May 022014
 
 2 mayo, 2014  Publicado por a las 11:11 Tagged with: , ,  5 comentarios »

Era de noche, sí. Mañana sería martes y tendría que levantarme pronto. Pero no era justo. Había merendado, hecho los deberes, preparado la mochila para el día siguiente, había sacado la basura y mi habitación estaba recogida, me había bañado solo y puesto el pijama y había cenado todo lo del plato sin protestar y sin que mamá tuviera que pedirlo una y otra vez. Apenas llevaba una hora jugando y estaba a punto de pasar de nivel. No podían mandarme a dormir. ¡Ahora no! Un intento más y lo conseguiría. No podía volver a clase sin una victoria. Marcos y Juan hacía dos días que habían matado al dragón y no dejaban de restregármelo por las narices, presumiendo de haber conseguido el beso de la princesa. ¡Maldita sea!

-Solo un poco mas mamá, porfa, porfa, porfa, una más y la apago -suplico mientras pongo esos ojitos que se que le gustan y a los que no se puede resistir.

-¿Una más? Una más ¿cómo la de hace media hora? No, cariño. Es hora de acostarse o mañana no habrá quién te saque de la cama. Vamos. Te leeré un cuento cortito y a dormir he dicho.

-Joooooooo

Las 10:45 en el reloj de la mesita de noche. Era tarde, sí. Bueno, tarde para un niño de nueve años porque mi hermana seguía enganchada al facebook con sus amigos y ella no tenía hora. Cuando sea mayor me acostaré tan tarde como me de la gana. Aunque seguí refunfuñando un rato, después del cuento y de notar el calorcito del edredón, los ojos se fueron cerrando, la oscuridad se apoderó de mi cuarto y una fina niebla lo cubrió todo. Dragón

-Te veo -una voz grave y melodiosa resonó en mi cabeza, ¿estaba soñando?– ¡Has venido! Pensaba que nadie podría volver.

-¿Quién habla?, ¿dónde estás? -respondí somnoliento.

-Hace tanto tiempo que nadie me visita -contestó de nuevo aquella voz, cansada, triste pero fuerte y sabia.

Un ojo verde esmeralda, brillante como las estrellas del pueblo, me observaba desde los pies de la cama. Fijo en mí. No pestañeaba. Yo tuve que hacerlo. Una y otra vez. ¿Qué era aquello? ¿Estaba soñando con mi propia habitación? ¿Un monstruo de la fábrica de gritos habría venido a visitarme? ¿O era yo el que estaba en otra habitación? Me restregué los ojos y volví a abrirlos. Allí seguía. Atento a mis movimientos. Inmóvil. El dragón. Mi primer impulso fue abalanzarme sobre él y acabar con su vida para ¡por fin! conseguir salvar a la princesa, pero…dejé que pasara.

-Ahora no puedo jugar, tengo que dormir. ¿No tienes nada más que hacer? –le dije intentando parecer lo más calmado y desinteresado posible, mientras pensaba: ¡¡Oh my God!! Un dragón de verdad en mi habitación, ya verás cuando se lo cuente a mamá.

-Si tuviera algo mejor que hacer lo estaría haciendo, pequeñajo. Pero resulta que alguien ha destruido mi cueva, con un conjuro de poder ha reducido a la mínima expresión a todas las ovejas y las vacas de los alrededores y las ha guardado en un cofre dentro de una casa en el fondo del mar. Además la gente se ha ido en un cohete autopropulsado de última generación a los confines del espacio, dónde nunca llegaré a encontrarlos. En este mundo, y en tres más que yo sepa, ya no quedan princesas o reyes a los que atemorizar, si quedase algún valiente caballero ya no tendría a quién defender. Y para rematar, los malditos enanos de las minas Moritz guardan todo su oro a buen recaudo en la boca de un ratón. ¡¡Estoy aburrido!! –sentenció el dragón mientras dejaba escapar un pequeño bufido de humo.

-¿Cómo? ¿Cohetes espaciales? ¡¡Venga ya!! –Igual se pensaba que porque sólo tenía nueve años iba a creerme todas esas mentiras. Si quería engañar a alguien hoy no había escogido bien.

-¿Qué pasa?, ¿acaso solo tú puedes soñar? En mi mundo existen cohetes que transportan millones de personas en un solo viaje, trenes a vapor que funcionan con pieles de plátano, casas que se transforman en dragones y bicicletas de mil ruedas ¿Tal vez no me crees? –me amenazó el dragón, acercando su fétido aliento a mi cara.

-Pues no. ¿Para qué tendría que existir una bicicleta de mil ruedas? Sería tan larga que no podría aparcarla en ningún sitio.

-O si. ¿Y si fueran ruedas tan pequeñas, tan pequeñas, que todas puestas en fila no ocupasen más de un metro?

-¡¡Ahhh!! Sí, claro, pero eso no me lo habías dicho. –Pero ¿qué se creía ese dragón apestoso?, ¿que podía burlarse de mi?

-No. Tampoco me lo habías preguntado. Existe porque yo creo en ello. Puedo imaginarlo y como soy un dragón milenario, sabio e inmortal tengo todo el tiempo del universo para hacerlo realidad.

-Y si creo en un coche que también es barco, tren, quad, bicicleta y avión, ¿se hará realidad? -pregunté con un tono desafiante.

-Si crees de verdad en ello y pones de tu parte, tal vez algún día será realidad.

-Y si creo en poder terminar mi partida, ¿podré terminarla ahora?

-Ummmm. No –Contestó el dragón en un susurro al mismo tiempo que agachaba las orejas.

-¿Por qué no? No es justo.

-Porque si la terminas… moriré. Por eso. Igual que han muerto todos mis hermanos en otras partidas. Uno tras otro fueron cayendo. El que luchó contra Juan era mi trescientos treinta y seis hermano. El de Marcos era el más pequeño, apenas tenía mil doscientos cincuenta años. Y cada vez quedamos menos. – un brillo cristalino asomó a los hermosos ojos del dragón mientras sus resplandecientes escamas negras se tornaban en un gris apagado y triste.

-…

-¿De repente no tienes nada que decir? -refunfuñó el reptil recuperando en un instante la compostura.

-Estoy pensando.

-¡¡¡Ahhh!!! ¿Y qué piensas, si se puede saber?

-Pienso… pienso, que eres un dragón moteado con lunares de colores, una gran sonrisa de labios rosas y llevas un sombrero pequeño y redondo…¿cómo se llamaba? ¿rombín? ¿fondín? ¿condín? ¿bombín? ¡¡eso es!! llevas un bombín amarillo.

-¡¡No puedes hacer eso!! -tronó enfurecida la voz del dragón.

-Ja, ja, ja, ja, ja, ¿y por qué no?, ¿no dices que podemos soñar? -cerré los ojos muy fuerte y comencé a imaginar cada lunar sobre la piel escamosa del dragón. Unos eran grandes, otros pequeños y otros no tanto. Los había de color rojo, verde y morado, pero también de otros colores que no había imaginado nunca hasta entonces. Creé una sonrisa tan encantadora que nadie podría volver a temer a aquel dragón si se cruzaba con él. Le di un toque aquí y otro allá, cambié el apestoso olor de su boca por un aroma a chuches de fresa y al final le coloqué el bombín amarillo. Perfecto.

Un espejo al fondo de la habitación nos devolvió su reflejo.

-Jgrooaa jgrraa jargjoo -rió el dragón. Si, si, los dragones se ríen y ¡¡no te imaginas cómo!!

No podíamos parar de reír. Y con cada carcajada un lunar de dragón explotaba en miles de chispas de colores llenando la habitación de los fuegos artificiales más bonitos que había visto en mi vida. Y su piel poco a poco fue recuperando su tono habitual. Cuando todo acabó, que fue mucho tiempo después, y mientras todavía permanecía en nosotros una respiración entrecortada, el dragón me miró.

-¿Y ahora qué, vas a matarme?

-¿Te has vuelto loco? Si te mato ya no podré volver a jugar contigo. Esto es mucho más divertido que el juego de la Wii. ¡Ohh! ¡¡Maldita sea!!, mañana mi madre no podrá despertarme si seguimos jugando y va a ser ella la que me mate a mi. Me voy a dormir, ¡pero ya! Nos vemos mañana dr… por cierto ¿cómo te llamas?, porque ¿tendrás un nombre, no?

-¿Qué tal si mañana me lo pones tu? – susurró el dragón, mientras una fina lluvia de polvo de estrellas caía sobre los cerrados parpados del risueño chiquillo.

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Feb 142014
 

Magia. Acerco mi mano izquierda al ratón y sitúo el puntero sobre el recuadro del buscador. Clic.

Tecleo M a g i a.

Aproximadamente 32.500.000 resultados en (0,47 segundos). Parece ser que eso no es magia, pero a mi me lo parece. La primera entrada me sugiere que lea la wikipedia. Son casi las diez de la noche, tengo hambre y el culo cuadrado después de toda la tarde sentada frente al ordenador, así que mientras tu leías este párrafo, mi mano, sin apenas consultar a mi cerebro, ha hecho clic en la entrada de la wiki.

La magia es el arte o ciencia oculta con que se pretende producir, valiéndose de ciertos actos o palabras, o con la intervención de seres imaginables, resultados contrarios a las leyes naturales.

No me convence esta descripción. Me levanto y busco en el diccionario de la real academia española de la lengua, en su vigésima primera edición. Un tomo grande y pesado digno de la mejor biblioteca de magos.

La magia es el arte o ciencia oculta con que se pretende producir, valiéndose de ciertos actos o palabras, o con la intervención de espíritus, genios o demonios, efectos o fenómenos extraordinarios, contrarios a las leyes naturales.

¡¡Estos académicos siempre tan explícitos!!

Las extremidades de mis manos se deslizan sobre el teclado a una velocidad imposible. Y de la nada las ideas brotan, fluyen por mi cuerpo hasta llegar a mis dedos que se mueven en un frenesí incontrolable. La magia, algo desconocido por la mayoría de los mortales, inexplicable pero atrayente, ¿engaños o poderes sobrenaturales? Tal vez una forma de dejar volar la imaginación y creer que somos capaces de más. Pienso en mis ideales de magos y surgen sin más, influenciada por lo que he leído durante todos estos años (o durante mi corta existencia ¡según se mire!), por los protagonistas de películas o dibujos con los que he crecido (Merlin, El amo del calabozo, Gandalf, Ged, Paladine, Dumbledore, Saruman, Gargamel, Elodin…) y por las ideas de tantos otros lectores que acaban convirtiéndose en creadores de cartas, de cómics, de ilustraciones y nuevas historias que dan forma a estos personajes.

By Nidoart

El mago, ese ser de mirada perdida, largas barbas blancas, despiadado pero con la suficiente inteligencia para controlar sus más oscuros instintos; más listo que nadie, o más loco que todos. Con el poder de invocar a los cuatro elementos con la única ayuda de un gran báculo, un susurro, una palabra ininteligible o sin ayuda de nada. ¡Es un mago! Enigmático pero afable. Podría ser Gandalf pero habría que equiparlo con un kit extra de habilidades adicionales, que como mago con poderes sobrenaturales deja mucho que desear.

La maga, ¡ayyy la maga! Son pocas, muy pocas, las magas reconocidas como tales en el universo imaginario. Más que magas en los mundos de fantasía nos encontramos con brujas, hechiceras, sacerdotisas, pitonisas o ninfas; con ese aire embaucador que las envuelve gracias a sus efectos seductores, sus atractivos cuerpos, de miradas fascinantes y cautivadoras. O no. O brujas feas y arrugadas que utilizando pociones y ungüentos consiguen los objetivos más anhelados por ellas o sus clientes, para los que, a fin de cuentas el resultado será mágico, o desastroso… Pero una maga, una maga debería ser un personaje igual de imponente que un mago. De porte altivo, fibrosa pero maltratada por el paso del tiempo y la multitud de enfrentamientos a los que se habría visto abocada. El pelo blanco, por supuesto. Un blanco luminoso símbolo de la virtud, la espiritualidad y la clarividencia. Pero también con ese lado maléfico, asociado a la muerte y simbolizado por la luna, la lividez o la mortaja. Sabíais que en Asia el cabello blanco se suele asociar con los demonios o los personajes malos. Pues sí.  Sería el rasgo perfecto para una maga que debería equilibrar la balanza entre el bien y el mal.

Estarás pensando… ¿sólo te sirven magos viejos? Pues también sí, sabe más el diablo por viejo que por diablo y como los magos tienen que ser sabios, porque sino la liarían parda, pues no me queda más opción que creer en mis magos y magas viejas, ancianas me gusta más… ¡o magos-elfos!

Recuerdo una reunión ¿o no la recuerdo? De esas que se convocan de repente, que revuelven el estomago sin tiempo suficiente para tomar unas sales de frutas. Aquella no tenía visos de llegar a buen puerto y nuestra presencia había sido requerida en el momento menos adecuado. Malditas palabras que obligaban a abandonar todo aquello que tuviera entre manos. Tanto daba si me encontraba tecleando como una loca, inspirada por mi muso; en lo alto de una colina con el báculo alzado, en medio de una batalla por la defensa del Cerro de los siete colores; encima del Empire State repeliendo una jauría de almas desbocadas; atravesando el gran mar de los Sargazos; en medio de una tormenta de asteroides luchando contra las fuerzas del Supremo Comandante militar de la Confederación de Sistemas Independientes, o volando a lomos de un dragón dorado sin rumbo concreto, en busca de nuevas aventuras con mi nívea melena al viento.

La presencia requerida era inevitable para un mago, y sólo había que echar un vistazo a la gran sala para darse cuenta de ello. Magos y magas de todos los mundos, y todas las razas conocidas y desconocidas, nos encontrábamos allí en aquel mismo instante. No faltaba ninguno. No podían faltar. Habíamos sido llamados. Un silencio más allá de lo sepulcral se apoderó de la inmensa sala. Ni el eco se oía. Los tres silencios de la taberna Roca de guía juntos no eran ni una décima parte del silencio que allí reinaba. Que digo, ni siquiera el silencio de un estudio de música sin músicos ni ser vivo arrastrándose por la moqueta recién aspirada podía compararse. ¿El espacio es silencioso?. En fin, mucho silencio. Una repentina niebla empezó a filtrarse entre los fríos adoquines del suelo. Los espejos de las paredes desaparecían tras ellas, descubriendo que no éramos tantos como en un principio me había parecido. Era una bruma como de discoteca, así para crear ambiente, ni demasiado gris ni demasiado opaca. Pero densa. No se fumaba. Y justo en medio de la infinita habitación, un pequeño gnomo-mago era enfocado con un rayo de luz que nadie habría podido asegurar de dónde procedía. Como si de un presentimiento se tratase todos y cada uno de los presentes dirigimos nuestra mirada hacia el pequeño ser.

Ha llegado hasta nosotros la pregunta que estábamos esperando. Nos corresponde a todos darle respuesta. Aunque cada vez seamos menos aun somos muchos, y únicamente una respuesta unánime será la elegida. No sirve cualquiera. De ella dependerá nuestro futuro papel en el universo. Espero que estéis preparados y que las prisas por lo que habéis dejado fuera no os lleven a precipitaros.

Dicho esto desapareció y sobre el lugar que había ocupado comenzaron a aparecer letras que revoloteando cual luciérnagas se colocaban en un orden aparentemente ininteligible. Flotaban como si de su equilibrio dependiera el destino del universo. Poco a poco una frase fue tomando forma, iluminando los rostros confusos de los allí convocados. Era una frase sencilla. Una pregunta tal vez intuida por muchos, de esas que estas pensando que tu también te has planteado alguna vez. Una frase que sientes que forma parte de ti. Tan simple y compleja a la vez que a simples mortales les llevaría toda una vida de eternas discusiones darle respuesta. «¿Magia es soñar?»

¡Habíamos sido llamados!

Nunn

Nunn Ya de niña tenía la cabeza en las nubes. Con el paso del tiempo fue perdiendo las nubes y ganando en sabiduria, realista e inocente a la vez. Buscadora y recolectora de todo aquello que pueda serle útil, comienza el día al amanecer como las alondras porque el sol es su energía y recorre las tierras buscando hierbas, setas y manantiales.
Puedes encontrarme en Tierra Quebrada

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