse en cualquier momento. Miré temerosa hacia arriba, deseando que no cedieran justo en aquel instante.
Paseé la vista por el interior de la taberna tratando de pasar desapercibida, al tiempo que me sentaba en una de las mesas.Desde allí podía ver la enorme barra de madera en la que se exhibían todo tipo de licores y alimentos.
Pero no sentía hambre. Lo único que deseaba era encontrarle.
Aunque al mismo tiempo tenía miedo.
Continué observando los barriles de madera alumbrados por la escasa luz de las velas, mientras dos borrachos salían con extraño sigilo de la taberna. Si eran encontrados en este lugar, serían arrestados. Exactamente igual que yo.
El tabernero me sirvió una jarra que yo no había pedido. Sin soltarla, me miró con ojos secos y severos como afirmando que tenía que beberla. Le devolví la mirada aparentando seguridad, pero lo cierto es que el licor que vendían era muy desagradable. Después de soltarla, se dio la vuelta, volvió tras la barra, y se quedó mirando con los ojos entrecerrados hasta que tomé el primer sorbo.
Gentuza…- le oí murmurar tras ver mi cara de asco.
Pelea taberna
Me pregunté qué habrían visto los ojos de aquel hombre durante la vida para juzgar a las personas por lo que bebían. Sobre todo a una mujer.
Entonces recordé que él no sabía que yo era una mujer.
Mi disfraz funcionaba. El cabello recogido y camuflado tras la capucha de la capa y aquel peto de cuero que aplastaba mi cuerpo femenino lo habían convencido.
Estaba en el buen camino.
Entonces el corazón me dio un salto cuando sentí pisadas en las escaleras de madera que accedían al segundo piso. Vi unas enormes botas de cuero desgastado, después un cuerpo fuerte y poderoso, y al fin su cara.
Aquella taberna parecía muy pequeña para él, demasiado insignificante. Quien conocía a mi padre, sabía que había ganado batallas, dirigido ejércitos y segado muchas vidas. No le temblaba el pulso ante nada ni ante nadie. Y mi mayor sueño había sido siempre luchar junto a él.
Pero él jamás lo permitiría.
Por suerte hacía demasiados años ya que no nos veíamos, y era imposible que llegara a reconocerme.
Se acercó y se sentó a mi lado. Le hizo un gesto al tabernero y éste le acercó una jarra con una actitud de máximo respeto. Le miré esbozando una sonrisa divertida. No era tan despectivo con mi padre.
-Eres joven- murmuró lentamente-. ¿Por qué quieres morir?
Intenté no mirarle a los ojos y bebí un trago de mi jarra. El aliento me ardía y los latidos de mi corazón parecía que podían oírse en toda la sala.
Será la muerte quien me busque, pero no tendrá el valor de encontrarme– respondí con dignidad.
Él me observó con los ojos azules entrecerrados mientras se balanceaba lentamente en su silla. Se humedeció la boca y se mordió el labio inferior pensativo.
-¿Sabes por qué vivo en una taberna?- preguntó estirando las piernas y recostándose en la silla de madera.
Negué con la cabeza. Sentí los ojos de las ancianas clavados en mí, como si discretamente asistieran a un espectáculo.
-Todo lo que he escuchado son historias de triunfos y batallas- confesé.
Mi padre sonrió y sentí un nudo en la garganta. No podía llorar delante de él.
-Y existieron…-susurró mientras sus ojos se perdían en la nostalgia del pasado-. Y yo creí ser alguien mientras luchaba para el rey y ganaba sus batallas. Creí ser alguien mientras arrancaba la vida de otros soldados y los años pasaban dejando atrás a los míos.
Me senté con la espalda aún más recta dispuesta a escuchar su historia.
-¿Sabes por qué vivo en una taberna?- repitió.
-No- dije temerosa.
Entonces él alargó su mano de piel áspera y dedos gruesos, una mano fuerte para sujetar la espada y cálida para abrazar a un niño, y me despojó de la capucha dejando al descubierto mis cabellos.
-Porque tenía demasiada vergüenza como para volver a buscar a mi familia, hija mía.
Me descubrió, lo sabía desde el principio. Incluso con mi nombre falso, sabía quién era yo.
-¿No hay batallas?- pregunté.
-Hace muchos años, hija mía. Demasiados. Vuelve a casa con tu madre. Has venido demasiado lejos- se puso de pie-. Regresa.
Y desapareció escaleras arriba, dejando a su espalda una estela de dolor y recuerdos, que se mezclaban con un falso pasado.

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